OPINIÓN | TERRITORIO COMANCHE
  • Resulta muy sorprendente que para ensalzar el carácter cosmopolita de la ciudad se subvalore la pérdida de identidad de los ciudadanos, como si el rasgo identitario no fuese una de las claves de los éxitos ciudadanos

  • La regla 3-30-300

Mejor éxito que fracaso

Mejor éxito que fracaso Mejor éxito que fracaso

Mejor éxito que fracaso

Escrito por

José Damián Ruiz Sinoga

LEO con cierta satisfacción, reconozco por la matraca que doy con este tema, como cada vez más los análisis descriptivos que pretenden explicar la actual dinámica de Málaga se centran en la conjunción de diferentes factores o patas: La tecnológica de la mano de la Universidad y el PTA, la infraestructural como consecuencia de ser punto llegada y salida de millones de personas por tierra, mar y aire, la cultural debido a la cada vez más amplia oferta cualitativa y cuantitativa en ese sentido, y la climática debido a un índice de confort climático en la mayor parte del año digno de envidia. A esos hay que añadir que durante los últimos 22 años el alcalde ha gestionado dicho patrimonio, desde mi punto de vista, con más luces que sombras, consiguiendo que la ciudad se haya convertido en un nodo atractivo demográfico, socioeconómico y turístico.

Y es precisamente por ahí por donde han empezado a generarse las tensiones, en la que pareciera una necesidad de pasar a la historia con un gran hito, proyecto, icono, como si los avances conseguidos no fueran suficientes, o como si la consecución de tal objetivo no fuese a costa de perder otros. Hemos llegado a donde estamos sin un mamotreto en el puerto, sin unos rascacielos que joden toda la cuenca visual del valle del Guadalmedina, sin un macroproyecto de Plan Litoral… pero también sin resolver el tema de los Baños del Carmen, sin resolver la movilidad urbana, lejos de indicadores de sostenibilidad ambiental en algunos barrios, sin un bosque urbano en la zona más densamente poblada, con serios problemas de inclusión, o sin inventarnos una expo que pivotará sobre algo de lo que carecemos, por más que los voceros a sueldo se empeñen en desmentir.

La dinámica del éxito supone nuevos problemas, de ruidos, de gentrificación, de centrifugado de población autóctona, de turismo chabacano, como el propio ayuntamiento primero niega y después reconoce por la vía de los hechos, y esos nuevos problemas requieren nuevas soluciones. Igual no es necesario que las nuevas soluciones deban pasar por los consabidos pelotazos urbanísticos, y puede seguir la actual dinámica de perfil bajo continua, positiva, que no parece que esté dando malos resultados, y que permita a los gestores del territorio planificar, prevenir escenarios en función de los recursos de los que disponemos o podremos llegar a disponer, en vez de actuar siempre con estrategias paliativas. Es la ordenación de recursos. El actual regidor ha tenido la habilidad de gestionar sin aspavientos ese puzle que estaba sucediendo en su ciudad, pero la dinámica actual si se intensifica puede suponer si no lo está suponiendo ya, que se le vaya de las manos, con el empeño de la gran obra, del hito, del icono, subvalorando lo que se puede lograr mediante una estrategia en la que hacer una ciudad cada día más amable, ojo, para turistas, pero por supuesto para sus propios habitantes.

¿Recuerdan cuándo fue la decimocuarta inauguración de la llegada del Metro a la Alameda? ¿Cuándo se inauguró el alicatao de los servicios de caballeros del mismo? ¿O la polémica de si al Hospital Civil en superficie o soterrado? Y ahora extrapolen… ¿Se imaginan lo que supondría tener la ciudad abierta en canal de oeste a este simplemente para esconder el tráfico, cuando en las ordenanzas europeas lo que se nos dice es que hay que eliminarlo de los cascos urbanos? Incluso puede no entenderse por qué hay que renunciar al todo (Plan Málaga Litoral) que difícilmente encontrará financiación, cuando algunas de las partes que lo forman (intercambiador María Zambrano, zona peatonal que quedará entre el Muelle Heredia, la Plaza de la Marina y el Paseo de los Curas, soterramiento Canovas del Castillo…) pueden ser interesantes. Igual convendría darle una pensada a la alternativa de hacer más permeable la ciudad sin acometer obras faraónicas que no sabemos quién nos las va a financiar, salvo que todo esto vaya de un extraordinario brindis al sol, en cuyo caso lo mejor es callarse y esperar a que como en Eugenio Gross, ni soterrado ni en superficie, porque al Hospital Civil se va andando.

Resulta muy sorprendente que para ensalzar el carácter cosmopolita de la ciudad se subvalore la pérdida de identidad de los ciudadanos, como si el rasgo identitario no fuese una de las claves de los éxitos ciudadanos. O que no se valore en su justa medida el hecho de que los jóvenes tengan que irse de alquiler a la periferia de la periferia a favor del turismo del centro significa, sin entrar en cuestiones sociales, la perdida de los valores identitarios del mismo. La pela es la pela.

Pero lo realmente divertido de la semana ha sido la interpretación de la encuesta realizada por el CISA de la Universidad de Málaga, dirigido por mi colega, el prestigioso catedrático Félix Requena, ex presidente del CIS en la época de M. Rajoy. Porque parece que no aprendemos, y sin considerar los microdatos y la representatividad de la misma sacamos conclusiones grandilocuentes, aun reconociendo que la banda de cornetas y tambores de la hermandad de genuflexos viene siendo la alegría de las redes sociales. Por cierto, si el 69% de los encuestados conoce un proyecto, y el 52% está a favor del mismo, antes de lanzar la gran cohetada, hemos de concluir que en realidad solo el 36% de los encuestados lo aprueba. Por tanto, cabría deducir como éxito rotundo la actitud de la líder de Ciudadanos, respecto al mamotreto. Aunque claro, seguro que hay quien piensa que las criaturas contestan sin tener idea, a cholón, en cuyo caso, la encuesta alcanzaría la categoría de Truño XXL. No me incluyo. En fin, como el 14,7% de los encuestados se considera inmensamente feliz, y a mí me parece poco, les deseo a todos que en estas fechas engrosen ese segmento de máxima felicidad. Feliz Navidad.

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