Hermosa Sicilia VII: Siracusa II
El jardín de los monos Juan López Cohard
Gracias al Nuevo Puente de Santa Lucía la isla de Ortigía se convirtió en una península que se halla al sur de Siracusa
Ciudadano Cohard
A buen entendedor
“Carcer ille qui est a crudelissimo tyranno Dionysio factus Syracusis, quae lautumiae vocantur, in istius imperio domicilium civium Romanorum fuit.” O sea: “Esa prisión que hizo el cruel tirano Dionisio en Siracusa, que se llama latomia, fue la residencia de los ciudadanos romanos durante su reinado”. Así hablaba Cicerón en sus “Verrinas” de lo que fueron las latomías, utilizadas por el tirano Dionisio I para encarcelar a miles de atenienses y que luego utilizó el tiránico gobernador Verres para encarcelar a ciudadanos romanos. Pero sepamos qué son las latomías. La palabra proviene del griego “lâs” (piedra) y “tomíai” (tallar). El significado es pues el de “cantera” en la que la piedra se extrae, como en una mina, formando grutas en las que se dejaban pilares para aguantar el techo. La piedra era utilizada en la construcción y las cuevas se utilizaron como cárceles, entre otros usos. Las latomías más famosas fueron las de Siracusa. Como curiosidad, para los malagueños, les recordaré que las canteras de Almayate, de dónde se obtuvo sillares para la construcción de la catedral de Málaga, son una latomía impresionante que desconozco si ahora es visitable.
Gracias al Nuevo Puente de Santa Lucía la isla de Ortigía se convirtió en una península que se halla al sur de Siracusa. La ciudad se extiende hacia el norte en lo que se denomina “Tierra firme”, pues bien, en el extremo noroeste se encuentra el Parque Arqueológico de la Neapolis, Entramos en la Siracusa capital de la Magna Grecia. Pero antes de cruzar la entrada vamos a detenernos en la capilla de San Nicoló del Cordari que es del s. XI, en la que se conserva perfectamente el ábside y el pórtico lateral y que debajo tiene una cisterna de tres naves para alimentar de agua al anfiteatro romano en las celebraciones de naumaquias.
Imagínense una losa hecha con bloques de piedra tallada, de 198 m. de largo por 29 de ancho. Es la base de un altar donde se sacrificaban 450 toros en honor del dios Júpiter Libertador en sus fiestas. Era el altar del tirano Hierón II. Lo mandó construir en el si III a.C. Junto a él está la Latomía del Paradiso. Era la cantera más grande y profunda, pero por algún terremoto que otro, en algunas partes se le cayó el techo y quedaron a cielo abierto, donde ha crecido diversa vegetación creando un verdadero paraíso. Entre la piedra de caliza blanca y gris y el verde de la vegetación forman bellísimos jardines. Pero es famosa también esta latomía porque han quedado dos grutas en pie. Una, la más famosa, llamada la “Oreja de Dionisio” y otra conocida como la “Gruta de los cordeleros”. La primera fue bautizada así por el pintor Caravaggio, ya que la forma de la entrada recuerda una de las orejas de burro con que Apolo, que tañía la lira, castigó a Midas, que hacía de juez, por dar vencedor a Pan que tocaba la flauta. De ahí proviene el gorro frigio que Midas usaba para disimular sus orejas de burro. Esta gruta tiene unas condiciones acústicas excepcionales y se cuenta que, desde arriba, Dionisio espiaba a los prisioneros escuchando sus conversaciones. La segunda, es llamada “de los cordeleros” porque su grado de humedad favorecía el trabajo de éstos que establecieron sus talleres en ella hasta hace bien poco.
Desde la Latomía del Paradiso se accede a la “Latomía Intagliatella”, con una fuente y árboles frutales, a la de Santa Venera, con un precioso jardín, y también a la “Necrópolis Grotticelli” donde podemos observar numerosas tumbas griegas, romanas y bizantinas, entre ellas una que es tomada por la tumba de Arquimedes pero que en realidad es un colombario de época romana. El recorrido que hemos hecho ha sido de noroeste a noreste y en él habremos podido contemplar el Teatro Griego. Es el teatro más grandioso que ha llegado hasta nuestros días. El escritor de mimos Sofrón de Siracusa, allá por el año 430 a.C., nos habla ya de este teatro, famoso por sus representaciones memorables, de las que recuerda las “Etneas” de Esquilo, aquél gran dramaturgo de muerte ridícula. Murió por un testarazo en la cabeza con un caparazón de tortuga que un quebrantahuesos dejó caer al confundir su calva con una roca. Para Diodoro Siculo era el teatro más bello de Sicilia y Cicerón lo calificó como “máximum”. Pena que la piedra de la parte superior de la cavea fue utilizada por el emperador Carlos V para fortificar Ortigía.
También nos encontraremos con el Anfiteatro Romano. Majestuoso, de forma elíptica, solo fue superado en tamaño por el Coliseo de Roma y la Arena de Verona. Se llega a él a través de un viaducto que tiene a sus lados sugestivos sarcófagos de piedra. El edificio se remonta al siglo III d.C. y en él se ofrecieron espectáculos con gladiadores, fieras y hasta batallas navales.
Las latomías, aparte de ofrecernos unas formaciones espectaculares con la piedra caliza blanca y unos jardines subtropicales que se asemejan a paraísos bíblicos, también gozan de algunas curiosidades como un árbol milenario bautizado como el “Ficus de la Pagoda” o la escultura, bellísima, de “Prometeo encadenado” del escultor siciliano Biagio Poidimani. Igualmente nos encontraremos muy cerca la iglesia y las catacumbas de San Juan. La iglesia es bizantina, del s.VI d.C. y fue construida encima de la cripta del obispo San Marciano, mártir sepultado aquí en el s.III d.C. El acceso a las catacumbas es por la propia cripta marciana. Las catacumbas son un auténtico cementerio subterráneo, de los siglos III al V d.C., con miles de nichos en sus galerías.
Pero la joya, una de las más impresionantes, no solo de Sicilia, sino del mundo greco-romano, es el Museo Arqueológico Regional “Paolo Orsi” que está situado en Villa Landolina. Dedicado al insigne arqueólogo que lleva su nombre, con más de 9.000 m(2) de superficie, es uno de los museos arqueológicos más importantes de Italia. Alberga una de las más importantes colecciones de la civilización prehistórica y protohistórica de Sicilia, pero no se le quedan atrás las colecciones griegas y romanas. El museo es realmente impresionante y una auténtica delicia tanto para expertos arqueólogos como para neófitos en el tema. Este museo lo tiene todo para satisfacer la curiosidad del visitante. Comienza por ser muy original en la forma de exponer las piezas arqueológicas y termina porque las expone acompañadas de numerosas ilustraciones, dioramas y, en fin, todos los medios audiovisuales de la máxima tecnología para que los artefactos se puedan contemplar en su contexto medioambiental, histórico y social.
Partiendo desde un centro circular que se convierte en el punto de referencia del visitante del museo, se distribuye por sectores, también superficies planas circulares, con un diseño como de margarita. El último de los sectores está dedicado al periodo griego-helenístico y romano. La colección de cerámicas griegas de figuras negras y figuras rojas es como para flipar, ¡qué belleza! Esculturas como la Venus Anadiomene, (una copia romana de la original helenística del s. II a.C.) que nada tiene que envidiarle a la de Milo. Guy de Maupassant, que se enamoró de ella, la describió así: “Con el brazo que le falta se tapa los senos; con la mano que le queda levanta un ropaje y oculta con él, con un gesto adorable, sus más secretos encantos. Todo el cuerpo está hecho, concebido, concentrado para aquél movimiento; (…). La Venus de Siracusa es una mujer y es también el símbolo de la carne.” O el fantástico León Corinzio, del s. VII a.C., o el Sarcófago de Adelfia, ya de época cristiana, son una pequeña muestra de los tesoros del museo.
Ya fuera de la ciudad griega, en la ciudad moderna, no se sabe si nos encontramos con la iglesia más fea del mundo, o quizá la más original, cuando menos la más extraña, como extraño es el suceso que dio lugar a que se levantara el Santuario de la Virgen de las Lágrimas. Allá por la década de los años 50 del pasado siglo, un matrimonio humilde vio como en un cuadro que tenían, hecho en yeso que representaba el corazón inmaculado de María, la Virgen comenzó a llorar lagrimeando por los ojos. El fenómeno se repitió días seguidos y su casa se convirtió en centro de peregrinaje para ver el milagro. Los milagros italianos siempre son tangibles, no se andan con apariciones en cuevas ni nada parecido. Yo fui testigo en Nápoles de la licuación de la sangre de San Genaro, una de las veces, porque se licúa tres al año. Bueno, pues en Siracusa el milagro fue el de la lagrimación.
Las lágrimas fueron analizadas y dijeron ser lágrimas humanas. El caso es que se inició y levantó el santuario. Un cono estriado de hormigón de 74 m. de alto, más otros 20m de estructura metálica y un diámetro en su base de 80 m. con una capacidad de unas 3.000 personas. La Virgen que lagrimea se encuentra en la cripta. El templo se comenzó a construir en el año 1984 y se inauguró en 1995. La verdad es que no sé si la Virgen llora, pero estoy seguro de que muchos visitantes, al ver el templo, sí que lo hacen.
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