Declaraba a Hacienda ingresos de 13 euros al año mientras invertía 3,3 millones

Pedro Román es un hombre rico. Tiene patrimonio, como demuestra la lista de bienes objeto de embargo preventivo que ha determinado el Tribunal de Cuentas, y también tiene maneras, como demuestra, por ejemplo, que suela viajar con chófer propio. Sin embargo, Román a los ojos de la Hacienda española ha sido durante muchos años un pobre de solemnidad. Entre 2000 y 2001 únicamente declaró ingresos por el magro montante de 23,81 euros. Es más, en los ejercicios de 1999, 2005 y 2006 los ingresos que confesó a la Agencia Tributaria oscilaron entre los 10 y los 176 euros, según se puso de manifiesto durante el juicio por el caso Malaya, en el que la Fiscalía Anticorrupción le pide 21 años de prisión y 14,4 millones de euros de multa por un presunto delito de blanqueo de capitales y cinco contra la Hacienda Pública.

Mientras Pedro Román era un contribuyente insignificante para la Hacienda española, en el mundo de los negocios de Marbella era un personaje prominente. De hecho, el mismo año que declaró 13,21 euros, invirtió 3,3 millones de euros en comprar el solar que dio lugar al conocido como pelotazo Crucero Banús, porque en menos de 10 meses se lograron beneficios de más de seis millones de euros.

Esta inversión, realizada a través de una sociedad suiza coincidió en el tiempo con una ampliación de capital valorada en 618.000 euros en la sociedad Mola 15 a la que, además, prestó otros 581.000 euros, e incrementó en 1,1 millones de euros los recursos de Buenos Aires 2002, otra de sus empresas, según la tesis de la Agencia Tributaria.

Román, en cambio, distinguió en el caso Malaya entre su pobre solvencia personal y la buena salud de sus empresas, gracias a negocios realizados con antelación fuera de España.