"Crisis también es posibilidad de cambio y si la superamos, salimos más fuertes"
El psiquiatra explica que la vulnerabilidad de las personas varía según sus recursos, desde genéticos y familiares hasta económicos · Dice que los problemas, sin heroicidades, hay que intentar afrontarlos
Fabio Rivas -psiquiatra y director de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del Carlos Haya- responde sobre cómo la crisis repercute en nuestro equilibrio. Su consejo es vida sana; no refugiarse en las drogas, el alcohol o los ansiolíticos; buscar apoyo en la familia o los amigos y, si hace falta, pedir ayuda social o sanitaria sin sentir ningún complejo.
-¿La crisis afecta a la salud mental?
-Una situación de crisis económica puede afectar a aspectos que tengan que ver con la salud mental. Lo cual no quiere decir que podamos hablar de que esté afectando. No hay estudios epidemiológicos con cifras concretas para afirmarlo, al margen de impresiones.
-¿Y cuáles son esas impresiones? ¿Hay más demanda?
-Hay indicios de que hay un cierto aumento de la demanda, sin que se pueda decir que la situación se desborde. Tal vez, un cierto aumento, tampoco exagerado, que en otras circunstancias hubiéramos achacado a los pequeños vaivenes de la demanda. Tal vez vaya en aumento la proporción de varones y se nota un cierto trasvase de la demanda de lo privado a lo público.
-Quedarse en paro o ver que se agota el subsidio, ¿qué efectos puede tener en la salud mental?
-Hay posibilidad de que aumente la ansiedad, la tristeza, de que haya dificultades para dormir. Todo eso puede repercutir en la sensación de salud mental y física de las personas . Y a partir de ahí, sí que puede aumentar, o no, la demanda de asistencia.
-Vamos al médico cuando tenemos gripe. La crisis afecta a la otra parte, la mental ¿no?
-Afecta a todas las partes, también la física. Cuando empieza la ansiedad a veces hay cuadros orgánicos, igual que psíquicos. Depende de la vulnerabilidad de cada persona.
-¿Hay personas más vulnerables?
-Sin duda. Hay personas más vulnerables a cualquier situación, entre otras a una situación de crisis. ¿De qué depende? Primero, de tus recursos personales, desde psicológicos hasta económicos. No todo el mundo parte de las mismas fortalezas. Depende desde la propia vulnerabilidad genética hasta de los recursos familiares, grupales, sociales y de la fortaleza del propio Estado del bienestar. No es lo mismo una crisis en países de Suramérica o del África subsahariana, que en Europa, donde el Estado del bienestar es fuerte. Todos esos factores juegan a la hora de enfrentar y resolver una crisis.
-España tiene un ejemplo, como fue la posguerra...
-Aquello sí que fue una crisis. Personas de cierta edad suelen tener recursos mentales como para enfrentar estas situaciones porque ya lo han hecho con anterioridad y lo han resuelto en situaciones más complicadas. Lo cual no quita la importancia de una situación como ésta, sobre todo si no se sabe aún si se ha tocado fondo.
-El modelo social ha cambiado con respecto a hace varias décadas. Ya no funciona la familia extensa, la gente se empeña más. ¿Esto hace más difícil afrontar situaciones de crisis?
-La nueva situación tiene parte de fortaleza y de debilidad. De debilidad porque las redes informales probablemente son más débiles. Ni la familia ni el vecindario es una red tan tupida como antes a la hora de protegerte. Sin embargo, una parte fuerte del sistema actual en países del Estado del bienestar es que las redes formales son bastante potentes. Antes no había redes formales. El sistema sanitario era anecdótico y no estaba al alcance de todos. Se han perdido cosas, pero se han ganado otras muchas.
-¿El miedo a no afrontar una hipoteca o que se acabe el subsidio puede generar angustia?
-Sí, puede aumentar la ansiedad, desencadenar dificultades para dormir y producir que una persona haga un refugio en tranquilizantes, tabaco o alcohol.
-¿Y no hay que refugiarse en estas cosas?
-Nunca hay que refugiarse en esas cosas porque a la larga la pagas. Lo que tienen de consuelo es transitorio. Son huidas hacia adelante, intentos de tapar falsamente un problema.
-Ha mencionado los ansiolíticos. ¿No hay que abusar de ellos en esta circunstancia?
-En esta, ni en ninguna. Son fármacos, con efectos positivos e indeseables. Su uso debe ser por prescripción de un experto. No hay fármacos de ningún tipo que no tengan efectos secundarios. Tienen el problema de que generan más o menos grado de dependencia.
-¿Hay que ir al médico si los miedos nos quitan el sueño?
-Cuando se está ante una situación de desasosiego, lo primero es intentar afrontarla con los propios recursos. El siguiente paso es buscar ayuda y protección en la familia, los amigos... Si a pesar de eso, el problema sigue y se manifiesta en insomnio, tristeza o un grado de ansiedad que no es baladí hay que acudir al médico de cabecera que está preparado para evaluar la dimensión del problema: si no vale la pena medicalizar el problema, si hay que dar fármacos o si hay que derivar a Salud Mental.
-¿Y qué es lo mejor?
-Lo ideal es, sin llegar a la heroicidad, resolver los problemas con los propios medios porque así sale uno bastante más fuerte. No hay que medicalizar [tomar fármacos] los pequeños y grandes problemas de la vida humana. Hay que intentar resolver los problemas humanos entre los humanos. No hay que recurrir con demasiada facilidad a medicalizar o psiquiatrizar [tratamiento con especialistas de Salud Mental] los problemas. Porque cada paso en ese sentido nos hace más débiles. Si hacen falta esos recursos, hay que recomendar que se usen, pero no ante cualquier problema porque nos hace más débiles.
-¿Y qué nos hace más fuertes?
-Superar una crisis nos hace más fuertes. Las crisis tienen un aspecto positivo: si sales airoso, sales más fuerte, con más recursos psicosociales para sortear las dificultades de la vida; además, relativizas ciertos valores. Crisis en chino significa también oportunidad para un cambio. No sólo es algo peligroso, crisis también es oportunidad para cambiar.
-¿Consejos para afrontarla?
-Intentar llevar una vida sana, en lo que se come, haciendo ejercicio. Intentar limitar o suprimir el tabaco, el alcohol, evitar el uso o el abuso de drogas o de ansiolíticos. Las dificultades intentar enfrentarlas sin perder los papeles y sin heroicidades. Pedir, si es necesario, una ayuda más técnica. Usar a la familia, a los amigos y el sentido común. Y cuando se necesite una prestación de las redes sociales o sanitarias, acudir sin complejos. No hay que esperar en plan heroico [a que la situación se complique] porque se habrá perdido un tiempo precioso. Hay que encontrar el término medio.
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