Un grito de rechazo a las agresiones. Eso pretende ser el Día contra la Violencia en los Centros Sanitarios convocado por la Organización Médico Colegial (OMC), que agrupa a todos los facultativos españoles. La cita es el próximo 11 de marzo. La convocatoria está más que justificada. El pasado 25 de febrero, un hombre fue detenido tras atacar y herir con un hacha a tres trabajadores de un centro de salud de Fuenlabrada (Madrid). En Málaga, también se han registrado agresiones recientemente. Tres en apenas seis días.

Por eso, el viernes de la próxima semana habrá concentraciones a la 13:00 en todos los centros sanitarios de la provincia, tanto hospitales como ambulatorios, según informó el Sindicato Médico. La principal está convocada en el centro de salud de Tiro de Pichón, donde a finales de diciembre pasado un paciente con antecedentes penales tiró al suelo y agredió a patadas a un médico. No era su facultativo de cabecera. El hombre quería una receta y se metió en una consulta. El profesional le explicó que tenía que ir a su médico. Pero el agresor no se conformó y lo esperó. Cuando salió de la consulta, lo echó al suelo y lo pateó.

Desde entonces ha habido más agresiones en los centros sanitarios malagueños. Que se sepa, al menos tres. Una ocurrió a mediados de febrero en un centro de salud de Estepona, donde un paciente fracturó la nariz a un celador de un cabezazo. Otra se produjo al día siguiente en la UVI de Pediatría del Materno. El padre de un niño que lleva mucho tiempo ingresado en la unidad propinó una patada y un puñetazo a un enfermero porque supuestamente tardó en volver a la habitación en la que estaba su hijo. El último ataque conocido se produjo en el punto de urgencias del centro de salud de Alhaurín el Grande. Allí, un enfermo al que se le estaba haciendo un electrocardiograma dio un puñetazo en el pecho y arrojó una silla a un enfermero.

Según el Sindicato de Enfermería, cada día se denuncia una agresión verbal o física en un centro sanitario. Según los profesionales, los casos que salen a la luz apenas son la punta del iceberg porque hay trabajadores que no denuncian para no judicializar su vida laboral.