El placer de poder volver a comer

Una unidad del Carlos Haya reeduca a pacientes con dificultades para tragar tras ciertas patologías · Una rehabilitadora y una logopeda enseñan a los enfermos y a sus familias

Adela Benítez (izquierda) y Arantxa Zabal, con una paciente.
Adela Benítez (izquierda) y Arantxa Zabal, con una paciente.

Hay patologías que, por añadidura, ocasionan serias dificultades a la hora de comer. Es la disfagia. Puede producirse por el daño cerebral derivado un accidente cerebro vascular, un traumatismo craneal o un tumor. O bien porque físicamente el camino de la comida se obstruye por un cáncer o la radioterapia. Entonces comer deja de ser un placer y se convierte en un problema. El enfermo se desnutre o deshidrata por falta de una alimentación adecuada y en algunos casos sufre neumonías porque la comida acaba en el pulmón. Desde el año 2008, el Hospital Carlos Haya tiene una Unidad de Disfagia para reeducar a los pacientes en el difícil objetivo de poder volver a comer y enseñar a sus familiares a cómo darles la comida.

"No se trata de tragar. Se trata de tragar bien y seguro", aclara Adela Benítez, médico rehabilitadora de la unidad. La especialista aclara que la comida y los líquidos deben ser suficientes para nutrir e hidratar al enfermo. Y es que muchas veces, debido a la disfagia, los pacientes comen o beben menos para evitarse el mal rato de la deglución. Pero también tiene que ser segura, para que llegue al estómago, no a los pulmones. En la unidad se estudia al enfermo. Si hace falta, se le realiza una videofluorescencia, una prueba de contraste que permite ver en funcionamiento el camino que sigue la comida cuando el enfermo traga. Luego, se establece el diagnóstico y la logopeda, Arantxa Zabal, a través de ejercicios los reeduca para que coman de manera segura. Las profesionales de la unidad les indican qué comer y cómo hacerlo. Además, enseñan a los familiares a alimentar a los pacientes. Porque no es fácil. Para muchos simplemente beber agua es imposible. De ahí que existan distintas texturas. Desde la del líquido, pasando por otra más espesa similar a la de un zumo denso hasta la del pudin. "La terapia es completamente personalizada, lo que sirve a un paciente no le sirve a otro", explica Benítez.

Hay alimentos de riesgo. El arroz, porque los granos pueden acabar en el pulmón o una sopa de fideos o una naranja, porque al tener líquido y sólido dificultan la deglución. El camino para recuperar la capacidad de deglutir es complejo para el paciente y sus familiares. Pero Benítez destaca que es imprescindible por la nutrición e hidratación del enfermo y para que vuelva a disfrutar del placer de comer.

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