Málaga

Lagunillas: solidaridad en riesgo

  • El centro ciudadano de Lagunillas ha perdido la subvención de 6.000 euros que le concedía el Ayuntamiento

  • Los voluntarios reparten comida diariamente a más de 40 familias necesitadas

Voluntarios en el exterior del centro ciudadano de Lagunillas.

Voluntarios en el exterior del centro ciudadano de Lagunillas. / JAVIER ALBIÑANA (MÁLAGA)

“Venir aquí es llegar a la Málaga humana, es donde yo vi por primera vez a la gente de carne y hueso dispuesta a ayudar”, comenta Rosario Escobedo, una mujer guatemalteca que vino a España en busca de refugio para ella y su nieto. Actualmente es voluntaria en el centro ciudadano de Lagunillas, lugar donde le dan comida y apoyo para poder vivir y seguir con su intensa búsqueda de trabajo.

El centro ciudadano de Lagunillas lleva 14 años dando comida a más de 500 familias al mes. Una ayuda que ofrece a personas necesitadas que no tienen recursos: desde mujeres que han sufrido violencia de género a jubilados que cobran una pensión insuficiente.

Francisco López, presidente del centro ciudadano de Lagunillas, critica que haya “comedores sociales en los que se dan plazos de quince días, entonces qué haces, ¿dos semanas sin comer?”. Además, afirma que “una de las políticas que tenemos en este centro es que aquí todo el mundo come”.

Reparten comida mensualmente a más de 500 familias de toda la ciudad

Una línea difícil de seguir este año, en el que están viviendo una situación insostenible y que está haciendo que “toquemos fondo”, asegura. El Ayuntamiento de Málaga les daba una subvención anual de 6.000 euros y el distrito 600 euros en el mismo periodo de tiempo. No obstante, por un “error” no han recibido este año el beneficio del Ayuntamiento, con el que hasta ahora “íbamos sacando el centro hacia delante”. El fallo, explica López, surgió a raíz de “un enfado personal con el distrito porque me parece irrisoria la subvención que dan para un barrio marginal”. Además, puntualiza que “no solo atendemos a gente del barrio, sino que ayudamos a personas hasta de Campanillas, de toda Málaga”. López recone que no presentó las facturas necesarias para la subvención del Ayuntamiento “porque, entre otras cosas, tenía una gran presión de alimentos, de personas y ese trámite lo tenía que haber hecho y, en forma de protesta, no lo hice”.

El presidente del centro ciudadano aclara que no pide dinero. “Pedimos que nos ayuden económicamente con los gastos, que nos arreglen la furgoneta para transportar alimentos, que nos den un bono de gasolina”, dice.

El centro atiende a unas 40 familias diariamente, un número que va en aumento debido a la escasez de asociaciones en otras zonas. Hoy, por ejemplo, van a atender a ocho familias nuevas. A cada persona le dan lo necesario para subsistir durante un mes: legumbres, pasta y lácteos, entre otros. Además, semanalmente reparten de cinco a siete toneladas de frutas y verduras frescas para todo aquel que lo necesite: “Tenemos dos furgonetas todo el día en la calle, trayendo alimentos. El distrito nos ha dejado un camión con el que podemos hacer el reparto de fruta y verdura. Sin este vehículo no podríamos hacer nada porque movemos muchos kilogramos de comida semanalmente”, señala López.

En total, son 25 los voluntarios que trabajan para ayudar a los malagueños más necesitados. Octavio Solís es uno de los voluntarios y beneficiarios de la ayuda que ofrece el centro. Cobra 330 euros de pensión no contributiva y son cuatro personas en la familia, con su único ingreso. “La crisis está aquí, hay que venir a verlo. Es muy triste ver a mujeres que vienen embarazadas o con hijos, esto es terrible”, cuenta el voluntario. Precisamente, Conchi Miguele coincide con él. Es una pensionista que cobra 360 euros y come “con lo que me llevo del centro”.

El presidente señala que los vecinos intentan ayudar como pueden, "con pequeñas donaciones, pero permitimos como máximo dos euros porque estamos en un barrio marginal”. También hay socios que pagan cuotas mensuales de ocho euros y hay actualmente veinte asociados.

Curro López insistió en que “estamos haciendo una labor social increíble, no pueden dejar que esto se acabe”. “Yo no me acostumbro a ver todos los días a personas llorando, no podemos dejar a familias sin alimento”, concluyó.

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