Málaga

Heladerías Cremades en Málaga, 54 años de tradición y sumando

Paloma Cremades sosteniendo una fotografía de su padre, Luis Cremades

Paloma Cremades sosteniendo una fotografía de su padre, Luis Cremades / S.S.

En los barrios marineros de Pedregalejo y El Palo, existe un negocio familiar que 54 años después, sigue resistiendo al paso del tiempo. Se trata de las heladerías Cremades, que más que un simple negocio, son el legado de Luis Cremades, un hombre cuyo espíritu emprendedor convirtió un sueño en realidad.

Aunque Luis falleció hace ya 11 años, su presencia es tan palpable como el sabor de sus helados. Su esposa Mari Carmen y sus hijos, Juan Luis, Javi, Raúl y Paloma, junto con sus 12 nietos, mantienen viva su memoria día tras día, con cada helado que sirven y cada sonrisa que comparten. Paloma, que junto a su hermano Juan Luis asumió la responsabilidad de liderar la empresa familiar, cuenta con orgullo la historia de su padre.

Los orígenes

Luis era un hombre sencillo, proveniente de una familia humilde que se dedicaba a la agricultura. Natural de Tibi, un pequeño pueblo de Alicante, aprendió el arte de hacer helados siendo muy joven. Con 15 años empezó a trabajar en diferentes heladerías por toda España, perfeccionando su técnica de la mano de maestros artesanos

Paloma explica que en aquellos tiempos era "un trabajo muy duro". "Por la mañana mi padre se dedicaba a hacer los helados a mano, batiendo con esfuerzo a base de hielo picado. Luego tenía que ir corriendo a venderlo con el carrito a cuestas, que no estaba siquiera refrigerado y el helado se mantenía a base de hielo y sal. Se iba a las puertas de los teatros o de los toros, intentando venderlo todo lo más rápido posible para que no se echase a perder", cuenta Paloma.

Con el paso del tiempo Luis formó una familia, y tras vivir un tiempo en Ceuta se mudaron a Málaga. "En aquel entonces mi padre era gerente de una empresa de suministro de buques, pero siempre tuvo esa inquietud empresarial y la añoranza por volver a hacer lo que mejor se le daba; hacer helados. Al final, con el apoyo de sus jefes, decidió embarcarse en la aventura de abrir su propio negocio. Así nació la primera heladería Cremades, en el barrio de El Molinillo, hace 54 años", relata Paloma.

El negocio fue creciendo, de El Molinillo a la Avenida San Sebastián. El tercer local en abrir sus puertas fue el del barrio de Pedregalejo, pero para comprarlo Luis tuvo que vender el establecimiento de la Avenida San Sebastián. Diez años después llegó la heladería de El Palo, situada en una antigua casa de pescadores. Años más tarde se vendió la de El molinillo. Actualmente las que se mantienen activas son las de los dos barrios pesqueros. 

"Cuando abrimos el local de Pedregalejo yo ten'ia siete añitos. Mi padre me sentó frente a la heladería y me dijo; mírala, ¿a que es la más bonita del mundo? Y estaba pensando el otro día que si él estuviera aquí, volvería a decir lo mismo, que es la heladería más bonita del mundo. Porque lo es, al menos para nosotros, porque le hemos puesto mucho amor y corazón", comparte con emoción Paloma.

Ser mamá y empresaria

Paloma Cremades sirviendo un helado de turrón, el sabor más popular Paloma Cremades sirviendo un helado de turrón, el sabor más popular

Paloma Cremades sirviendo un helado de turrón, el sabor más popular / S.S.

Durante muchos años, Paloma se ha tenido que enfrentar al desafío de equilibrar el trabajo con la crianza de tres hijos. Licenciada en Magisterio, al terminar la carrera coincidió con la jubilación de su padre: "Iba a empezar a prepararme las oposiciones, cuando surgió la oportunidad de seguir con el negocio. Desde jovencita, mi padre me animaba a involucrarme en la heladería, por lo que ya estaba familiarizada con su funcionamiento. Decidí darle una oportunidad, y nunca he lamentado mi elección".

Los comienzos fueron difíciles; Paloma tenía tan solo 23 años cuando asumió la dirección de la heladería en El Palo. La malagueña ha definido el mundo heladero de aquel entonces como "un sector dominado por hombres y tradiciones arraigadas". "Tuve que superar numerosos obstáculos, sin embargo, mi determinación y deseo de aprender me abrieron camino, y finalmente, encontré mi lugar", afirma Paloma.

La empresaria relata que otro de los desafíos fue casarse y convertirse en madre a muy temprana edad: "Mi mayor deseo siempre fue ser madre. Intento conciliar lo mejor posible mi trabajo con la maternidad. Aunque es complicado, porque yo le quiero dedicar tiempo al negocio y a los niños, y estar presente en todos los sentidos, pero también es muy gratificante. Los niños valoran mucho el tiempo que les dedico, y me hacen muy feliz".

Paloma confiesa que otra de las cosas que más le gusta de su profesión es trabajar cara al público, especialmente en barrios "tan encantadores y cercanos" como Pedregalejo y El Palo, "con unas vistas privilegiadas en primera línea de playa". "Siempre digo que nuestros padres nos dejaron una herencia muy bonita al permitirnos trabajar en un lugar frente al mar donde repartir felicidad. Además es un sitio de donde los clientes siempre salen más alegres que cuando entraron, porque al final, los helados son sinónimo de felicidad. Como dice mi hermano Juan Luis, el que más helados come, es más feliz", afirma.

El futuro del negocio

Nuevo local reformado en Pedregalejo Nuevo local reformado en Pedregalejo

Nuevo local reformado en Pedregalejo / S.S.

Tanto Paloma como el resto del clan Cremades tienen la esperanza de que el negocio continúe prosperando durante otros 50 años más. Con una confianza del 90% en que la empresa permanecerá en manos de la familia, esperan que sus hijos sean quienes lo lleven adelante: "Mis niños están muy involucrados en la heladería. Están estudiando pero los fines de semana trabajan aquí, y yo también intento transmitirles esa pasión por el oficio. Helados Cremades seguirá siendo Helados Cremades, con un Cremades en cabeza", sostiene Paloma.

Inicialmente, la idea de expandir el negocio parecía inalcanzable debido a las demandas del sector hostelero, que implica trabajar los fines de semana y en horarios nocturnos. Sin embargo, a medida que sus hijos han ido creciendo, la perspectiva se torna más viable. "Ahora que los niños se hacen grandes, están colaborando mucho más. Ya estamos pensando en abrir una nueva heladería cuando nos recuperemos económicamente de la reforma que hemos hecho, que ha sido una inversión importante", explica Paloma.

Reforma y reapertura

Nuevo local reformado en Pedregalejo Nuevo local reformado en Pedregalejo

Nuevo local reformado en Pedregalejo / S.S.

Aunque para Paloma Pedregalejo y El Palo son dos barrios que conservan "una identidad propia muy marcada", ha expresado su preocupación al ser testigo poco a poco del ocaso y desaparición de muchos negocios tradicionales. "Nos enorgullece seguir apostando por el barrio y resistiendo al paso del tiempo. A pesar de las numerosas ofertas para comprar, alquilar o traspasar el local, seguimos firmes en nuestra decisión de mantenernos en el barrio y preservar nuestra marca", afirma.

Recientemente, el local de Pedregalejo ha sido reformado, revelando una nueva imagen y reabriendo sus puertas al público el pasado 19 de marzo. Esta fecha tiene un significado especial, ya que marca el 40 aniversario de la apertura original del establecimiento, que también tuvo lugar un 19 de marzo. Esta elección no fue aleatoria, ya que coincide con el Día del Padre y representa una tradición histórica en la inauguración de heladerías.

Paloma deseaba que el nuevo local estuviera operativo el 19 marzo para conmemorar dichas fechas, pero también tenía en mente otro día importante: el 20 de marzo, el aniversario de 11 años del fallecimiento de su padre, el fundador. "Pensaba que si no tenía la heladería abierta el día 20, mi padre vendría a buscarme desde donde quiera que esté para que la abriera", comparte Paloma con una sonrisa.

La reciente reforma no solo ha cambiado la estética del local, sino que ha resaltado el corazón de la heladería. La instalación de una ventana en el área del obrador permite a los transeúntes observar el proceso de elaboración de los helados. "Queremos que todo el mundo pueda apreciar cómo fabricamos nuestros helados, sentir los aromas a canela, limón. El proceso de elaboración es una parte preciosa de nuestra identidad, y queremos compartirlo con el público", agrega Paloma.

A pesar de los cambios estéticos, la esencia del establecimiento sigue siendo la misma. "No ha habido cambios en la carta, ha sido más bien un cambio de imagen. La idea de la reforma era modernizar el local, pero manteniendo su esencia. El corazón de la heladería, que son los sabores, siguen siendo los mismos", explica Paloma.

Interior de la heladería, donde se elabora el producto Interior de la heladería, donde se elabora el producto

Interior de la heladería, donde se elabora el producto / S.S.

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