Málaga

Pediatras y neurólogos alertan de la falta de antibióticos y antiepilépticos

Un sanitario muestra una caja de un antibiótico.

Un sanitario muestra una caja de un antibiótico. / Javier Albiñana

La falta de algunos antibióticos preocupan a los pediatras y la de antiepilépticos y medicamentos para el Parkinson, a los neurólogos. Los problemas de suministro de ciertos fármacos no son nuevos; llevan más de un lustro. Pero han empeorado en los últimos años. Y no sólo afectan a estas dos especialidades médicas. El desabastecimiento es muy variado: desde corticoides antiinflamatorios que prescriben los traumatólogos, pasando por antibióticos de uso pediátrico muy frecuente, medicación para la deshabituación tabáquica que suelen recetar los facultativos de familia hasta fármacos para la congestión nasal o el ya famoso Ozempic, un antidiabético que se utiliza también para adelgazar.

Esta realidad da lugar a padres angustiados porque no consiguen la marca prescrita por el pediatra, duplicidad de consultas porque muchas veces tienen que volver al centro de salud para una nueva prescripción, farmacéuticos “hartos” de sustituir medicamentos por su alternativa terapéutica y, en algunas ocasiones, retrasos en los tratamientos debido a estas faltas.

El problema es generalizado en España. El Colegio de Farmacéuticos de Málaga lanza un mensaje tranquilizador al asegurar que “no hay motivo de alarma” dado que en la amplísima mayoría de los casos hay una opción terapéutica. No obstante, esta semana, especialistas del Centro de Neurología Avanzada (CNA) alertaron de la falta de suministro de medicamentos para la epilepsia y el Parkinson. Por su parte, la Asociación Andaluza de Pediatría de Atención Primaria (AndAPap) denunció que la falta de antibióticos en presentaciones pediátricas continúa de forma intermitente.

Hernando Pérez Díaz, neurólogo del CNA, afirmó que “el desabastecimiento continuo de fármacos de uso común es ya una constante” y aseguró que “lo peor es que medicamentos como la levodopa para el Parkinson y determinados antiepilépticos como es el clobazam o el clonazepam y el ácido valproico, realmente son fármacos que no tienen sustitutos”. Para este especialista, “se trata de un desabastecimiento periódico y muy peligroso”.

Según este profesional, hay pacientes que llaman “desesperados y como estos fármacos no tienen sustitutos sencillos, tenemos que indicarles lugares como Gibraltar o Portugal donde encontrarlos”. Desde el CNA se apunta que es un problema que afecta a todas las especialidades de la Medicina y generalizado en España. Este centro sanitario recordó que según el último informe de los Servicios Farmacéuticos del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) en donde se refleja que durante 2022 se identificaron semanalmente más de 70 medicamentos con faltas de stock significativas.

Por su parte, la secretaria de AndAPap, Leonor Quesada, afirma que se producen faltas intermitentes y reiteradas de antibióticos básicos en su especialidad –como Amoxicilina, Augmentine o Azitromicina–. Incluso, también de un colirio como la Tobramicina. Explica que cuando los pediatras saben que no hay un fármaco determinado, recetan el alternativo. Pero el problema es que el desabastecimiento es intermitente y variado. “Ante esta situación, tienes que calentarte la cabeza a ver qué le mandas o cómo adaptas la presentación de adultos a niños”, señala.

Hace varias semanas, coincidiendo con el pico de bronquiolitis y la falta de Amoxicilina, cinco asociaciones pediátricas –la Asociación Española de Pediatría (AEP), la de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP), de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap) y la de Urgencias Pediátricas (SEUP)– calificaron de “grave” la situación.

Sanitarios consultados explicaron que las faltas pueden deberse al aumento de la demanda –como el caso del Ozempic, fabricado para la diabetes, pero que también se está empleando para adelgazar– o la disminución y hasta la interrupción del suministro. El problema se ha enquistado a tal punto que desde hace varios meses existe un sistema a través del Centro de Información sobre el Suministro de Medicamentos (Cismes) por el que, de forma automática, el Consejo Andaluz de Colegio de Farmacéuticos (Cacof) notifica la falta de fármacos al Ministerio de Sanidad. “Pero la verdad, estamos hartos, porque perdemos mucho tiempo buscando medicamentos para dar respuesta a los pacientes. Pero eso son parches. No vale que permanentemente estemos comunicando las faltas. El Ministerio de Sanidad tiene que dar una solución definitiva”, urgió un farmacéutico.

Diferentes profesionales apuntaban además que la deslocalización de la fabricación de los principios activos en países asiáticos –sobre todo India y China– así como los bajos precios de los medicamentos en España que provoca que sea menos competitiva en una situación de escasez pueden ser algunas de las causas del problema.

Por su parte, el Colegio de Farmacéuticos de Málaga (Icofma) intenta rebajar la preocupación de los pacientes sobre los problemas de suministro de medicamentos. “No hay motivo de alarma de desabastecimiento en afecciones crónicas porque hay opciones terapéuticas”, asegura el secretario de la entidad profesional, Diego Rodríguez. No obstante, señala: “Es un problema global, no para echarse las manos a la cabeza, pero sí para ocuparse”. Alude así a que las administraciones competentes deben tomar cartas en el asunto.

Según Rodríguez, el hecho de que en Andalucía haya una alta prescripción por principio activo facilita el trabajo de los boticarios a la hora de buscar un fármaco alternativo. Y añade que cuando no hay más remedio que sustituir la medicación por problemas de suministro, en más del 95% de los casos existen opciones terapéuticas para ofrecerle a los pacientes.

Para Rodríguez, los bajos precios que existen en España son parte del problema porque son accesibles para los usuarios, pero suponen una desventaja en el mercado farmacéutico internacional, en el que también funcionan las reglas de la oferta y la demanda. “Es importante controlar el gasto farmacéutico para que el sistema sanitario sea sostenible, pero hay medicamentos que son demasiado baratos”, señaló.

De hecho, recientemente el Ministerio de Sanidad tuvo que aumentar el precio del Celestone, un corticoide con propiedades antiinflamatorias para patologías osteomusculares que no podía sustituirse por ningún otro fármaco ya que sólo lo fabrica un laboratorio. Los precios bajos de los fármacos –algunos de los que llegan a comercializarse a menos de un euro– son desde hace años una de las causas que señalan los boticarios para un problema que hace un lustro generaba falta en unas 400 presentaciones y que ahora ya superan las 600.

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