Coronavirus en Málaga

Luchadores contra el coronavirus

  • Esfuerzo sin precedentes y contrarreloj del personal de los centros sanitarios para atajar la pandemia

  • Más de 120 trabajadores en Málaga se han contagiado

Un profesional vestido con un equipo de protección.

Un profesional vestido con un equipo de protección. / Javier Albiñana

Hay cientos de profesionales de la sanidad malagueña dejándose la piel contra el coronavirus. Luchan contra un enemigo nuevo, invisible, contagioso, escurridizo. Y, seguramente, batallan también contra sus propios miedos. Pero ahí están, día a día, trabajando para cuidar de los demás y protegerse. Porque son la pieza clave del engranaje contra este nuevo virus que, dicen, ha llegado para quedarse.

Médicos, enfermeros, auxiliares, técnicos, administrativos, celadores, limpiadoras, gestores, conductores, telefonistas... Personal de hospitales y de centros de salud. De la sanidad pública y de la privada. Todos aportando su esfuerzo para contener al coronavirus, que no entiende de fronteras.

“Somos sanitarios, pero somos personas y nos preocupa; por los afectados, por los demás pacientes y por nosotros mismos”, reconocía una enfermera. La sanidad se enfrenta al mayor desafío:controlar una nueva enfermedad contra la que no hay vacuna. Los profesionales recuerdan que afrontan el reto sin que pare la afluencia por otras patologías a las Urgencias. Aunque sí ha disminuido tras el confinamiento y la suspensión de operaciones, pruebas y consultas aplazables.

Todas las categorías son importantes en la batalla contra el coronavirus

Pero entre el coronavirus, los procesos oncológicos, la atención urgente y otra asistencia que no se puede aplazar, los profesionales están exhaustos. Y dicen los expertos, que queda epidemia para rato, que lo peor está aún por llegar.

“Los profesionales están haciendo un esfuerzo que hay que reconocer”, apuntaba un gestor. La Consejería de Salud y Familias agradece en cada comunicado su “trabajo y dedicación” en los partes diarios sobre la evolución del virus.

Entre los luchadores hay telefonistas. Los de Salud Responde, por ejemplo, que atienden cada vez más llamadas debido a la alarma generada por el progresivo incremento de casos en Andalucía. En este servicio, hay especialistas que –ante síntomas compatibles con el coronavirus– determinan si puede ser un caso sospechoso de la enfermedad.

Entonces, activan los recursos de la atención primaria:entran en juego los centros de salud. A fin de que no propaguen el virus, si es que lo tuvieran, los pacientes se quedan en sus casas. Son los profesionales de estos dispositivos los que deben embutirse en monos de protección, ponerse mascarillas y acudir a sacar las muestras al posible afectado. Hay algunos distritos sanitarios que han creado equipos específicos para esta tarea. En otros es el propio personal de los centros de salud el encargado. Incluso algunos distritos están empezando a cambiar el sistema para que sea la persona la que se desplace y tomarle las muestras sin que se baje de su coche. Así se gana tiempo y se ahorran esfuerzos.

El personal denuncia la falta de materiales de protección. Los gestores lo niegan

Y están también los luchadores de los laboratorios, que ven al virus en los análisis. Y los epidemiólogos, que van marcando las líneas para combatirlo. Ellos intentan explicar que frenar el contagio de cada persona no sólo importa por la salud individual, sino por la todos. Porque como dijo un experto, ahora, cada persona que no se contagia es una vacuna.

Y están los profesionales de los hospitales. Todos. Desde el técnico de Medicina Preventiva, pasando por el personal de Urgencias, las UCI, las plantas... Están los veteranos y los residentes.

En esta lucha son importantes todas las categorías. Desde el conductor que traslada a un paciente y la limpiadora que ataca al virus repasando incluso el último rincón hasta el médico que combate con un enemigo nuevo y la enfermera que sigue de cerca la evolución de cada paciente. Y los del Centro de Transfusión, en la logística, que buscan asegurar las reservas de sangre y hemoderivados.

“Estamos preocupados. Intentamos resolver las consultas que podemos por teléfono y posponer toda la asistencia que sea aplazable. Nunca hemos vivido esto. Es una situación excepcional”, comentaba un facultativo. Una compañera, por estar en primera línea de atención, ha contraído el virus. Una baja en ese servicio del hospital: menos manos para trabajar y el miedo en el cuerpo de que haya contagiado a otros y sean más las bajas. Temores que los inquietan; por ellos, por los pacientes, por los familiares...

Pero siguen al pie del cañón. Si este reportaje no incluye nombres y apellidos es porque no están para perder el tiempo respondiendo a periodistas. Pero también porque las Administraciones sanitarias no lo autoriza. Quizás mejor. Así no aparecen aquí cuatro, ocho o diez nombres. Porque son miles. Todos los que trabajan en la sanidad pública y en la privada.

Háy más de 420 contagiados de los cuales más de 120 son de centros sanitarios

El precio que paga el personal por trabajar en centros sanitarios es alto: el riesgo al contagio, la impotencia por no poder hacer más y el temor a infectarse. UGT denunció que sólo en los hospitales Clínico y Regional, a fecha del viernes había más de 120 contagiados entre los trabajadores, además de un centenar de aislados en domicilio ante la sospechas de que hubieran contraído el virus. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, dijo este viernes que son unos 200 los empleados de centros sanitarios en Andalucía infectados. Sindicatos y profesionales estiman que muchos más. La reciente muerte de una enfermera en Galicia que contrajo el virus trabajando les inquieta. Igual que ver cómo sus compañeros “van cayendo” enfermos víctimas del coronavirus.

Los profesionales denuncian falta de material de protección. Y a veces estallan. Y hacen vídeos. O ponen escritos de queja ante la dirección. Pero siguen trabajando con sus miedos, sí; pero también con su entrega. La Administración dice que se proporciona el material que marca el protocolo del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, en los grupos de whatsapp del trabajo, algunos se pasan tutoriales y consejos para esterilizar mascarillas y reutilizarlas ante la falta clamorosa de ese material.

Mientras, el Gobierno incauta 150.000 unidades en Alcalá la Real (Jaén) que ya estaban previstas para Andalucía a fin de centralizar su distribución. Y la Consejería de Salud filtra oportunamente a la prensa –con los centros incendiados por la falta de material– una carta en la que viene a culpar de los problemas de suministro a esa intervención. Bronca política cuando los trabajadores sanitarios atraviesan casi con certeza los días más difíciles en lo personal y profesional.

Cada día a las 20:00, los ciudadanos, confinados en sus casas por razones de salud pública, aplauden, golpean cacerolas y corean el ya mítico Resistiré. Así les apoyan. “ A las 20:00 horas las personas agradecen a los sanitarios su esfuerzo ¿Se lo agradecen también los gestores?”, se preguntaba un facultativo. Y añadía:“La población y los sanitarios están atrapados entre el virus y los gestores políticos”.

Jornada tras jornada son más los trabajadores de los centros sanitarios infectados. De la privada, de la pública, de centros de salud, de hospitales y de todas las categorías. De los más de los alrededor de 500 contagiados ya en la provincia, fuentes sindicales estimaban que más de 120 son trabajadores de centros sanitarios.

Ellos siguen jugándose el tipo cada día en el frente de combate contra el coronavirus. Y como en una guerra, todos los soldados son necesarios. Incluso, los de la retaguardia que en este caso vienen a ser el resto de los ciudadanos, que pueden luchar sin hacer el esfuerzo que realiza el personal de los centros sanitarios. Los ciudadanos sólo tienen que combatir el virus quedándose en casa.

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