Por fin un horario sonrió al Málaga. Sábado, 18:00, día propicio para enfundarse la blanquiazul, montarse en el coche o autobús y plantarse en el Nuevo Arcángel para dejarse la voz. Un millar de aficionados siguió este modus operandi y arropó al equipo desde las gradas en Córdoba. Cosas de LaLiga, que en otras ocasiones no permitió estas estampas cuando Granada o Cádiz visitaron La Rosaleda.

Costó llenar los espacios reservados a los visitantes y no por falta, porque se tardó horas en agotar las dispuestas y hubo que pedir una segunda remesa. Más de media hora se tardó en acomodar al público costasoleño, del cual parte tuvo que ver el partido ya empezado.

Han sido dos semanas intensas para el malaguismo. Se pedía más desde equipo y cuerpo técnico al respetable tras un bajón considerable en la asistencia al coliseo blanquiazul y la semana pasada se registró la segunda mejor entrada del curso contra el Deportivo. Por no hablar del recibimiento, donde también alrededor de unos 1.000 aficionados corearon la llegada del autobús del equipo. En esta ocasión, la visita a la ciudad califal fue masiva y dejó bonitas imágenes en los prolegómenos y durante el partido. Eso sí, en ambas ocasiones con sabor agridulce. Los empates, por imagen y sensaciones, bajaron los ánimos en días que se presumían festivos.

Así las cosas, el equipo no pudo devolver el empuje de su público, como ante el Dépor. Algo de lo que se lamentaba N'Diaye, que también daba las gracias, en zona mixta. "Hubo muchísima afición, que hizo mucho ruido, que nos apoyó mucho. Les damos las gracias porque hicieron este camino y nos apoyaron. Igual que la semana pasada nos ayudaron y tenemos que seguir juntos", dijo.