Málaga

Reflexiones de la guerra en el Museo Ruso

  • Los trabajadores muestran su preocupación ante la posible paralización de la actividad

  • La mayoría de turistas expresan su rechazo ante la invasión de Ucrania

La entrada al Museo Ruso.

La entrada al Museo Ruso. / Javier Albiñana (Málaga)

Sobre las 12:45, en las inmediaciones de Tabacalera, el ambiente era tranquilo. Pero, al poner un pie en el edificio que alberga la Colección del Museo Ruso de Málaga, el clima se torna más tenso. Algunos turistas –pocos y, sobre todo, extranjeros– se deciden a visitar las colecciones cedidas por el Museo de San Pertersburgo a cambio de los 400.000 euros al año que destina el Ayuntamiento.

Las medidas de seguridad, muy exhaustivas. Una empleada con acento del este supervisa en todo momento la entrada y salida de usuarios. No se le escapa detalle. También indica a los visitantes que, nada más poner un pie en el Museo, deben desprenderse de sus abrigos, bolsos y todo lo que guarden en sus bolsillos para depositarlos en unas bandejas. Como si de un control de avión se tratase, los objetos personales son introducidos en un escáner por un guardia de seguridad, quien también pasa un detector a los usuarios –una medida que, quienes han estado en varias ocasiones, aseguran es una novedad–

A continuación, otra empleada, tras un mostrador, informa de que el recorrido por las diferentes exposiciones es circular y que las fotos a las obras de arte han de hacerse sin flash. “La tienda cierra a las 14:00 y vuelve a abrir a las 17:00”, añade.

El día parece transcurrir con normalidad. Sin embargo, los trabajadores están algo nerviosos. Tras finalizar su jornada laboral, Cristina –limpiadora del Museo– manifiesta que lleva dos o tres noches sin dormir ni descansar. “Es muy duro porque llevo trabajando aquí junto a mis tres compañeras siete años”, reconoce. Pese a que asegura estar en contra de lo que está viviendo la comunidad ucraniana, a su juicio, debería diferenciarse del arte y la cultura.

Confía en que, finalmente, la actividad de la galería de pinturas no cese y se busque una alternativa para que el Ruso continúe con su actividad. De lo contrario, espera que pueda seguir desempeñando sus labores en otro lugar, si no, irá al paro –dice resignada–. Se despide pidiendo a este periódico que trate bien con sus textos al Museo: “Pensad que los que estamos trabajando aquí somos malagueños”, apunta. Y es que, aunque las obras son prestadas por Rusia, el Museo es en realidad de propiedad municipal, por lo que es el Consistorio el encargado de costear a los empleados.

Otro de los trabajadores del Ruso, que abandona rápido el edificio, reconoce estar “asustado” y con incertidumbre. Repite en varias ocasiones que nos saben nada sobre lo que ocurrirá con la colección y, por tanto, con sus puestos de trabajo.

De momento, la Colección del Museo Ruso sigue abriendo todos los días, excepto los lunes, desde las 9:30 hasta las 20:00 y algunos visitantes defienden su continuidad, ya que “afirman que da vida al barrio” y que "la vida cultura no solo puede situarse en el Centro Histórico".

Jadee Indra, una turista francesa en Málaga desde hace cuatro meses, sale maravillada de la pinacoteca. Acompañada por su pareja, señala que Guerra y paz ha sido la colección que más le ha llamado la atención por el contexto paradójico de la misma. Compuesta por 183 obras, ofrecen una mirada completa, desde distintas perspectivas, sobre dos polos antagónicos y esenciales de diferentes conflictos bélicos, tan importantes en Rusia que dieron lugar a un género propio. La colección fue cedida al Museo Ruso de Málaga antes de la invasión de Ucrania, como si de una profecía se tratase.

A Daniel López de Sosoaga y Arantxa Besga, una pareja de Vitoria, les han parecido también “muy bonitas” todas las obras de arte. Un hecho que no les ha impedido mostrar su apoyo y solidaridad al pueblo ucraniano ante el “horor” y la “barbarie” que sufren. Besga aboga por diferenciar la cultura de la guerra; mientras que, Lopéz de Sosoaga opina que es necesario que España elimine todas las relaciones que mantiene con Rusia para “presionar”al país, entre ellas que Málaga paralice su colaboración con San Petersburgo. En este sentido, destacaron que –a diferencia de otros museos que han visitado en estos cuatro días que llevan en Málaga, como el Picasso–, había “poca gente”. “Poco más de cinco personas, quitando algún grupo escolar”, detallan.

Por su parte, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, mantiene este jueves a las 13:00 un pleno extraordinario donde informará del resultado de las conversaciones  con el Ministerio de Asuntos Exteriores, y con Gúzman Palacios, director de Relaciones Culturales.

Si bien, ha recordado que no se podrán hacer transferencias económicas al Museo de Arte Ruso de San Petersburgo, "pero el Ministerio, y entiendo que en la línea de lo que también se comparte en otras instituciones europeas, es partidario de que se mantenga abierto como tal". Asimismo, ha defendido que se trata de un tema en el que  la cultura debe estar separada, así como diferenciar al pueblo ruso de los errores de Putin.

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