El coronavirus ha provocado en este último ejercicio una explosión de contagios y más del doble de hospitalizados en la provincia Málaga, pero –aunque lo cierto es que cada víctima cuenta– no ha tenido un efecto tan devastador sobre la mortalidad. Ese ha sido, grosso modo, el balance de 2021, el segundo año de una pandemia que en 12 meses se ha cobrado la vida de 1.280 personas. La cifra es sensiblemente superior a las 781 que fallecieron en 2020 y que, en total, desde el comienzo de la crisis sanitaria, ya supera los dos millares.

El dato de muertes contabilizadas el ejercicio pasado contrasta con el número de contagios confirmados a través de PCR o test de antígenos, que se ha quintuplicado. Así, el 31 de diciembre de 2020, eran 38.855 los casos detectados y un año después 187.343. La sexta ola de Covid, impulsada por la rápida expansión de la variante ómicron– que está resultando más contagiosa que todas las anteriores– ha infectado a 148.488 personas en doce meses.

También el virus ha tensado la presión hospitalaria, con más del doble de ingresos respecto a 2020, pasando de los 4.068 de ese año a los 11.260 que recoge el último balance de Salud. Las camas de UCI ocupadas fueron 364, frente a las 1.054 en 2021.

Málaga despidió el año 2021 batiendo un nuevo récord de contagios y sin tocar techo. Y ello pese a que el colapso en la atención primaria ofrece solo una versión descafeinada de la situación real. La Consejería de Salud y Familias de la Junta notificó 3.175 nuevos infectados, la cifra más alta detectada desde el inicio de la pandemia.

Además, otras cinco personas murieron tras no superar la enfermedad. Entonces, eran 247 las personas ingresadas en alguno de los hospitales de la provincia. Del total, 45 estaban en la UCI. En solo cuatro días –y tras la celebración de Nochevieja– Málaga sumaba más de 6.000 positivos y otros 54 hospitalizados. Hubo cuatro víctimas mortales.

2021 fue el año en el que los centros de salud volvieron a saturarse. El virus vació las farmacias de test de antígenos antes de compartir mesa con familiares y amigos por miedo al contagio a medida que aumentaban los contactos estrechos. El ejercicio pasado también se recordará como aquel en el que un brote de Covid entre profesionales de la UCI del Hospital Regional que acudieron a una comida se saldó con casi un centenar de contagios, pero sin ningún ingreso hospitalario. Para suplir las bajas, hubo que sacar 35 contratos que permitieran mantener la actividad asistencial.

Unos meses antes, la provincia entró en riesgo extremo de coronavirus. En agosto, cuando salía del peor escenario de los previstos en el semáforo Covid sumaba 13 muertes más, una cifra inédita hasta entonces.

Durante 2021, como en 2020, también se sucedieron los testimonios de supervivientes que habían plantado cara a la infección, como el de Manuel Navarrete, que un año después seguía con secuelas tras 104 días ingresado en un hospital. “Soy un resucitado”, reconocía.