Jefe de Psiquiatría del Niño en el Hospital Gregorio Marañón

"El 50% de los adolescentes que se suicidan no le han dicho nunca a nadie que quieren morirse"

Celso Arango López, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental.

Celso Arango López, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental. / P. Tejada

Tener una buena salud mental es tan importante como mantener una vida física saludable. Desde hace unos años, cada vez son más los niños y adolescentes a los que se les diagnostica un trastorno mental. Según la Organización Mundial de la Salud, los trastornos mentales tienen un mayor impacto en la vida de las personas que tienen entre 10 y 30 años que cualquier otra enfermedad. En este sentido, Celso Arango López, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental, jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y Adolescente del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y catedrático de Psiquiatría en la Universidad Complutense, sostiene que “algunas enfermedades mentales, a diferencia de otras patologías, comienzan a manifestarse de media a los 14,5 años de edad". También asegura que la mitad de los adolescentes que se suicidan nunca llegaron a comunicar lo que sentían, por lo que considera que se debe enseñar a los niños en los colegios a pedir ayuda. 

-¿Cómo de importante es que los niños y los adolescentes tengan una buena salud mental ?

-Es tan importante como cuidar cualquier aspecto que tenga que ver con la salud de la persona con la diferencia de que es un contexto mucho más amplio. La salud mental no es solo una parte de salud, es también la parte psíquica y la social. En los niños, un segmento de la población que habitualmente está sano, un 20% aproximadamente van a sufrir un trastorno mental en sus primeros 18 años de vida. Por lo que se pueda hacer para prevenir en la infancia es fundamental y la intervención debe ser eficaz para que transforme y modifique el curso de la patología.

-¿Cómo un niño o adolescente manifiesta que necesita ayuda?

-Lo piden de formas muy diversas como dejando de comer, dejando de dormir, disminuyendo su rendimiento académico o también como últimamente lo piden: cortándose y haciéndose daño físicamente. Con esta acción buscan matar el daño emocional, la angustia y la desesperanza porque mientras lo sufren el dolor físico, no sienten el emocional que para ellos es más angustioso. Las estadísticas no dicen que en España uno de cada cuatro adolescentes en alguna ocasión se ha auto infligido daño.

-¿Cómo se puede evitar que los jóvenes lleguen a este punto?

-Primero con una educación emocional en la que aprendan a comunicar que las cosas van mal de una forma más atractiva y menos dañina para ellos. Eso sí, una vez que ya han empezado a hacerse daño hay que intervenir cuanto antes porque muchas veces no saben pedir ayuda. El 50% de los adolescentes que se suicidan no le han dicho nunca a nadie que quieren morirse y el 50% de los niños que sufren acoso escolar tampoco lo dicen y sufren en silencio. Hay que enseñar a los niños en los colegios a pedir ayuda, a que no les dé vergüenza decir lo que están pasando mal y a detectar compañeros que lo están pasando mal. Poder ayudarles desde el respeto es una asignaturas muchísimo más importantes que Geografía, Historia, Matemáticas o Lengua. 

-Junto al acoso escolar, ¿Qué otros factores pueden perjudicar la salud mental de los adolescentes?

-El acoso escolar es un factor socio ambiental que claramente aumenta el riesgo no solo de suicidio sino de cualquier tipo de trastorno mental a lo largo de la vida, o bien se desarrollen justo después de haber sido acosado o a los 20 años. Un trastorno mental también puede causarlo el abuso sexual o el maltrato físico en niños. Estos factores de riesgo son claramente identificables y previsibles, pero hay algunos como el ser hombre que aumenta la posibilidad de padecer autismo o el ser mujer que influye en la depresión, que no se pueden modificar porque son genéticos. En cambio, el acoso escolar es un factor de riesgo, el cual es una lacra y no comprendo por qué no es obligatorio que en los colegios públicos, privados y concertados tengan buenos protocolos de prevención y actuación frente al acoso escolar. En edades más avanzadas también se encuentra el factor de riesgo de consumir tóxicos o cannabis, ya que son una puerta de entrada a los trastornos psicóticos.

-¿Por dónde se podría empezar con la prevención?

-Hay cosas que empiezan en la familia porque el vínculo es fundamental, el estar seguro en la vida. Se necesita a alguien que te abrace, que te necesite, que sepa que es lo que quieres y pueda darte lo que necesitas. Ese vínculo inicial hace a las personas seguras, por lo que estas tienen menos riesgo de sufrir un trastorno mental, ya que saben pedir ayuda. El ejercicio físico también es un factor protector frente a los trastornos mentales.

-¿Las redes sociales serían de ayuda?

-Las redes sociales tienen una parte buena porque ayudan a mantener en contacto a una comunidad que de otra forma no podrían hablar, pero tiene su parte negativa, ya que mal utilizadas son muy peligrosas. Muchas veces los adolescentes con poca personalidad o sentido de la capacidad de ratificarse a sí mismos y buscan la aceptación por parte de otros son más vulnerables a estas. Las redes también facilitan conductas nocivas que antes se quedaban en el colegio y ha creado canales que hacen que determinados trastornos mentales se agraven o incrementen a través de vídeos que convierten en una competición el saber cómo perder peso o incluso cómo cortarte o suicidarte.

-El consumo de pornografía en los jóvenes también ha aumentado, ¿Cómo afecta a su salud mental?

-El acceso a este tipo de contenido a personas que no son lo suficientemente maduras que antes no tenían acceso a estas imágenes es preocupante, ya no solo por lo sexual, sino por la violencia que reflejan porque en un futuro pueden llegar a pensar que lo que ven es lo normal. Por eso es alarmante que los niños de corta edad tengan acceso a estos vídeos, además que se suma a la posibilidad de que terminen siendo adictos al sexo.

-Ha viajado hasta Málaga para ofrecer la conferencia inaugural de la Cátedra ASISA de Salud Cerebral y Cognitiva de la UMA. En su título habla de una crisis mundial en la salud mental de los jóvenes, ¿a qué hace referencia?

-Trabajo en varias universidades en el mundo y sé de primera mano que la salud mental infanto-juvenil ha empeorado mucho recientemente en países como Bogotá, Filipinas, Manila y Málaga. También influye la globalización de la manifestación de la ansiedad y la depresión. Esto está haciendo que los servicios de urgencias de Europa y de todo el mundo estén colapsados.

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