Málaga

Desescalada Málaga: Los otros años sin Feria

  • Antes de la presente cancelación de los festejos se cuenta del orden de una veintena de ediciones que quedaron suspendidas 

  • Guerras, epidemias y problemas económicos han sido las principales causas

Celebración de la Feria de Málaga del año pasado en la calle Larios.

Celebración de la Feria de Málaga del año pasado en la calle Larios. / Jesús Mérida (Málaga)

La decisión del Ayuntamiento de Málaga de cancelar la Feria de Agosto adquiere dimensión histórica. En los 133 años transcurridos desde que los festejos se convirtieron en un evento social en toda regla al que la sociedad civil y empresarial decidió dar continuidad en el tiempo, sólo se cuenta una veintena de anulaciones. En la mayoría de los casos por causas de fuerza mayor, ya fuese en forma de guerra, de crisis económicas o de epidemias sanitarias. Justamente la razón que está detrás de la supresión de los festejos en el presente ejercicio.

De acuerdo con los datos históricos aportados a este periódico por el Ayuntamiento, la normalidad ha sido la tónica en el discurrir de los ya tradicionales festejos de la capital de la Costa del Sol, convertidos en un fenómeno de masas en la última década. Muestra de ello es que casi de manera calcada, edición tras edición, desde el Consistorio se elevaba a unos seis millones el número de visitantes congregados.

Desde el arranque de la fiesta, en 1887, cuando la ciudad decidió celebrar el cuarto centenario de la toma de Málaga por parte de los Reyes Católicos, ocurrida en 1487, veinte son los episodios en los que la ciudad se quedó sin celebración: 1892, 1897, 1898, 1902, 1904, 1905, 1909, 1914, 1915, 1916, 1917, 1918, 1919, 1920, 1931, 1936, 1937, 1938, 1939 y 1941. Buena parte de estos registros coinciden en el tiempo con hitos históricos nacionales, caso de la Guerra de Cuba, la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil, que forzó la cancelación durante varios ejercicios de manera continuada.

La suspensión vigente guarda una similitud evidente con los otros episodios en los que no pudo tener lugar, en lo que a la gravedad de los acontecimientos se refiere. Los malagueños se ven obligados a esperar un año sin la certeza de que, llegado ese momento, la nueva normalidad permita acontecimientos semejantes a los conocidos hasta los meses previos al coronavirus. 

El Ayuntamiento no renuncia, en cualquier caso, a plantear un calendario de actividades que permita mantener viva la ciudad en las últimas semanas de julio y el mes de agosto sobre la base de eventos culturales y, sobre todo, musicales. Pero todo medido al milímetro, en espacios acotados y con el aforo limitado, de manera que sea factible garantizar la distancia mínima de seguridad entre personas. El Auditorio de Cortijo de Torres, Gibralfaro… Son algunas de las opciones ya apuntadas por la concejala de Fiestas, Teresa Porras.

Una vía alternativa que defendía Porras en la necesidad de ofrecer razones para que la economía local se mueva. Y hacía de manera muy directa alusión a los negocios de hostelería, a los que la herida causada por el coronavirus se agranda de manera exponencial. En el intervalo que va desde que se activó el estado de alarma, a mediados de marzo pasado, hasta el momento presente, han visto la cancelación de dos de los grandes eventos de la capital: las procesiones de la Semana Santa y la Feria de Agosto.

Atendiendo a la bibliografía existente sobre los festejos de la ciudad, caso de los artículos elaborados por el historiador Elías de Mateo, el nacimiento oficial de las fiestas tuvo lugar en un escenario marcado por una extrema crisis económica, con la filoxera y la desindustrialización como exponentes claros. A esto se sumó una secuencia de catástrofes naturales, con terremotos, inundaciones… 

Ante este desolador panorama, las autoridades del momento buscaron una respuesta mediante la que incentivar la economía local. Y en este punto surgió la idea de, aprovechando el IV centenario de la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, organizar una celebración a la altura del acontecimiento. Para dar forma a la iniciativa, se constituyó una comisión con todas las fuerzas vivas de la ciudad, con la Hermandad de la Victoria como referente. No obstante, ante el estancamiento del asunto, tuvo que ser una representación de la gran burguesía local, de las asociaciones culturales y económicas y del periodismo los que acabasen tomando el protagonismo. 

La financiación necesaria para ir adelante con los festejos asomó como el gran problema a resolver, dada la carestía de las instituciones públicas del momento. Ante esta situación, se optó, según De Mateo, por enviar circulares a todas aquellas personas con una situación económica desahogada solicitando una "suscripción voluntaria" para atender los gastos. El mecanismo permitió recaudar 57.793 pesetas y 65 céntimos. Ahora los parámetros económicos se elevan por encima de los 5 millones de euros.

La primera Feria se alargó dos semanas en el calendario, iniciándose el 18 y terminando el 31 de agosto. Un periodo en el que se sucedieron actos variados, algunos de carácter claramente religiosos y otros lúdicos, como espectáculos callejeros con dianas, retretas, veladas y bailes populares, fuegos artificiales y corridas de toros. Nada que ver con el formato actual de una Feria con dos espacios de celebración, el Centro histórico y el Cortijo de Torres; con un movimiento económico que se estima en más de 60 millones de euros, con seis millones de visitantes… Toca esperar. 2021 será otro año.

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