Por el país de los cátaros (XX): Europa tras la cruzada cátara

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En el trasfondo de esa guerra no hubo más que una estrategia de la corona francesa para incrementar su poder político, económico y militar

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El castillo de Foix.
El castillo de Foix.
Juan López Cohard

23 de abril 2023 - 08:13

Málaga/Al final de los treinta años de cruzada todo el sur de Francia se había incorporado a la corona francesa. La frontera había sido trasladada prácticamente hasta los Pirineos y el país galo había comenzado a conformarse como lo conocemos en la actualidad. Sin embargo aún faltarían algunos siglos para poder dibujar el mapa que todos hemos estudiado en el bachiller.

La cruzada albigense fue importante para ir perfilando el mapa político francés, lo que comenzó siendo una guerra contra la herejía, terminó siendo una conquista de los franceses del norte. En el trasfondo de esa guerra no hubo más que una estrategia de la corona francesa para incrementar su poder político, económico y militar. Siempre se ha dicho que a hereje revuelto ganancia de gabachos. Pero no fueron menos importantes las convulsiones que se produjeron en los países de su entorno que, con la intervención omnipresente de la Iglesia, contribuyeron de forma determinante en la configuración de toda la Europa Occidental.

El reino de Francia, que nació en la segunda mitad del siglo X con la dinastía de los Capetos, fue fundada por Hugo Capeto, duque de París y posteriormente, en el siglo XII, Rey de Francia, siendo que todo su territorio se limitaba a la denominada Ille de Francia. Con la capital en París, abarcaba todos sus alrededores y la ciudad de Orleáns, si bien, aparte de ese territorio, tenía muchos otros en poder de señores feudales vasallos suyos. Éstos estaban al este de la Ille y llegaban prácticamente hasta la actual frontera con Alemania. También al sur los feudos del Languedoc y la Provenza le rendían vasallaje, aunque compartido con la corona de Aragón. Sin embargo, todo el norte (la Normandía) y el oeste (la Aquitania y Anjou) eran feudos sometidos al rey de Inglaterra. Ese era el mapa geopolítico de Francia antes de la cruzada.

A mediados del siglo XII el rey inglés Enrique II, fundador de la dinastía de los Plantagenet, heredó de su madre la Normandía, de su padre el Condado de Anjou y, por dote de su esposa Leonor Aquitania. Leonor se había casado primero con Luis VII de Francia pero al ser repudiada por éste se casó con el inglés. Lo curioso es que la situación era más que complicada para la corona gala ya que Enrique II era, por un lado, rey de Inglaterra y, por otro, como duque de Normandía y, por tanto, vasallo del rey francés. El caso era que el inglés tenía más poder que el rey francés. Es por eso que, cuando la Iglesia le solicitó a Felipe II Augusto que iniciara la cruzada contra los cátaros, éste se mostró reticente ya que sus intereses estaban mucho más centrados en el peligro que le venía de su vasallo normando que en los problemas religiosos de los territorios del sur. Sin embargo, el litigio entre ambas coronas se resolvió a favor del francés aún estando éste inmerso en la cruzada cátara. Por eso le dieron el sobrenombre de “Augusto”. Felipe II de Francia atendió los dos frentes y tuvo tiempo para estar en la Tercera Cruzada de Tierra Santa. En todos ellos con éxitos sin paliativos.

Enrique II de Inglaterra consiguió un verdadero imperio, ya que, además de todas sus posesiones en Francia e Inglaterra, consiguió además conquistar Irlanda y Gales y someter a los escoceses. Pero no duró mucho su imperio. La corona inglesa perdió fuelle con sus hijos. La crisis comenzó con Ricardo Corazón de León que estuvo tan sólo seis meses en Inglaterra de los diez años que reinó. Murió en 1199 de una herida de saeta que terminó gangrenándose.

Ricardo I fue un verdadero personaje de novela, tanto por su ajetreada vida de aventuras como por sí mismo. Era el héroe atractivo, pelirrojo, aguerrido, conquistador -con ciertas connotaciones de violador e incluso de homosexual-, y hasta poeta. Pasó a la literatura de la mano magistral de Walter Scott en sus novelas Ivanhoe y El talismán. En la primera relata las aventuras de Ricardo a su vuelta de las cruzadas. La novela fue llevada al cine en 1952 con el papel de Ricardo interpretado por Norman Wooland. Aunque no podemos olvidar el Ricardo Corazón de León interpretado por Anthony Hopkins en El León en invierno, película en la que se deja entrever una relación homosexual entre Ricardo y el rey francés Felipe II Augusto. A Ricardo I le sucedió en el trono, que previamente había usurpado, su hermano Juan I de Inglaterra apodado “sin Tierra”.

Juan era el quinto de los hijos de Enrique II. En realidad de su padre sólo heredó el apodo, ya que no le dejó feudo alguno. No obstante, su ambición le llevó a hacerse con algunas posesiones y, después, mientras su hermano Ricardo estuvo luchando contra los sarracenos en Tierra Santa, usurpó la corona pero, al final, perdonado por aquél, le heredó. Fue un auténtico desastre. Perdió ante Felipe II de Francia todas las posesiones francesas a excepción de Aquitania y, tras la derrota en la batalla franco-inglesa de Bauvines en 1214, en la que el “sin Tierra” no estuvo presente, se le rebelaron todos sus nobles en Inglaterra. Éste hecho tuvo una trascendental importancia ya que le obligaron a firmar la Carta Magna, considerada el origen de la constitución inglesa. Fue el 12 de Junio de 1215.

Por esas fechas, en España, la situación era la que don Ramón Menéndez Pidal llamó “la época de los cinco reinos”. Como Alfonso VII, rey de León y de Castlla, en el año 1157, dividió el reino entre sus dos hijos, el mapa geopolítico de la España cristiana quedó formado por los reinos de Castilla, León, Navarra, Aragón, al que pertenecía el Condado de Cataluña, y Portugal. Al sur se encontraban los amenazadores almohades. Tras la victoria de las Navas de Tolosa el mapa cambió radicalmente. A mediados del siglo XIII, ya finalizada la cruzada albigense, la España musulmana se redujo al reino de Granada, en tanto que Castilla y León era un solo reino, llamado simplemente Castilla, que se fue extendiendo hacia el sur a costa de los territorios conquistados por Fernando III El Santo, Navarra fue perdiendo poder y Aragón, con Jaime I El Conquistador, se expandió hacia el este y sureste también a costa de los musulmanes. El reino aragonés se convirtió en una potencia mediterránea.

También España comenzó, paralelamente a Francia e Inglaterra a conformarse como un estado. Comienzan a brotar estructuras de estados de acuerdo con el modelo propiciado por Federico II en Alemania, aunque no con un total absolutismo de las coronas. Si en Inglaterra aparece la Carta Magna, en España nacen también controles al rey mediante órganos en los que participan los nobles, el clero y la burguesía. Es el caso de las Cortes de León establecidas en 1188.

En Alemania (que era el residuo del Sacro Imperio Romano) la política estaba muy ligada a los territorios italianos y, sobre todo, a los de la Iglesia. Hacia mediados del siglo XII, con Federico I Barbarroja, los territorios del papado eran poco más de los alrededores de Roma. El principado de San Pedro estaba rodeado, al norte y este, por el Sacro Imperio y, al este y sur por el Reino de Sicilia. Para hacernos una idea, el Sacro Imperio abarcaba lo que es hoy Alemania, Austria, Chequia, la parte norte de los Balcanes, parte de la Provenza en Francia y la mitad norte de la península itálica incluía la Toscana y el Reino de Sicilia abarcaba toda la mitad sur de Italia, Sicilia, Córcega y Cerdeña. Al iniciarse la cruzada albigense el Sacro Imperio, con Federico II, se había tragado el Reino de Sicilia. Algo que Inocencio III peleó con todo ahínco porque no sucediese. Sin embargo, el Sacro Imperio Romano y, menos aún Italia, tras la muerte de Federico II, no siguió los mismos pasos que los reinos más occidentales, incluida Inglaterra, en cuanto a la conformación de un estado unitario. Con respecto a Alemania, a Felipe Augusto le preocupó que el papa Inocencio III apoyara a Juan sin Tierra para suceder a Enrique VI (emperador de 1191 a 1197, además de rey de Sicilia de 1194 a 1197 por su matrimonio con Constanza I de Sicilia) en el Sacro Imperio. Pero al final, tras muchas vicisitudes, se coronó emperador Federico II con el que tuvo buenas relaciones.

La guerra contra los herejes cátaros tuvo unas consecuencias importantes en cuanto a la geopolítica europea pero, sin lugar a dudas, fue especial en la conformación de la futura frontera franco-española, ya que Aragón y Navarra perdieron todos los territorios que poseían al norte de los Pirineos, a excepción del Rosellón que fue entregado a Francia por Felipe IV en 1659 en virtud del Tratado de los Pirineos.

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