La Policía intensifica los controles de robo en las chatarrerías
La venta de chatarra se controla a través un registro obligatorio
Las obras paradas por la crisis son víctimas habituales de hurtos de metales, que se han disparado por el alto precio que se paga hoy día por materiales como el cobre, el acero o el aluminio
La Policía sigue de cerca la actividad de las distintas chatarrerías y desguaces malagueños, repartidos por los polígonos industriales principalmente. Tres factores han disparado a nivel nacional los hurtos de metales para su venta en estos negocios, que deben tener al día un registro diario de la compraventa que realizan. Este libro lo controlan los agentes de la Policía Nacional de forma mensual y es el primer hilo del que tiran cuando se produce un hurto relacionado con metales.
Los agentes tienen en la actualidad las alarmas encendidas en torno a este sector por las numerosas infraestructuras que se realizan en distintos puntos del territorio, la cantidad de obras que hay paradas debido a la crisis económica y el precio que hoy día se paga por materiales como el cobre, el acero o el aluminio, disparados por la alta demanda que llega de China, que ha vuelto a crecer principalmente en el caso del cobre para la fabricación de tecnología electrónica. El valor de este tipo de materiales, que en el mercado europeo lo marca el London Metal Exchange, se ha triplicado en los últimos cinco años y su fin suele ser el mercado negro asiático.
"Cuando detectamos que aumentan los robos en algún sector, hemos de intensificar esa parcela y ahora los robos de metales son tentadores", afirman las fuentes policiales consultadas. Tanto las chatarrerías como los desguaces malagueños deben llevar al día sus respectivos registros desde hace años, pero, además, en los últimos meses las visitas de los agentes de seguridad son frecuentes, según confirman algunos de estos negocios. "Cada dos por tres hay patrullas haciendo registros a los chatarreros callejeros que llegan para vender la chatarra que han conseguido", asegura Manuel Mané, responsable de la chatarrería del polígono Guadalhorce.
Chatarrerías consultadas explican que no compran nada sin identificar al vendedor, pero narran problemas para identificar determinadas mercancías. "Cuando llega un camión lleno de hierro no podemos catalogar cada pieza, sería imposible. Nosotros tomamos el DNI del individuo y la cantidad de material que nos deja", explican. En el caso del cobre, dado su elevado valor en el mercado negro, los controles son más exhaustivos. En las propias chaterrerías es frecuente ver carteles informando a los vendedores de que deben justificar la procedencia del material. Sin embargo, en la práctica no siempre se puede realizar, dicen los chatarreros. "Cómo demuestra alguien que el cobre que trae es de un local que ha rehabilitado o de unas obras que ha realizado en su casa, nosotros tenemos al día nuestro registro y está a disposición de la Policía", subrayan.
Pero la venta en pequeñas cantidades de cobre no preocupa a la Policía. "Varios kilos entra dentro de lo normal, pero si observamos cantidades importantes hay que preguntarse de dónde viene ese material", explican. Como todas las ventas quedan registradas, la Policía tiene acceso a la identidad del vendedor. "Un albañil que vende 200 kilos de cobre es sospechoso. Otras veces buscamos quien ha realizado determinada venta y observamos que se trata de alguien con antecedentes y eso nos advierte de que algo puede pasar", añaden. Pero los chatarreros profesionales denuncian la existencia de chatarrerías ilegales y aseguran que la mayoría de ladrones no acuden a plantas de recuperación oficiales, donde deben cumplir con los requisitos legales antes de comprar el material.
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