Málaga

Murciélagos, un ‘plaguicida’ natural en los viñedos malagueños

Antonio Moret y Martin Kieninger inspeccionan una de las cajas refugio.

Antonio Moret y Martin Kieninger inspeccionan una de las cajas refugio. / Javier Flores

Los murciélagos –históricamente considerados como unos animales siniestros y chupadores de sangre debido a la influencia de algunos personajes como el conde Drácula– en realidad son unos desconocidos que en los últimos años se han convertido en grandes aliados de los agricultores en algunas zonas de España para luchar de forma natural contra determinadas plagas que ya son comedores de mosquitos y pequeños insectos. Tan solo tres de las 1.400 especies existentes en el mundo comen sangre y ninguna vive en Europa. En su inmensa mayoría son insectívoros o frutícolas, siendo capaces de llegar a comerse 3.000 mosquitos en una sola noche de caza.

Tras descubrirse que eran depredadores naturales de algunas plagas que afectan a los arrozales o a los viñedos, como el mosquito verde o la polilla del racimo, las primeras experiencias con este plaguicida natural sin efectos secundarios se han desarrollado ya en el delta del Ebro. También bodegas de Valencia han introducido refugios para conseguir asentar sus colonias en la zona y posibilitar su crecimiento. El resultado son miles de euros de ahorro para los agricultores, según explica Antonio Moret –un malagueño técnico en gestión forestal y del medio natural y experto en murciélagos– que está introduciendo el sistema en la provincia de Málaga.

Sistema que capta los murciélagos en vuelo. Sistema que capta los murciélagos en vuelo.

Sistema que capta los murciélagos en vuelo. / Javier Flores

Precisamente, la bodega rondeña Kieninger ha sido pionera en apostar por este sistema de control natural de posibles plagas y ya cuenta en sus aproximadamente 4 hectáreas de viñedo ecológico con 5 de estos refugios en los que se espera que se puedan formar colonias de estos animales nocturnos. En cada uno de ellos podrán llegar a alojarse entre 50 y 60 ejemplares de las especies que han sido detectadas en el terreno de la bodega.

Para ello, Monet –mediante un micrófono de ultrasonidos conectado a un tablet que contiene un programa especializado para su identificación– ha realizado diferentes escuchas en la finca para determinar si había presencia de murciélagos y de qué especie se trataba, ya que dependiendo de ello, los refugios se construyen con unas o otras características adaptadas a cada especie y las dimensiones se adaptan para que se asemejen a su hábitat natural.

“Las rendijas deben tener un tamaño determinado para que ellos se sientan seguros y que no pueda entrar un depredador”, explica Moret, que fabrica sus propias cajas refugio utilizando madera, pintura ecológica para que no desprendan olor que ellos puedan detectar y de color claro para evitar un exceso de calor por la influencia del sol.

En el caso rondeño se detectó la presencia de murciélago enano, de cabrera y el hortelano mediterráneo, aunque no se descarta que se puedan encontrar otras especies que puedan vivir en la zona, por lo que durante el programa de seguimiento para comprobar los refugios y si han comenzado a ser habitados se siguen realizando escuchas para detectar nuevas posibles especies o la cantidad de ejemplares que acuden a zona a alimentarse.

Cajas refugio que han sido colocadas en el viñedo. Cajas refugio que han sido colocadas en el viñedo.

Cajas refugio que han sido colocadas en el viñedo. / Javier Flores

El proceso para ampliar las colonias puede durar incluso años, ya que deben ser los murciélagos los que descubran de forma natural la presencia de estos nuevos refugios durante las paradas que realizan a lo largo de la noche mientras cazas y que son conocidas en el argot de los expertos como perchas. Precisamente, en las zonas en las que estiman que realizan esas paradas son los lugares en los que se colocan estos nuevos refugios. “Tenemos vídeos en los que el murciélago toca en diversas ocasiones la casa refugio antes de decidir entrar en quedarse”, explica Moret. Según los estudios existentes, el 80% de las cajas son ocupadas en un plazo medio de uno o dos años sin utilizar ningún tipo de sistema artificial para atraerlos.

Tras la experiencia en Ronda, el sistema también se implantó en la Hacienda Los Arcos, una bodega situada en la sierra de Mijas en las que las cajas ya tienen ocupación aunque tan solo llevan un meses instaladas.Por su parte, Martin Kieninger, propietario de la bodega rondeña, asegura que tras conocer el proyecto se siento atraído por el mismo, tanto por su efecto sobre el equilibrio natural como por el efecto positivo que podría tener en las poblaciones de murciélagos que se encuentran en retroceso en gran parte de Andalucía. “Nosotros trabajamos en ecológico pero vamos un paso más allá y buscamos atraer biodiversidad a nuestros viñedos”, explica Martin, que también utiliza otros sistemas de control natural para plagas para las arañas.

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