Madrugada de piquetes
Los incidentes más destacados de la noche se produjeron en la Plaza de la Merced por las acciones de grupos violentos
Juan González trabajaba en una nave del polígono del Guadadalhorce hasta que su jefe le comunicó hace unos meses que no podía seguir pagándole. "Cosas de la vida", recuerda ahora con amargura. Él y su mujer, Blanca, que hace "ingeniería para llegar a final de mes", quisieron acompañar durante toda la pasada madrugada a los piquetes informativos que recorrieron las calles del centro histórico y acudieron a los principales centros de producción de Málaga como Mercamálaga o el Parque Tecnológico de Andalucía. "Lo que está en juego es el futuro de nuestros hijos", apunta ella mientras los piquetes inician su recorrido por la calle Larios al filo de las 00:00. Suenan los primeros petardazos y el ambiente se anima. "Contra la reforma, huelga general", gritan los piquetes informativos.
El primer incidente serio se produce en la Plaza del Siglo. Dos de los manifestantes arrojan un bote de humo naranja a la entrada del Morrisey's y el ambiente se caldea. Algunos de los clientes salen apresuradamente del interior del pub ante el "cabreo" de uno de los encargados. "No hay derecho", se lamenta mientras expulsa la bengala del establecimiento. Los piquetes se dirigen ahora hacia la calle Granada. Allí otro portero es el blanco de la ira de los manifestantes. Ante su negativa a cerrar el bar le arrojan varios huevos y le tiran pintura. "Es lo que te mereces por no cerrar", le grita un joven que no sobrepasa los 20 años. El portero, con grandes dificultades, trata de limpiarse mientras su jefe, el dueño del local, totalmente bañado de pintura, discute con la Policía Nacional. "Tienen que hacer algo, mañana voy a ser portada de los periódicos", grita a los agentes. A las 00:48 el grupo, compuesto por unas 200 personas, se dirige a la Plaza de la Merced. Objetivo, cerrar el bar Picasso. La situación la aprovechan grupos violentos que acompañan a los piquetes para tirar los taburetes y las sombrillas contra la fachada del establecimiento. La tensión crece y se producen las primeras carreras y empujones. "Fascistas", grita uno de los vecinos. Tres minutos después agentes de la Policía Nacional acordonan el establecimiento y uno de ellos comienza a grabar con una videocámara a los piquetes en una escena que ya se repetiría toda la madrugada.
A las 1:03 los sindicalistas toman la calle Alcazabilla. Tras el incidente en la Plaza de la Merced, la presencia de la Policía Nacional es mayor y los antidisturbios tratan de localizar a los protagonistas del incidente. "Estamos intentado contener a aquellas personas que están más nerviosas porque hay mucha tensión", asegura el diputado de IU Alberto Garzón, que junto a otro miembros de la formación como José Antonio Castro, Toni Morillas o Eduardo Zorrilla acompañan a los manifestantes. Se reproducen las mismas escenas de tensión y las primeras cargas de los antidisturbios con el resultado de un detenido. Garzón y Castro muestran sus credenciales de diputados del Congreso a los policías nacionales y les exigen poder hablar con el jefe del operativo. "Estamos intentando comunicarnos con la Subdelegación del Gobierno porque la respuesta de la Policía Nacional nos parece excesiva", afirma Garzón, que, por momentos, se convierte en el portavoz de los piquetes. El grupo se va dispersando y otro de los manifestantes pide "más unidad". A la 1:30, según un sindicalista, el centro de Málaga "está cerrado". Próximo destino, Mercamálaga.
A la 1:50 comienzan a llegar las primeras unidades y minutos después aparecen los agentes de la Policía Nacional. Uno de ellos le dice al grupo que no pueden permanecer en la calzada. "Tienen el derecho a informar a los trabajadores, pero no a cortar el tráfico", comunica el agente. El piquete responde con evasivas a la espera de la salida de los camiones, aunque la actividad es prácticamente nula. El centro productivo cumple con los servicios mínimos pactados con cinco trabajadores y en las instalaciones solo entran seis camiones con mercancías para el almacenamiento. Desde Mercamálaga aseguraron ayer a través de un comunicado de prensa que ningún detallista entró en la Unidad Alimentaria desde las 00:00 hasta las 9:30. La espera es larga y algunos sindicalistas comienzan a comparar el seguimiento de esta huelga con la de hace dos años. "Aquí hay muchísima más gente. Se nota que la gente está muy quemada y la reforma laboral ha sido el último detonante", asegura Adrián, otro sindicalista curtido. A su lado otra mujer explica por qué está allí: "Lo hago por mis nietos y por su futuro", asegura mientras intenta protegerse del frío.
A las 2:30 llegan más sindicalistas aunque la actividad es nula. La rebaja de sueldo a los jugadores del Unicaja y la lucha del Málaga por entrar en la Champions centran la conversación de otro grupo de sindicalistas. "Seguro que Abrines [jugador del Unicaja] no estaba en el complot para echar a Chus Mateo", afirma un joven de unos 25 años que porta una bandera de CCOO, mientras que su "compañero" expone sin dudas que el equipo de Pellegrini jugará el año que viene la máxima competición europea: "Nos lo merecemos", recalca.
A las 2:44 sale el primer camión de Mercamálaga. "¿Tienes hijos? Mira por su futuro", le gritan al conductor. Su respuesta suena sincera: "Sí, pero necesito trabajar", asegura mientras es escoltado por los agentes de la Policía Nacional. Nuevamente se repiten las escenas de tensión. Empujones, alguna que otra carga policial, gritos contra los policías. "Os estamos defendiendo también a vosotros", grita una mujer de unos 50 años. Minutos después esos mismos agentes identifican y retienen a un hombre por prender fuego a unos separadores de plástico a la entrada del mercado de mayoristas. A esa hora ya hay cerca de 300 piquetes informativos. A las 3:04 sale el segundo camión de las puertas de Mercamálaga. Los mismos gritos -"esquirol, esquirol"- y la misma respuesta policial. A partir de esa hora la tensión va decreciendo, al igual que el ánimo de los sindicalistas hasta que un camión con avituallamientos llega a Mercamálaga. Agua y bocadillos alegran el ánimo de los cerca de 300 piquetes presentes, que se divierten ahora saludando al helicóptero de la Policía Nacional que sobrevuela la zona iluminándolos con un imponente foco.
"Ya no hacemos nada aquí", grita otro hombre que pone rumbo al Parque Tecnológico de Andalucía. De forma sincronizada, y con el humo y el olor que desprende una señal de tráfico de fondo, el grupo se dirige hacia la tecnópolis malagueña. Sobre las 5:00 ya hay unas 100 personas en la principal rotonda de acceso al PTA. Los que todavía no han comido lo hacen ahora aprovechando que a esa hora apenas llegan trabajadores. Jorge, sentado en un bordillo, analiza "la brutal reforma laboral" aprobada por el Gobierno y sus consecuencias en la clase obrera: "Es un atentado contra nuestros derechos". Sobre las 5:30 comienzan a llegar los primeros trabajadores y uno de los piquetes, éste sí, les informa de por qué están allí. Algunos se dan media vuelta y otros continúan su recorrido.
A esa misma hora unas 50 personas ya están en las naves de la Empresa Municipal de Transporte a la espera de que salgan los primeros autobuses. Aunque los servicios mínimos están pactados, la Policía Nacional toma la entrada a las cocheras para proteger la salida de los vehículos. A las 6:05 salen nueve autobuses ante las protestas de los piquetes. Como ya ocurriera en 2009, apenas se producen incidentes destacados. A esa hora algunos se marchan a casa y otros continúan con el ánimo intacto. "Ahora al centro que van a abrir los primeros bares. Es necesario un último esfuerzo para que esta huelga sea todo un éxito", grita otro joven que porta otra bandera de CCOO. Ocho horas después de que iniciaran su marcha por la calle Larios, los piquetes vuelven a tomar la misma calle y algunos comienzan a contar las horas que faltan para la manifestación que partirá de la Alameda a las 12:00. "El esfuerzo merece la pena, no te quepa duda", señala Juan González.
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