¿Resaca o garrafón?
Hosteleros niegan que se venda alcohol de mala calidad y consumidores afirman que la práctica existe · Pero no hay inspecciones, ni denuncias ni sanciones
La Real Academia Española define el licor de garrafa o garrafón como la "bebida alcohólica que se distribuye a granel y es de mala calidad". Los hosteleros niegan su existencia. Los noctámbulos confirman que existe y que "se nota al día siguiente". Pero lo cierto es que no hay denuncias, no constan sanciones ni tampoco inspecciones. Ni el Ayuntamiento de Málaga ni la Delegación de Consumo tienen programas específicos para controlar la calidad del alcohol que se bebe en los bares. Pero las organizaciones de consumidores advierten que si esa calidad es inferior a la que se paga, constituye un fraude.
"Es una leyenda urbana que exista el garrafón", asegura el representante de la Asociación de Bares Musicales de Málaga (Abemus), Daniel Campos. Este hostelero recuerda que las botellas tienen un precinto y que la supuesta práctica de rellenarlas supondría un coste de mano de obra que no justificaría el ahorro. Los consumidores con el gusto más entrenado dicen que incluso el garrafón tiene otro paladar. Campos replica este argumento indicando que las casas comerciales tienen diferentes fábricas y que además hay distintas partidas, de modo que puede haber matices en el sabor de un mismo producto. "Todo lo compramos a las casas oficiales", afirma el representante de Abemus, que recuerda que no hay ningún bar sancionado por esta causa.
Pero los más habituales y no tan habituales de la noche juran que el garrafón existe. "Yo siempre tomo la misma marca de whisky. En casa, una copa no me sienta mal y en algunos bares, me cae fatal porque es garrafón", asegura un cuarentón. Un veinteañero que en una noche llega a beberse media docena de copas también sostiene que el garrafón existe. Una copa puede oscilar entre los 4 y los 8 euros. "Pero aún pagando un precio más caro a veces es garrafón porque lo que pagas es el ambiente o que el local cierre más tarde", afirma el joven.
Hay empresarios que recurren a la ironía para negar una práctica que sería fraudulenta. "¿El dolor de cabeza es por garrafón o por los siete cubatas?", indicaba un hostelero.
Pero la calidad del alcohol que se consume -pese a que sería un fraude- no parece ser un aspecto que preocupe mucho a las administraciones públicas. La Delegación de Salud y Consumo no tiene ningún programa específico en ese sentido. Tampoco denuncias. Sus inspecciones a los bares son aleatorias, pero según los hosteleros se dirigen más hacia los establecimientos de comida para prevenir eventuales intoxicaciones alimentarias. En la misma línea, el Ayuntamiento de Málaga tampoco hace controles del alcohol que se bebe "salvo que exista una alerta sanitaria". Aunque, al igual que Salud y Consumo, sostiene que actuaría si hubiera alguna denuncia.
Ni las administraciones, ni los empresarios ni los consumidores tienen constancia de denuncias o reclamaciones. Quienes afirman que esta práctica existe sostienen que hay dos tipos de garrafón. Uno, que es la adulteración con alcohol metílico o industrial, de menor coste que el alcohol etílico del que se componen las bebidas. Otro, que consiste en rebajar el producto con agua. Ambos casos constituirían un fraude, aunque solo el primero daría los consabidos dolores de cabeza.
El portavoz de Facua, José Luis Sánchez, confirma que en su organización no hay reclamaciones por este asunto. En su opinión, las cautelas deben extremarse cuando se trata de establecimientos ocasionales, como los típicos que organizan fiestas de Nochevieja. En todo caso, Sánchez informa de que si algún consumidor sospecha que le han servido garrafón, puede pedir la presencia de la Policía Local para que se tome una muestra y pueda comprobarse su denuncia. Pero antes debe asegurarse de conservar la entrada al local o el ticket de la copa. Condiciones que el usuario no siempre reúne ya que es frecuente no tener una entrada o a acercarse a la barra y llevarse la copa sin obtener resguardo alguno del pago.
Dos trabajadoras de la hostelería coinciden en que el garrafón existe. "Y lo peor es que te lo cobran al precio de alcohol bueno", se queja una que, además, afirma que en una zona de bares de la Costa del Sol en la que trabajó hace tiempo, un hombre venía una vez al mes por las botellas vacías de marcas de prestigio para rellenarlas. Por eso, ella afirma que garrafón, haberlo, haylo. Pero de momento, no hay inspecciones, denuncias o sanciones que demuestren este tipo de prácticas.
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