Málaga

Pequeños oasis a concurso

  • Durante toda la semana los tradicionales patios de vecinos de los barrios de la Trinidad y El Perchel lucen unos patios engalanados durante todo el año por sus moradores

En uno de los corazones más dañados de Málaga laten durante todo el año recovecos de belleza resguardada del paso del viandante común. Durante siete días los barrios de Trinidad y El Perchel se convierten en protagonistas de una obra artesanal que concilia el esfuerzo de sus vecinos en pro de un bien común: limpiar, engalanar y ver florecer unos patios, testigos de otra época. La V Semana Popular de los Corralones obliga a llamar a la puerta de estos pequeños vergeles, adentrarse en ellos y dejarse llevar los aromas y colores de dos barrios, fieles a sus orígenes.

Pepi Guerrero es una de las muchas mujeres veteranas de ElPerchel norte, expertas en dotes de jardinería, decoración y, sobre todo, en organización y trabajo en equipo. En la calle Fuentecilla tiene su cuartel general, un corralón convertido en una suerte de jardín botánico en miniatura. Junto a otras miembros de la comunidad de vecinos adecenta todos los días su patio inundado de palmeras, rosas de pitiminí, jazmines, damas de noche y pensamientos.

“Aparte de la limpieza diaria, una vez al mes removemos toda la tierra, volvemos a sembrar y limpiamos las macetas”, explica Pepi. Mantones, macetas coloreadas, cortinas de lunares y tejas pintadas adornan las paredes y ventanas de estos patios, concebidos para el disfrute de una vida en comunidad. Un hábito perdido en la gran urbe pero recuperado en parte gracias al empeño de estos supervivientes de arrabal.

Una pequeña ruta por esta festín sensorial invita a detenerse en tramos como los de calle Jara. Ayer Rosa Álvarez, miembro de los servicios sociales de Distrito Centro acompañó a representantes de la Federación Provincial de Asociaciones de Discapacitados Físicos y/u Orgánicos de Málaga. Tras sortear más de una barrera arquitectónica (el acceso a muchos de los corralones se hace por escalones, sin rampas) toca disfrutar de la paz inusitada que regalan estos patios rehabilitados. Muchos de ellos ya han adquirido la categoría de Patio de Excelencia, les avalan premios en ediciones anteriores, unos 300 ó 500 euros que sus vecinos emplean en mejorar el corralón, con fuentes, bancos y otros adornos.

Llegados a Plaza Montes y con los ojos llenos de vegetación, al visitante aún le aguardan más paisajes en los que detenerse. Catalina se siente orgullosa de haber colaborado en perpetuar una tradición que antiguamente se celebraba como feria. Gracias a la colaboración de los talleres municipales de jardinería y decoración del distrito logra que sus naranjos, olivos, parras y parterres luzcan como inventados por una mano celestial.

Y entre tanto derroche de primavera, anoche en un rinconcillo de calle La Puente Pepa Vargas, La Tembleca recibía un sentido tributo de manos de algunos de sus artistas apadrinados, entre ellos Carrete, La Cañeta y La Repompilla. Y el barrio sigue latiendo.

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