Un Bien de Interés Cultural como refugio de indigentes. No es, desde luego, lo que un turista espera encontrar al visitar el Castillo de Gibralfaro. La periferia y los muros que protegen la fortificación se han convertido por las noches en una zona de cobijo para los sin techo, que incluso saltan al interior del Castillo. Pero para los vigilantes la presencia de indigentes no es extraña. Se ha convertido en algo habitual.

El personal de seguridad se encuentra cada mañana con basura, ropa, enseres personales e incluso restos de hogueras, como adelantó ayer la Cadena Ser, en el Castillo, que está catalogado como Bien de Interés Cultural. Los vigilantes aseguran que se apresuran para echar a los indigentes antes de que comiencen las visitas turísticas. Pero, en ocasiones, ni esas rondas matutinas son suficiente. “Hay veces que se esconden y cuando te das cuenta se han colado en el baño para asearse”, cuenta un vigilante.

Los muros de la Alcazaba, utilizados para esconder pertenencias.

Con la llegada del buen tiempo, la presencia de personas sin hogar por la noche en la periferia del monumento era usual, pero este verano “ha aumentado considerablemente, más que otros años”, explicó Miguel Conde, delegado sindical de la empresa de seguridad de Gibralfaro. “Muchos de ellos son enfermos mentales, pero también nos encontramos con los típicos mochileros que buscan viajar barato y duermen donde pueden”, señaló un vigilante.

Tanto el Castillo de Gibralfaro como la Alcazaba cuentan con un solo vigilante cada uno, según explicaba el propio personal de seguridad: “No tenemos los medios suficientes, no nos podemos enfrentar a ellos, pueden reaccionar de cualquier forma”. Conde aseguró que “hay zonas bastante peligrosas, sobre todo de noche”. De hecho, un vigilante de seguridad denunció que fue amenazado por un indigente con un cuchillo de grandes dimensiones tras intentar que este retirara su tienda de campaña.

El acceso al recinto no resulta muy complicado, basta con saltar los muros. Hay puntos en los que apenas alcanzan el metro y medio. “El acceso es realmente muy fácil”, aseguraba un vigilante. En el tramo que une la Alcazaba con Gibralfaro, conocido como la coracha, suele ser donde hay una mayor afluencia de sin techo, precisamente desde esta zona de extramuros saltan hacia el interior muchos de ellos. Otro punto sensible se sitúa al comienzo de la subida de la Alcazaba al castillo: “Suelen saltar esa parte para después ir a la zona de bosque, donde hacen fuego”.

Gibralfaro y la Alcazaba cuentan con un único vigilante de seguridad cada uno

El personal denunció las carencias que lleva sufriendo el monumento desde hace años: “No hay suficiente vigilancia, ni personal ni cámaras”. También señaló que otro problema es la cartelería: “Si al menos hubiera un cartel de vigilancia 24 horas, quizás podríamos disuadir a algunos y les intimidaría”. Por su parte, el delegado, Miguel Conde, reflexionó sobre las causas del problema: “Puede ser por una mala gestión política-social, que no tengan bastantes albergues, comedores sociales, ni que tengan a nadie que se ocupe de ellos”.

El Castillo de Gibralfaro y su periferia no son las únicas zonas turísticas que se han convertido en puntos de resguardo para indigentes. A finales de junio, una tienda de campaña verde estaba instalada en el Parque de Málaga . El 4 de julio, una de color rosa. Y la zona infantil situada junto a la terraza Platero es uno de los puntos habituales donde incluso pasan la noche dentro de las instalaciones de juego. El escenario del auditorio del Eduardo Ocón también les sirve como cobijo.