Escuelas exportadoras de talento
David Vargas Arechaga empezó a trabajar en Londres al día siguiente de terminar sus estudios en La Cónsula y en tres meses se ha convertido en jefe de cocina
En un sólo día, el pasado lunes, tres ofertas de trabajo llegaron a La Cónsula. Y no se trata de un hecho aislado. Casi a diario reciben peticiones de restaurantes de la costa y de otras provincias para buscar personal amparados por las garantías que ofrece el nombre de las Escuelas de Hostelerías de Málaga y Benalmádena. Por eso, tanto los docentes como los alumnos dicen que de allí todo el que quiere sale trabajando. Y uno de esos ejemplos puede ser el de David Vargas Arechaga.
Este joven de 23 años es de la promoción 2013-2015 de La Cónsula. Vivió una etapa muy problemática en el centro, empezaron con dos meses de retraso su primer curso y en segundo sufrieron varios meses de parones en la cocina. Pero al día siguiente de terminar sus estudios empezó a trabajar en Londres, literalmente hablando. Tres meses después es jefe de cocina de una empresa de catering, Passion Event, y crea sus tapas para el pub Duke of Wellington, en el centro de la capital británica. Está orgulloso de haber llegado hasta ahí en tan poco tiempo y relata que como él, muchos compañeros están haciendo realidad su sueño. Por eso no entiende lo que están dejando que suceda con las escuelas de hostelería de la provincia.
"Antes de terminar de estudiar estamos trabajando, desde el primer año todo el que ha querido ha tenido un puesto", explica Vargas Arechaga, que inició su formación en la escuela de cocina Cuevas de Nerja y luego fue elegido para ocupar una de las 22 plazas de cocina de La Cónsula entre 600 aspirantes. "Salimos muy bien preparados, tanto para ser cocineros -en el caso de esta rama- como para gestionar un restaurante, incluso gente sin experiencia sale hecho un cocinero", relata. Y la diferencia con otros centros, considera, es la cantidad de prácticas que ofrecen centros como La Cónsula y La Fonda. "Estamos constantemente en la cocina, los cinco días de la semana, cuando en algunos ciclos formativos las prácticas son un día", comenta el antiguo alumno del centro malagueño.
Por eso fue tan importante para él aprovechar la oportunidad que se le brindó con su plaza en La Cónsula. "Te sientes muy valorado y todos, en general, estuvimos estudiando muy motivados, con las ideas muy claras", agrega el cocinero que tiene un contrato indefinido en Londres aunque tan sólo lleva allí desde el 19 de junio. "Me salió la oportunidad, quería vivir una experiencia nueva y seguir con el inglés", dice. "Los cocineros que salimos de aquí llevamos el nombre de España fuera y nos piden eso, que sepamos de cocina española", apunta Vargas Arechaga. A miles de kilómetros hace tapas de lunes a viernes, los sábados paella y los domingos sunday roast, un plato inglés típico.
Productos de España es su proveedor y los surte de todo lo que necesitan para elaborar unas sabrosas gambas al pil-pil, unas berenjenas fritas, un pulpo a la gallega o un chorizo a la sidra. Pero lo que más gusta allí, subraya, "son las croquetas de jamón y el chocolate con churros". Adaptan el popular fish & chips y hacen un cazón en adobo que también gusta al mayoritario público inglés que llena el pub. Eso sí, el sábado se llena de españoles que van a sentirse como en casa con su paella. "Está siendo una experiencia genial, estoy súper contento de salir de una escuela y convertirme en jefe en tres meses", relata. Otro compañero de la escuela es su segundo.
Por eso, reclama "el derecho a la educación" de los alumnos de las escuelas de hostelería y pide que no se siga "complicando la vida a los alumnos y a los profesores, que ya acumulan cinco sueldos sin cobrar". "Todo esto es un pena", lamenta y confía en que finalmente "no se carguen las escuelas porque la Costa del Sol necesita profesionales en el sector bien preparados". Para él, dejar a estos centros morir "sería una lástima, perderían todos", recalca. Máxime cuando aquí se vive del turismo. Inexplicablemente para él y para muchos, la situación de estos centros continúa sin ver una salida cercana. La agonía se prolonga entre promesa y promesa nacida en papel mojado.
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