Trotes sonoros que embellecen el Real
Los caballistas aprovechan estas fechas para exhibir a sus animales, a los que preparan durante todo el año
NO todo es alcohol, música y atracciones. La banda sonora del Real por las mañanas viene acompañada de los relinchos de los caballos. Los más pequeños y los que no tienen la pupila acostumbrada a este bello animal son los más sorprendidos, los primeros que piden montarse en ellos. Algunos vienen incluso ataviados para la ocasión con cascabeles que emiten sonidos acompasados con su trote.
Miguel Lozano no recuerda una vida en la que no estuviera junto a un caballo. Con su yegua, su familia y su Rioja está "en la gloria". Dueño de un chiringuito de Torremolinos, dedica su tiempo libre a Atrevida, de tonos oscuros. "La cuido casi más que a mi nieto", sonríe.
José Báez acude casi todas las tardes a Cortijo de Torres con Tabernero, un precioso caballo de tez de color cal que, como Atlas, sostiene en su espalda el carro en el que se transportan las personas. "Me encanta la Feria. No hago otra cosa que pasear a mi caballo por aquí, es lo único que me divierte", detalla Báez, que dedica todas las mañanas y noches un ratito al cuidado de su caballo: "Limpio la cuadra, lo lavo, le echo de comer...". Disfruta más del Real que del centro, porque para los animales "se quedó pequeño".
La distancia entre Nerja y Málaga no es ningún inconveniente para que Javier y Carlos Comares traigan a Farina y Pantoja a la Feria, dos preciosas yeguas blancas que cargan con un enorme coche. "Esto es un trabajo, le dedicas el tiempo que le tengas que dedicar. En mi picadero, llegas por la mañana y sales por la noche", anuncia Javier, que prefiere el "ambiente" del Cortijo de Torres para poder ir con sus animales. Hace años que los caballos no tienen hueco en la Feria del centro. Su alegría también es compartida, ya que no dudan en dejar que la gente se monte y disfrute de un viaje con los caballos los cuatro días que suelen acudir. No lo alquilan porque es solo "para amigos".
Campero y Pelegrina han sido los elegidos para venir a la semana grande de Málaga. De los 24, ellos fueron los afortunados que tuvieron que resistir el terral. Samuel Heredia, su dueño, destaca el especial cariño con el que los cuida. Los transporta todos los días desde Álora para "presumir" de ellos. "Nos encanta ver a la gente disfrutar, venir con el carro… nos preparamos todo el año para esto", destaca.
Ignacio Martín y Zeus no pasan por Cortijo de Torres por placer. "Es un puesto de trabajo", lo que le da de comer. "Es el sueldo. No es porque te gusta y sea un hobby, que también", expresa. Aunque suele trabajar en el centro, prefiere el Real "porque tiene su encanto". "Aquello tiene cada vez menos diversión", asegura.
Felipe Marín trae a su yegua morena Reina desde Archidona el día de los fuegos. La refugia en El Viso, para que el viaje de todos los días no se haga pesado. Es servicial, suele invitar a cualquiera a que se suba y "algunos dejan propinilla". A pesar de que el cuidado del caballo "es muy trabajoso", lo considera realmente "gratificante". "Solo tengo dos, así que estoy tres horas al día, que si te pones a contar, es mucho tiempo". Concuerda en el resto de entrevistados en que el Real es mucho más "cómodo", y encima "compartes opinión con más gente como tú, amante de los caballos".
Hay una competencia invisible entre los caballistas que se desafían para deslumbrar con los accesorios con los que engalanan a sus animales. Los ganadores, sin alguna duda, son los espectadores.
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