Málaga

Ana Rodríguez Fischer, novelista: "La literatura puede llegar a ser un refugio o un arma"

Ana Rodríguez Fischer, la escritora

Ana Rodríguez Fischer, la escritora / Ediciones Siruela

Anna Ajmátova y Marina Tsvietáieva, dos mujeres, dos poetisas, dos mitos literarios, y dos amigas, a partir de cuya relación se desarrolla la nueva novela de Ana Rodríguez Fischer; Antes de que llegue el olvido. A través de esta historia, Rodríguez se deja poseer por la mente y corazón de Ajmátova, dando de nuevo voz a la difunta escritora por medio de una novela de formato epistolar.

Ganadora de la última edición del Premio Café Gijón, Rodríguez es además crítica literaria, catedrática de Literatura Española en la Universidad de Barcelona, donde se doctoró con la tesis La obra narrativa de Rosa Chacel. Como escritora, en 1995 fue galardonada con el Premio Femenino Lumen por su primera obra, Objetos extraviados, siendo Antes de que llegue el olvido su sexta novela, presentada en Málaga este martes 16 en el Museo Ruso.

La narrativa traslada al lector hasta la Rusia reprimida por la dictadura estalinista, una etapa crucial de la historia de Europa y del propio país. Veinte años después del suicidio de Tsvietáieva en 1941, Ajmátova decidirá romper su silencio, dedicando una carta a Tsvietáieva, con la intención de hacer frente al olvido antes de que éste llegue y devore la memoria de ambas y de sus compañeros de correrías como Blok, Mandelstam o Pasternak, que al igual que ellas, marcaron una generación, convirtiéndose en mitos.

Portada de la novela Portada de la novela

Portada de la novela / Ediciones Siruela

-¿Qué la llevó a elegir un formato epistolar para narrar la historia de Anna y Marina?

-En primer lugar, más allá de eso también quise escribir esta novela a modo de evocación, de soliloquio, o incluso elegía. Como si de un homenaje especial se tratase, de Anna para Marina. En cuanto a dicho formato, lo consideré como la mejor opción porque a pesar de que ambas tan solo pudieron encontrarse en persona aquellas dos tardes del año 41, se habían dedicado poemas la una a la otra, existía una intimidad entre las dos. Escribir simulando una carta de Anna hacia Marina permite recrear un punto de vista desde el cual reflejar el grado de confidencia que existía entre ellas, como cuando dos amigas se hablan de tú a tú. Como curiosidad al principio empecé a escribir utilizando el usted, porque Marina siempre lo empleaba, incluso al dirigirse a su hija. Luego decidí pasarme al tú y la narración se volvió más auténtica.

-¿Cómo logro meterse en la mente de Anna de forma que pudo plasmar con precisión las posibles interacciones entre ella y Marina, así como visualizar un encuentro entre ambas?

-Sin resultar misteriosa, he de decir que eso es algo que forma parte de la intuición. También hay muchos años de lecturas detrás por supuesto. Pero en general yo siempre parto de alguna certeza, de repente hay un verso que me lleva a la síntesis de un sentimiento y a través de eso me imagino la escena. En el caso de la poesía de Ajmátova, al ser tan narrativa consigue evocarme directamente la historia que intenta contar. En cuanto a la construcción narrativa, mi ejercicio como profesora y crítica literaria también me ayuda a poner distancia y no dejarme llevar, para así lograr que la historia fuera lo más verosímil y auténtica posible, y que el tono fuera veraz. Pero a la vez no quería introducir un narrador que pusiera distancia entre ellas, para transmitir esa sensación de proximidad y confidencia.

-¿Cómo fue el proceso de investigación para situarse en la época y reflejar el contexto histórico de Rusia y Europa de la forma mas fiel posible?

-Siempre me gustó mucho la literatura rusa, entonces yo he ido leyendo de todo, empezando por los clásicos del siglo XIX y la edad del plata. Además me interesaba mostrar las vanguardias y la generación del 27, pero al final la clave es leer mucho. También supongo que me hago mayor y todo lo que no he podido hacer antes lo estoy intentando retomar ahora. Desde que leí sobre los supuestos encuentros entre ambas poetas, de los cuales no quedó nada registrado, tenía esa curiosidad que me rondaba la cabeza y muchas ganas de tratar el tema. Me parecía además demasiado interesante como para sacrificar la historia para un relato corto, así que me decanté por la novela.

-¿Qué mensaje o reflexión espera transmitir a los lectores a través de esta obra?

-La libertad, la resistencia y la convicción de que la fuerza de las palabra no puede ser arrebatada por ningún totalitarismo ni por ningún dictador. Y que la creencia y la fe en un proyecto personal o el amor por La literatura pueden llegar a ser un refugio o un arma. De hecho Anna y Marina son tan solo dos ejemplos de los muchos escritores que se valían de sus obras para defender todas aquellas ideas que el estalinismo intentaba silenciar. Marina por ejemplo tenía la idea de que no podemos evitar que el tiempo pase y nos destruya, pero la literatura siempre va a estar ahí.

-¿Qué es lo que hizo que se forjara ese nivel de conexión entre ambas poetisas?

-Eran mujeres con personalidades muy distintas, pero que compartían no solo amigos comunes y los mismo momentos históricos que habían tenido que vivir, también vivencias parecidas. Ambas estuvieron condicionadas por matrimonios infelices y se enfrentaron a una desgarradora persecución política. Y a pesar de las muchas conexiones que las unen, su poesía es muy diferente. 

-¿Cuál es el motivo detrás del período de 20 años que Anna tarda en romper su silencio, y por qué la narrativa comienza precisamente dos décadas después del suicidio de Marina?

-Esos años de absoluto silencio son provocados por la muerte de Marina, por los numerosos amigos desaparecidos y muertos, por la situación política todavía latente. Solo cuando comenzó a relajarse la represión, Anna volvió a relacionarse con otros escritores como Brodsky y comenzó en la literatura de nuevo. De hecho fue el mismo Brodsky quien la animó a hablar de todo lo ocurrido durante la dictadura antes de que se lo llevase el olvido.

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