Pedro Aparicio, en tiempo futuro
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El primer alcalde democrático de la capital fue también el gran artífice de la transformación que experimentó la ciudad en distintos órdenes durante los años 80 y 90
Eugenio Chicano en 20 mundos
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FUE el primer alcalde democrático de Málaga, el artífice de la transformación que en las décadas de los 80 y los 90 experimentó la ciudad. Pedro Aparicio, nacido en Madrid el 4 de octubre de 1942, falleció en Málaga el 25 de septiembre de 2014, a los 71 años de forma repentina mientras practicaba deporte. Bajo las siglas del PSOE, estuvo al frente del Ayuntamiento de la capital de la Costa del Sol durante cuatro mandatos, entre los años 1979 y 1995. Cirujano de profesión, Aparicio, que sucedió a Luis Merino, llegó a la Alcaldía encabezando la lista presentada a los comicios por el Partido Socialista tras ganar las elecciones municipales celebradas el 3 de abril de ese primer año. La mayoría absoluta la consiguió en los tres siguientes comicios.
De su valía para gobernar la ciudad le convencieron los dirigentes históricos del PSOE-A Rafael Ballesteros y Carlos Sanjuán, quien recordaba tras la muerte de Aparicio el día en que se lo propusieron. “Fuimos a ver a Pedro a su casa en Pedregalejo, donde vivió siempre. Allí nos pasó a una habitación en la que había un piano, que solía tocar –también era aficionado a los trenes eléctricos–. Estuvimos charlando con él y le pedimos que fuera nuestro candidato. Nos dijo que sí”. Aparicio formaba parte de una lista que previamente Ballesteros y Sanjuán habían elaborado y en la que destacaban referentes de la talla de Francisco Oliva, Enrique Linde, José Asenjo y Paco Rodríguez. “Se trataba de una lista magnífica de buenos políticos, gente dedicada a Málaga y, en definitiva, apta para resolver los problemas de los ciudadanos. Era prácticamente lo mejor que entonces tenía el PSOE”, expresó entonces Sanjuán.
Pedro Aparicio, representante de UGT en el Carlos Haya, destacaba como un “intelectual que denotaba gran inteligencia y pasión”, un sentimiento “necesario en aquellos momentos”. Barajamos tres nombres y finalmente le elegimos a él porque pensábamos que era quien mejor podía representar al partido. Lo hizo muy bien. Su discurso de toma de posesión ya fue magnífico”, apunta igualmente Carlos Sanjuán.
Pero los comienzos del ex alcalde socialista, sin embargo, no resultaron fáciles, sobre todo al encontrarse con una ciudad que, en palabras de Sanjuán, “carecía de todo”. Un 40% de ella, aseveró, no disponía de “pavimentación, saneamiento, luz o agua”. Bajo su mandato se impulsaron proyectos como la apertura al público de la Casa Natal de Picasso, el Jardín Botánico Histórico La Concepción, la Feria del Centro, el Teatro Cervantes y la creación de la Orquesta Sinfónica de Málaga (actual Orquesta Filarmónica de Málaga). Aparicio cesó al frente de la Alcaldía después de los comicios locales del 28 de mayo de 1995, que entonces dieron la victoria a la popular Celia Villalobos.
Se convirtió además en el primer presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), eurodiputado socialista de 1995 al 2004 y responsable del PSOE de Andalucía de 1994 al 2000. Fue también jefe de la sección de Cirugía Vascular de la Residencia Sanitaria de Málaga y, tras dejar la política, volvió a sus clases a la Facultad de Medicina como profesor titular de Cirugía. Aparicio estaba desde hacía años completamente apartado de la vida política. No obstante, la amistad que le unía a compañeros de fila como Carlos Sanjuán, entre otros, era inquebrantable. “Tenía intención de llamarle hace una semana, pero la muerte es mucho más rápida que los deseos de uno”, se lamentó. El socialista esperaba entonces que Aparicio fuera recordado “como el primer alcalde democrático después de 40 años de Franquismo y aquel que cambió la ciudad”. “La Málaga de hoy es un producto de esos 16 años de Gobierno socialista. Todos los grandes proyectos de la ciudad se hicieron durante su mandato, desde el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) hasta la creación de playas, grandes aparcamientos e infraestructuras o el comienzo de la peatonalización del Centro”, precisaba.
Para el arquitecto Damián Quero, cuya firma está en todos los planes generales de la etapa democrática, el primer alcalde democrático era un “ilustrado, muy culto, serio y profundo”. Una persona, detalló, “capaz de interesarse por aspectos culturales e intelectuales” de los asuntos que manejaban. “En los temas de un barrio o una calle, tenía fuerza para abordarlo. Cuando salía algún componente de otro tipo en el plano intelectual, él se enganchaba y eso no me ha pasado con otros políticos. Era un hombre interesado por las cosas que descubríamos del urbanismo de la posguerra”, recordaba. El actual alcalde, Francisco de la Torre, le definía tras su muerte “como una gran persona, con cualidades muy positivas”, y sobre todo “muy amigo de sus amigos”. Admitía De la Torre que la noticia le había “impactado mucho”, especialmente por no ser esperada, y reconoció que la impresión fue quizá mayor por el hecho de haber trascendido durante la celebración del pleno ordinario, un órgano que “es un símbolo de la tarea municipal, a la que Aparicio dedicó dieciséis años de su vida”. Hoy, el Centro de Cultura Activa Pedro Aparicio, instalado en el mismo Teatro Cervantes, recuerda su impulso decisivo para la vida cultural malagueña. Y la ciudad al completo conserva, intacta, su memoria.
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