Málaga sólo cuenta con cinco logopedas en la sanidad pública

Hay tres en el Hospital Regional y dos en el Clínico

Familiares de pacientes con ictus y profesionales dicen que las listas de espera retrasan la atención y complican la recuperación l Su trabajo es clave para el habla y la deglución

Urge incluir más logopedas en los equipos de los centros sanitarios públicos"

El placer de poder volver a comer

Una sesión de Logopedia con un adulto en un centro sanitario.
Una sesión de Logopedia con un adulto en un centro sanitario. / M. H.
L. García · C. Valdivieso

Málaga, 20 de marzo 2023 - 07:00

Cuando se piensa en un logopeda, se piensa en un profesional que trata los trastornos del lenguaje de los niños. Pero su trabajo va muchísimo más allá. Porque son claves también para que, por ejemplo, personas que sufren un daño cerebral por un ictus, un traumatismo craneal o un tumor recuperen el habla o su capacidad de volver comer. Con esa información está claro que cinco logopedas en la sanidad pública de la provincia de Málaga se quedan cortos, según denuncian profesionales y familiares de pacientes.

De acuerdo a los datos aportados por la Delegación de Salud, hay tres de estos especialistas en el Hospital Regional y dos en el Clínico. Pero su figura es inexistente en el resto de los centros sanitarios de la provincia. A pesar de tratarse de una profesión sanitaria, regulada por la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS), con datos hasta el primer trimestre del 2022, la Logopedia no figura en el sistema público en el resto de hospitales malagueños ni en la red de Atención Primaria.

Unas carencias que –según denuncian profesionales y familiares– hacen que las listas de espera se disparen ante anomalías tan prevalentes como el ictus o derrame cerebral. Según el Colegio de Logopedas de Andalucía (Coloan), la situación es similar en toda la comunidad autónoma. La plantilla de la sanidad pública andaluza sólo cuenta con 27 logopedas. Sevilla, Granada, Cádiz y Málaga tienen cinco cada una y son las provincias mejor dotadas. Por contra, en Jaén no hay ninguno. En Huelva tres, en Córdoba dos y otros tantos en Almería. El problema se extiende más allá de la frontera andaluza. Los colegios profesionales de Logopedia en otras comunidades autónomas aseguran que la situación es igual de precaria que la de Andalucía, con “poquísimos logopedas en la sanidad pública”, según apuntan desde el Coloan.

Patricia Morales cuenta su experiencia. Su madre, que era independiente, sufrió un ictus hace casi un año. A raíz de aquel incidente perdió el habla. “La voz le salía del cuerpo, pero era ininteligible”, recuerda. Así que cuando a principios de junio le dieron el alta en el Hospital Regional, hizo el papeleo para que recibiera sesiones de Logopedia a través de una consulta concertada, con cargo al Servicio Andaluz de Salud (SAS).

“Miré por internet y vi que era primordial que esa atención fuera cuanto antes. Así que esperé una semana y como no me llamaban [de la consulta concertada], me busqué una logopeda”, explica. Dice que luego la llamaron en julio, para algunas sesiones, aunque le aclararon que en agosto se iban de vacaciones. Patricia optó por seguir con la profesional costeada por la familia que iba dos veces por semana a casa de su madre.

Cuenta que luego volvieron a llamarla en diciembre, para sesiones en grupos reducidos y en una consulta a la que tendría que acudir su madre. Dice que ella y sus dos hermanos decidieron que continuara con la profesional de pago que venía tratándola desde junio. Cada sesión les cuesta 50 euros. “Entre los tres lo podemos afrontar, pero es una atención que debe mejorar en la sanidad pública porque no todo el mundo con su jubilación puede pagarse un logopeda”, opina.

Pese a que la Logopedia es una de las patas fundamentales en la recuperación tras un ictus –ya que es la especialidad encargada de realizar la evaluación, el diagnóstico, la formulación de objetivos y el tratamiento integral de los trastornos, tanto de la deglución como de la comunicación (habla, voz y lenguaje)– la falta de profesionales en la sanidad pública lastra sus beneficios en los pacientes afectados, con listas de esperas que hacen que los pacientes se vean obligados a recurrir al sector privado.

El caso de la madre de Patricia es sólo un ejemplo. La Logopedia está incluida en la cartera de servicios de la sanidad pública, pero los profesionales denuncian que, en el caso del SAS, su presencia es mínima. Las estadísticas ponen de manifiesto que la Logopedia aún es una asignatura pendiente en la sanidad pública ya que los profesionales en cada provincia andaluza se pueden contar con los dedos de una mano.

La lista de esperase alarga

La consecuencia es que los profesionales que trabajan hoy en el SAS no puedan absorber toda la demanda y hay largas esperas. En el caso de los pacientes que sufren un ictus, además del rehabilitador, el logopeda es igualmente necesario.

El problema de no recibir esta terapia a tiempo es que la afectación al habla que supone – la llamada afasia– dificulta seriamente la recuperación del paciente y el poder volver a comunicarse. A la madre de Patricia, el ictus no le afectó a la movilidad, pero sí al habla. Sufrió lo que se llama una afasia de Broca. Entre las sesiones de logopedia y los ejercicios que hace con su ayuda, la madre de Patricia ha recuperado casi la mitad del habla.

“Si tarda demasiado la logopedia, el enfermo acaba por frustrarse y no hablar, y esto afecta a su estado de ánimo y puede acelerar su depresión”, apuntan algunos familiares de afectados consultados. Carmen Sioli –vicedecana del Coloan y la profesional que trata a la madre de Patricia– destaca que tras un ictus hay que empezar a trabajar lo antes posible porque el cerebro se recupera mejor. En resumen, tanto profesionales como familiares se quejan de que la asistencia logopédica en la sanidad pública llega tarde, es deficitaria y escasa.

La decana del Colegio de Logopedas de Andalucía, Adela Corrales Guerra, recuerda que “el logopeda es un profesional sanitario absolutamente imprescindible en la sanidad pública aunque, a menudo, sus funciones resulten un tanto desconocidas para la población general, precisamente por la falta de presencia de profesionales en el sistema público de salud”. Recalca que “la necesidad de que haya logopedas en todos los centros hospitalarios quedó más que manifiesta durante el período de pandemia, debido a la cantidad de pacientes con secuelas post Covid-19 que requirieron un tratamiento logopédico especializado”.

Corrales Guerra lamenta que, “pese de que la Logopedia da una respuesta especializada a importantes problemas de salud en todas las etapas vitales de la población”, resulta “alarmante” la falta de presencia de este profesional sanitario en la cartera de especialistas de los servicios públicos de salud. “El hecho de que nuestra presencia en la sanidad pública sea prácticamente testimonial hace imposible atender las altas demandas de la población”, denuncia.

Para Corrales, mientras no se llegue a una ratio congruente que permita cubrir las necesidades en esta materia, “las autoridades pertinentes tendrán que asumir la responsabilidad de que muchos pacientes sigan viendo comprometida su calidad de vida, pudiendo llegar a sufrir consecuencias irreparables para su salud e incluso, en algunos casos de más vulnerabilidad, corriendo un riesgo vital muy importante”. En esta línea, reclama “una respuesta eficaz” a este problema por parte de las administraciones públicas, pero también una “reacción” de la ciudadanía para exigir la atención logopédica “como un derecho del propio del paciente”.

“La lista de espera para el tratamiento de las secuelas post-ictus son enormes, centrándose casi todos los recursos más en la fase aguda que en las fases postaguda y crónica. Sin embargo, para conseguir una recuperación funcional que mejore la autonomía y la calidad de vida de un paciente que ha sufrido un ictus, resulta esencial la intervención logopédica precoz de los trastornos de la comunicación y de la deglución, tratando estas dificultades ya desde las fases agudas y subagudas”, explica. “Teniendo en cuenta que los costes del ictus son mayores según aumenta la discapacidad y la dependencia del paciente, la rehabilitación logopédica debería valorarse como una inversión prioritaria y no como un lujo al alcance de unos pocos”, añade.

Con todo, desde el Colegio de Logopedas de Andalucía, la decana destaca que, denunciar la escasez de estos profesionales en el sistema público de salud, es una de sus “continuas reivindicaciones”. “Una de las continuas reivindicaciones de nuestro Colegio es la de luchar por una sanidad pública de calidad, entendiendo que necesariamente pasa por una mayor presencia de logopedas en los hospitales públicos y en los centros de Atención Primaria y atención especializada.

Por ello, no cesamos de reivindicar antes las diferentes instituciones la urgencia de que haya logopedas dentro de los equipos interdisciplinarios, atendiendo adecuadamente a los ciudadanos desde el momento en que ven mermada su capacidad de expresarse o de entender a los demás, por múltiples factores, así como para dotar a las personas con trastornos de la deglución (disfagia orofaríngea) de un tratamiento personalizado que les permita poder deglutir de forma segura y eficaz. Por ello apremia la creación de plazas de Logopedia en los servicios de otorrinolaringología, medicina física y rehabilitación, neurología, cirugía máxilofacial, cuidados intensivos, nutrición, neonatología, pediatría, geriatría y salud mental de todos los hospitales públicos andaluces”, reclama. Al mismo tiempo destaca que ello desembocaría en “un importante ahorro sanitario”.

“Si sólo nos centráramos en la presencia de logopedas en el SAS para detectar y tratar precozmente los trastornos de la deglución (disfagia orofaríngea), reduciríamos de forma significativa el gasto sanitario, disminuyendo los ingresos hospitalarios por complicaciones a corto plazo (infecciones respiratorias, neumonías y deshidratación, entre otras) y a largo plazo (desnutrición). Por otro lado, también se reduciría el coste de los tratamientos psicoterapéuticos y consumo de psicofármacos para abordar los aspectos emocionales y sociales en el paciente y en la familia derivados de este invalidante trastorno”, concluye.

Desde neonatos hasta personas de la tercera edad

Generalmente más asociada al tratamiento de trastornos de comunicación en la población infantil, la logopedia es, sin embargo, una profesión sanitaria que puede requerirse en cualquier etapa de la vida, –desde neonatos hasta personas de la tercera edad–. No sólo previene, detecta, evalúa, diagnostica trastornos de la voz, el habla y el lenguaje, sino también relativos a la audición, a la deglución y a las funciones orales no verbales.

La intervención logopédica en bebés recién nacidos, –prematuros o no–, que se enfrentan a dificultades de la alimentación, desde sus primeras semanas de vida, es fundamental para prevenir secuelas a corto y largo plazo tanto para el neonato como para sus familiares. En la otra cara de la moneda nos encontramos con que, entre un 56% y un 78% de los ancianos institucionalizados en nuestro país sufren algún grado de disfagia, que es el trastorno que les impide tragar los alimentos correctamente.

Sin el tratamiento logopédico adecuado, sus vidas pueden llegar a correr un serio peligro. Otra de las facetas más importantes de la logopedia es la rehabilitación del habla a personas que han sufrido un ictus (afasia), como también lo es la mejora de la calidad de vida de personas con Alzhéimer o ELA. A la lista de patologías y trastornos en los que puede intervenir el profesional logopeda –en ocasiones como parte de equipos multidisciplinares, pero muchas veces también como terapias únicas– se ha sumado, en los últimos dos años, el Covid-19.

Y es que, entre las secuelas más frecuentes observadas entre los enfermos de coronavirus encontramos trastornos de la deglución; trastornos de la voz; alteraciones en la comunicación, el lenguaje y el habla o alteraciones en la motricidad orofacial, problemas, todos, que son tratados por profesionales logopedas. “Los logopedas evaluamos y tratamos múltiples patologías, en todas las fases vitales de la persona, contribuyendo a reducir la comorbilidad y mortalidad, promoviendo altas rápidas y seguras, facilitando el trabajo de otros profesionales dentro de los equipos interdisciplinares (otorrinos, neurólogos, neumólogos, enfermeros, fisioterapeutas, nutricionistas, etc.) y mejorando la calidad de vida, tanto del paciente como de su familia”, apunta la decana del Colegio de Logopedas de Andalucía, Adela Corrales Guerra.

Por poner algunos ejemplos, continúa, “el logopeda facilita la alimentación en neonatos y bebés prematuros con trastornos de la deglución (disfagia orofaríngea), evaluamos y tratamos las dificultades para tragar de muchos pacientes que han pasado un largo tiempo de entubación en la unidad de críticos, abordamos las alteraciones del lenguaje y del habla derivadas de trastornos del neurodesarrollo o por causas estructurales, como la fisura labiopalatina, rehabilitamos las alteraciones de la comunicación y de la deglución en adultos y en niños con secuelas por daño cerebral adquirido, mejoramos la capacidad para expresarse y aumentar la eficacia de la alimentación tras un proceso oncológico. Nuestro trabajo también es fundamental en personas con dificultades comunicativas derivadas de un déficit auditivo, patología de la voz, enfermedades neurodegenerativas y, en casos de adultos y niños, en situación paliativa que han perdido la capacidad de hablar y de alimentarse con normalidad en la etapa final de su vida”.

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