Seguí, el arquitecto de los mil concursos
El urbanista anunció que no volverá a optar a un concurso promovido por las instituciones
"Lo público viene envenenado", dijo
"Nunca más nada público, lo público viene envenenado". Son las palabras que el arquitecto José Seguí verbalizó la pasada semana ante un auditorio lleno de compañeros de oficio y estudiantes universitarios para señalar su intención de no volver a presentarse a un concurso impulsado por alguna de las muchas administraciones públicas. "El encargante que más desprecia al arquitecto es el público", apostilló en otro momento de su disertación.
Con su mensaje vino a seguir la estela de lo dicho semanas atrás por el actor Antonio Banderas, con quien se asoció para presentarse al concurso de ideas para transformar los antiguos cines Astoria y Victoria; con quien ganó la convocatoria, y con quien desistió de ir adelante con el posible desarrollo de la iniciativa alegando un trato vejatorio e injusto por parte de una parte de la sociedad malagueña. La herida dejada por el Astoria parece seguir supurando tanto en el urbanista como el actor.
La renuncia de Seguí a optar por una de las principales vías de encargo que hoy por hoy siguen teniendo los arquitectos choca de con lo que ha sido su trayectoria. Él mismo lo admitió cuando, meses atrás, preguntado por las razones por las que salía victorioso de buena parte de los concursos a los que se presentaba, dijo: "para ganar siete, perdemos 93; hemos aprendido a ganar, perdiéndolos". Porque, un simple repaso a su portafolio permite constatar que Seguí es un arquitecto que nunca ha despreciado el concurso.
La huella de su trabajo se deja sentir de extremo a extremo del territorio malagueño, abarcando el campo residencial, el de los equipamientos, el de la ordenación del territorio... Y muchos de ellos con el sello impulsor de lo público. Ya sea el de la Junta de Andalucía, a cuyas iniciativas se le ha vinculado en numerosas ocasiones; del Ayuntamiento, o del Gobierno central.
Seguí puso en marcha su estudio en el año 1975. El mismo dispone de sede en Málaga y Madrid, y en el año 2013 dio el salto a Perú tratando de esquivar los males de la crisis económica que asolaban la industria del ladrillo en España. Una de las confesiones que hizo esta semana en una jornada especializada fue que cuando volvió del país sudamericano lo hizo con una idea clara: "nunca más presentarnos a un concurso público". Una premisa que, apuntaba, rompió en última instancia con la convocatoria del Astoria.
Aunque no sólo. Porque en el escenario temporal más reciente no son pocos los intentos del estudio Seguí por hacerse con encargos de instituciones públicas. Solo en 2016, antes del fallido asunto del Astoria, hay que sumar sus participaciones en sendos procedimientos impulsados por la Universidad de Málaga para transforma el bulevar Louis Pasteur y para diseñar el nuevo Pabellón de Gobierno, si bien en ninguno de ellos fue la oferta finalmente seleccionada. Ese mismo año, de la mano de un grupo inversor catarí, se hizo cargo del proyecto de construcción de una torre de uso hotelero de 135 metros de altura en el morro del dique de Levante.
La empresa promotora, Andalusian Hospitality II (con el aval de Al Bidda Group) obtuvo la preconcesión de ese suelo por parte del Consejo de la Autoridad Portuaria de Málaga. La intervención está ahora, según sus propias palabras, en el "infierno" de los trámites administrativos. La edificación, en caso de llevarse finalmente a cabo, se valora en unos 115 millones de euros.
Pero la vinculación de Seguí con lo público es mucho más profunda en el tiempo. En el año 2012 concurrió y logró el primer premio del concurso de ideas del río Guadalmedina, convocado por la Fundación Ciedes (integrada fundamentalmente por organismos públicos), y valorado en 60.000 euros; en 2010 ganó el concurso para diseñar el Centro Andaluz de Investigación de la UMA, valorado en unos 6 millones de euros; en 2008, de la mano del jeque propietario del Málaga Abdullah Al Thani, se hizo con la concesión otorgada por la Junta para ampliar el puerto deportivo de La Bajadilla, intervención de la que se desvinculó por el impago del empresario catarí pero que se llegó a estimar en unos 100 millones de euros. Ese mismo ejercicio se presentó, junto al estudio de Richard Rogers, al concurso para diseñar el Auditorio de la Música de Málaga, intervención que finalmente fue adjudicada a la alianza integrada por Agustín Benedicto y Federico Soriano. E hizo lo propio con la convocatoria de la UMA para el diseño de la Facultad de Psicología. Tampoco fue la propuesta elegida.
Dos años antes, también con el Gobierno andaluz como promotor, Seguí recibió el encargo para el diseño de la Ciudad de Justicia de Málaga en el marco de un concurso público internacional. El equipamiento, contratado en unos 56 millones de euros acabó costando 88 millones. Ese mismo año la propia Administración regional, el Ayuntamiento y la Diputación, como copropietarios del estadio de La Rosaleda, le encargaron su rehabilitación y ampliación.
En 2005 asumió la redacción del Plan General de Jaén; en 1997, el Instituto Europeo de Alimentación Mediterránea en Málaga y Plan General de Córdoba; en 1988, el Plan General de Ronda y el 87 el Plan General de Antequera. La Junta también eligió en 2003 a Seguí, previo concurso, para sentar la redacción del Plan de Ordenación del Territorio de la Costa del Sol Occidental.
Ahora, Seguí parece cerrar la puerta a los encargos institucionales, esa que durante tantos años nutrió de trabajo a su estudio.
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