Familias diferentes, familias iguales
Parejas homosexuales aseguran no haber sentido discriminación, pero reivindican protocolos en los centros educativos para que se respete la diversidad familiar
Domingo. Almuerzo al aire libre en un parque. Hay mucho bullicio y niños que corretean bajo la atenta mirada de sus padres. Luego de llenar el estómago, llega la hora de los juegos. Los niños ríen, inventan actividades y se lo pasan de miedo... Sus padres también. Son un puñado de familias como las demás. Iguales, aunque diferentes. Porque están formadas por parejas homosexuales. El hijo de Miguel Barrero tiene 3 años. Miguel y Carlos acudieron a la adopción nacional para poder ser padres. "La adopción internacional está cerrada para las parejas gays en la mayor parte del mundo", explica Miguel.
Después de tres años de trámites, finalmente hicieron realidad su deseo de tener un hijo. Así que el pequeño tiene dos padres. Papá Carlos y papá Miguel. "Para él es normal porque tiene amigos con dos papás o dos mamás", explica Miguel. "Somos iguales a otras parejas. Estamos centrados en el niño, en llevarlo al parque... Ahora lo de salir por la noche lo tenemos restringido, pero hacemos más vida de día y en vez de salir a cenar, vamos a comer a mediodía a restaurantes con parque de bolas. Lo mismo que haría cualquier pareja con niños pequeños", cuenta. Esta pareja malagueña asegura que hasta ahora no ha sentido discriminación, pero sí teme que la sufra su hijo. "Seguramente alguien se meterá con él porque tiene dos papás, pero le vamos a dar herramientas para que no lo vea como un insulto", argumenta Miguel.
Debido a la crisis, las parejas heterosexuales se plantean menos la adopción internacional por sus costes. Así que ahora, la bolsa de personas que desean adoptar en España es mayor que hace unos años; lo que dilata más los tiempos de espera. Y en esa espera están Miguel y Carlos. "Nosotros estamos tan contentos que hemos pedido otro niño", relata Miguel.
Juan Andrés, casado con Tomás, tiene un hijo adoptado de 4 años. Como otras parejas gays, asegura que personalmente no se ha sentido discriminación. No obstante, aclara que en el proceso de escolarización ya se le han planteado los primeros problemas. Por ejemplo, señala que en su zona de residencia hay un colegio público con población en riesgo de exclusión y tres centros religiosos concertados. Al final, ha tenido que escolarizar a su hijo fuera de su entono. Y lo explica: "Si la Iglesia no me considera como familia, qué le van a decir a mi hijo. No podemos arriesgarnos a escolarizarlo en un colegio religioso donde no sabemos qué le van a decir sobre su familia". Para Juan Andrés, si la Constitución española reconoce a las familias formadas por gays, es un "anacronismo" que la educación esté "en manos de religiosos católicos que no aceptan los preceptos constitucionales de considerarnos una familia más".
Juan Andrés agradece la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, pero recuerda que ahora hay que bajarla a la realidad con medidas concretas para que se haga efectiva. Y para ello propone que la Administración autonómica elabore protocolos para los centros educativos a fin de que se avance en el respeto a la "diversidad familiar"; es decir, a los distintos modelos de familia que existen en la actualidad. Como denuncia, recuerda que los libros de texto siempre aluden a un núcleo formado por padre, madre e hijos. "Incluso en los colegios públicos no hay referentes de la diversidad familiar", se queja Juan Andrés.
En estos tiempos, las parejas gays no sólo tienen la tarea de sacar adelante a sus hijos, sino también, la de luchar por su igualdad. Y es que ellos no quieren que sus hijos sufran, igual que el resto de los padres.
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