Foráneos cautivos de la Axarquía

La mayoría llegaron por casualidad y ya no pudieron marcharse. La zona este de la provincia malagueña engancha y extiende sus fronteras por los cinco continentes

Mayte Cortés / Vélez-Málaga

26 de julio 2009 - 01:00

35.000

La mayoría de ellos llegó por casualidad pero no pudieron resistirse a sus encantos. Un familiar, un trabajo o un viaje fortuito les trajo a la Axarquía y después de una década continúan aferrados a sus montañas y a sus playas. Desde Estados Unidos, Finlandia, Inglaterra o Argentina han ido llegando al levante malagueño para quedarse. Ninguno de ellos está dispuesto a regresar a su país natal porque han encontrado en esta comarca todos los ingredientes que buscaban.

Los extranjeros que han elegido la Axarquía para fijar su lugar de residencia se han incrementado de forma considerable en los últimos diez años. Son casi 35.000 y la mayoría de ellos se han instalado en el litoral, aunque también los hay que prefieren el interior como ocurre en Comares, Frigiliana o Sedella. En Cómpeta, La Viñuela o Alcaucín casi llegan a configurar la mitad de la población. Excepto en Macharaviaya, donde predominan los alemanes, en el resto de municipios menores de 20.000 habitantes los residentes extranjeros son de Reino Unido, según el Instituto de Estadística de Andalucía.

Sin embargo la explosión de interculturalidad que se da ya en la Axarquía tiene su máximo exponente en los pueblos costeros donde existen más de 25.000 residentes extranjeros. En Torrox y Nerja hay más de 70 nacionalidades diferentes y representan casi un tercio de la población. El municipio del Balcón de Europa cuenta con 6.663 de los 22.167 habitantes censados. Los más numerosos son los británicos, con un total de 2.708; seguidos de argentinos (576), alemanes (547), suecos (398), marroquíes (225) y franceses (219). Además, hay vecinos originarios de Armenia, Pakistán, Bielorrusia e India.

A este pueblo, en cuyo Ayuntamiento existe desde hace años una concejalía para residentes extranjeros, llegó Simon Richardson hace seis años procedente de las Islas Caimán. Este británico dejó el exótico Caribe para instalarse en un acogedor Mediterráneo. Montó un restaurante en uno de los barrios más locales de Nerja, se puso a colaborar en todas las actividades que se desarrollan en el municipio y con la Asociación Live (Los Internacionales Viven en España) que trabaja con la Ciudad de los Niños en la capital malagueña. Lo que más aprecia de vivir en esta localidad es la tranquilidad, la seguridad y el papel fundamental que juega la familia. Simon es padre de dos hijos de 6 y 2 años y descubrió Nerja gracias a sus suegros que hacía catorce años eran residentes. "Me gusta mucho el ambiente tan familiar que hay en España, hacer con mis hijos actividades de playa y participar en las fiestas de San Isidro o San Juan", comenta este joven de 36 años que también ha creado un guía de restaurantes de Nerja. "Vinimos en 2003 para pasar quince días y acabamos en el Hospital Comarcal donde nació mi hijo", bromea el propietario del Caribean Café donde se puede tomar comida exótica y todo tipo de cócteles. Simon presume de que la vida que ha escogido en Nerja le permite tener tiempo para todo. Por eso está tan implicado en el proyecto de construcción de una piscina en la Ciudad de los Niños con los que colabora recogiendo alimentos por los comercios locales, cocina en comidas benéficas o recoge regalos por Navidad. "Para mí la familia es muy importante y en ello incluyo a los niños que necesitan mi ayuda", cuenta mientras espera emocionado las próximas salidas que espera hacer con estos pequeños.

A Laura Weatherby y a su esposo Kurt les trajo a Nerja el trabajo y la familia. Llevan cuatro años en el municipio del Balcón de Europa y están muy satisfechos de haber cambiado Los Ángeles por esta pequeña localidad axárquica. Regentan un hotel para perros y gatos. Y aunque como todos, sufren las consecuencias de la crisis, son muchas los viajeros que optan por dejarles sus mascotas mientras disfrutan del verano. Laura es británica y habla perfectamente español. Defiende que no sólo conoce el idioma porque estuvo en el Teatro Lido y en el Circo Mundial de gira por el país sino que porque "las nuevas generaciones" se preocupan por aprender el idioma del lugar en el que viven. También trabajó de enfermera en Reino Unido y en Estados Unidos de dónde es su marido pero se decidió venir a Málaga porque "quería hacer otra cosa". Sus padres habían sido criadores de perros caniche y encontraron como negocio la hospedería de animales. Con su jubilación, Laura decidió hacerse cargo y cambiar de aires. "Me encanta la gente es fantástica. Es un pueblo precioso aunque lo prefiero en invierno con menos gente", sonríe esta británica cuyo marido que también chapurrea el español asiente. Ambos están en la Escuela de Idiomas y aseguran que cocinan comida española. "Vamos a bares de españoles para ver a británicos me voy a mi tierra. Nos gustan hasta las tradiciones de sus habitantes", añade. Por su parte, Kurt asegura que el clima no es ningún problema ya que está apenas cinco grados por encima de Los Ángeles. Tampoco quieren irse.

En Torrox, existen algo más de 6.000 residentes extranjeros entre una población de 16.395 habitantes censados. La mayoría de ellos son alemanes. De hecho representan el 41,17% según el SIMA. Los primeros llegaron en 1959 cuando el señor Hoffman edificó la urbanización que lleva su mismo nombre en Torrox costa. Los pisos se vendieron en Alemania en varios días. Tres décadas después esta población malagueña cuenta con la mayor población de alemanes de la península y la segunda de España. También es significativo el incremento del número de argentinos, comunidad mayoritaria en Rincón de la Victoria. Cuando Enrique Zátara llego a este pueblo axárquico sólo había dos familias. Hoy pueden superar las 400.

Enrique llegó a Torrox hace 17 años. Lo hizo huyendo del periodismo y aunque lo intentó en España vendiendo bisutería acabó volviendo a la profesión a la que había dedicado toda su vida. Fue el primer director de la radio municipal y actualmente tiene un periódico mensual conocido en toda en la Axarquía. Dos días en semana hace el único programa para y por inmigrantes. "Con Identidades buscamos conocer la realidad de los inmigrantes en la Axarquía. Contar experiencias, problemas, ilusiones, debatimos las leyes y difundimos cualquier tipo de actividad", explica este periodista que dice ser "un axárquico con acento argentino". Actualmente tiene en el edificio de El Convento una exposición con 40 fotografías que muestran la diversidad de rostros de la comarca. Esta actividad está enmarcada dentro de la Semana Intercultural que organiza el Ayuntamiento de Torrox. "Las diferentes comunidades de extranjeros deben conocerse entre sí. Es fundamental su integración", señala Enrique, quien como muchos otros llegó "por casualidad". "Me dijeron que se vendía bien en el mercado de Torrox, vine probé y me enamoré del lugar", comenta Zátara quien recuerda que ahora "no es ni una décima parte de lo que fue". "Sólo estaba la urbanización Van Hoffman, el resto de la costa estaba limpia de edificaciones. Por la carretera se podía ver cómo salía el sol", rememora.

Sari Karhapaa es una joven finlandesa que tras estar varios años viviendo con su marido en Vélez - Málaga decidió buscar la tranquilidad del interior. La encontró en una pedanía de Canillas de Aceituno. Estudió traducción e interpretación francesa, sin embargo, acabó en España, al pie de la sierra de Tejeda y Almijara. La primera vez que visitó este país fue en Barcelona en 1998 y tras recorrer alguna provincia andaluza recayó en Fuengirola desde donde visitaron diferentes pueblos de la provincia. No querían quedarse junto a las comunidades finlandesas de la costa occidental. "Me gusta vivir entre españoles. La gente, su estilo de vida, sin prisas y sin ansias de ganar dinero. Desafortunadamente, esto está cambiando", opina esta finlandesa que lleva casi diez años en la Axarquía. Fue en Torre del Mar donde encontraron el sitio ideal y de allí a las montañas axárquicas. "Nos encanta salir de casa y ver la sierra", comenta Sari para quien a pesar de la diferencia "el clima no resulta ningún problema". "Siempre y cuando no hablemos del terral", aclara. A pesar de que a ella y sobre todo a su marido les costó trabajo incorporarse al mercado laboral después de seis años están más que asentados en la comarca. Ella trabaja en un centro de adultos y escribe y traduce trabajos a sus compatriotas. También a sus vecinos de Pasada de Granadillos a los que les ayuda con las cartas que llegan "aunque están en español". "Nos encanta el pescado, el gazpacho y la tortilla de patatas", dice Sari quien no se pierde un guisado de hinojo en invierno. Así, es difícil pensar en marcharse.

Ena Margaret Walker es la más veterana. Lleva 17 años en viviendo en un barco del puerto de Caleta de Vélez. Nunca pensó que ese fuese su modo de vida pero "la libertad que le imprime no la cambia por nada". Es británica. En Torre del Mar todos la conocen y ella siempre responde con amabilidad. Ha sido nutricionista y ha trabajado en Guayana, la India o Bagdad. Un día visitó Nerja y "se enamoró". Allí compró un piso "porque era barato", sin embargo prefiere vivir en Everglades. "Me encanta mi estilo de vida. He tenido que aprender a navegar, a limpiar los motores, a cuidar la madera, pero compensa porque estoy apartada del ruido del mundo", asiente Ena a quien le cautiva "la amabilidad y la simpatía de la gente". Ahora, está pensando en volver a viajar. Pero seguro volverá a su casa en el mar, en la Axarquía.

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