Víctor Fernández, portavoz de Icomos

"Un rascacielos en el puerto de Málaga es como un coche de segunda mano mal aparcado"

  • "Cualquier persona que deba aprobar esto debería preguntarse '¿Voy a dejar eso para siempre en la imagen de Málaga?'", enfantiza el experto 

Imagen de archivo de Víctor Fernández, miembro de Icomos.

Imagen de archivo de Víctor Fernández, miembro de Icomos.

Icomos, referencia nacional e internacional en la pugna por la protección del patrimonio cultural, ha vuelto a desaconsejar en un reciente informe la construcción del hotel proyectado en el dique de levante del puerto de Málaga. El documento ve la luz casi tres años después de un primer pronunciamiento igualmente severo y contrario a este proyecto. Víctor Fernández es portavoz de este organismo no gubernamental. A su juicio, las razones para enterrar esta iniciativa son de peso.

–La última vez que usted y yo hablamos fue en febrero de 2018. Más de tres años después de aquel momento, el proyecto del hotel del puerto sigue adelante. ¿Imaginaba que era lo que iba a suceder?

–No me sorprende. Sé que las circunstancias en las que se ha ido desarrollando, con una serie de problemas como la pandemia, hacen que los tiempos no sean normales. Pero es verdad que muchas veces las instituciones se enrocan en las decisiones que toman y les cuesta dar marcha atrás. Entiendo que son negociaciones complejas y con instituciones potentes, como la Autoridad Portuaria, el Ayuntamiento de Málaga, que tienen un peso importante y que no actúan de forma rápida. Aunque en este caso creo que el tiempo ha jugado en contra del proyecto, lo ha visibilizado más y en vez de tener una opinión pública más favorable ha hecho que la sociedad malagueña lo rechace más.

–Habla de la sociedad malagueña, pero si algo ha demostrado estos meses es que el proyecto ha trascendido mucho más allá de la ciudad.

–Exacto. Hay que hablar de dos escalas: la propia ciudad, que es la más importante, porque son los ciudadanos a los que más les compete; pero luego ha habido un revulsivo que ha llegado a toda España y a personajes de fuera que se han añadido a este movimiento. Eso da una vuelta de tuerca cualitativa muy importante respecto a la sitiaron que había hace tres años. En ese momento no existía ese ambiente, era todo más local, apenas había trascendido. Hay algunos videos en contra de personas conocidas que son muy potentes. Aunque las instituciones responsables no hayan dado una marcha atrás, está claro que en el Ayuntamiento ha habido cambios notables en las posiciones. El escenario ha cambiado notablemente. Es verdad que no hay un abandono del proyecto, pero las circunstancias son bastante distintas.

–Para un organismo como Icomos debe llamar la atención que haya personajes como Emilio Lledó, Miguel Ríos, que hablan de la invasión que se produce sobre el paisaje mientras las autoridades públicas piensan que no hay alteración.

–No es que piensen que no hay alteración, eso lo saben todos desde el primer momento, otra cosa es que lo defiendan por otros intereses. Que es un elemento que cambia completamente la imagen de la ciudad… Lo obvio no hace falta explicarlo. Decir que un rascacielos en la bocana del puerto va a cambiar la relación de la ciudad con el puerto y su paisaje de siempre es algo tan obvio que lo sabe quien defiende el proyecto. La cuestión de fondo es si existe un paisaje histórico o no en Málaga, si Málaga merece tener la consideración de tener un paisaje patrimonial. Si se niega, sirve cualquier cosa y puedes poner un rascacielos donde quieras. Pero si se comparte que hay un paisaje histórico, que es algo que tampoco se puede negar, lo primero que hay que hacer es conocer ese paisaje y saber qué se puede hacer. En Málaga lo que se ha hecho es sin ningún conocimiento serio y profundo de ese paisaje histórico.

Víctor Fernández en una entrevista. Víctor Fernández en una entrevista.

Víctor Fernández en una entrevista.

–Hay que recordar que en su día incluso de manejó la posibilidad de postular a la ciudad para una declaración de carácter internacional.

–Ha habido bastantes iniciativas para que Málaga entre en el patrimonio histórico mundial y cuando nos preguntaban dijimos que si había alguna posibilidad era porque es un paisaje urbano histórico que ha evolucionado y se ha reinventado. Y que tras una serie de impactos negativos ha transformado la ciudad. Se le dio la vuelta, con la cultura, los museos… Málaga ha dado ese cambio. Desde mi punto de vista, no del de Icomos, no hubiera estado mal proponer una candidatura como un buen ejemplo de transformación y mejora. Eso era más solvente que lo del Centro histórico, que eso sí que no va entrar en la lista de patrimonio mundial por mucho que nos pongamos de rodillas en la puerta de la Unesco. A efectos de la ciudad nadie puede decir que no se va a producir un impacto en su paisaje urbano, que es además patrimonial. Y cualquier persona que trabaje en el patrimonio lo reconoce en una ciudad de más de 3.000 años de historia. Si vas a hacer una operación que lo va a cambiar lo mínimo es hacer un análisis científico de cómo se valora un paisaje urbano histórico y ver qué cosas son aconsejables hacer o desestimar.

–¿Con ese análisis no se hubiese planteado la torre?

–Claro, claro. Pero ya no es que estemos planteando rascacielos sí, rascacielos, no. Es el interés y la salvaguarda del paisaje patrimonial de Málaga, que no ha tenido valedores. Hace 40 años Málaga apenas tenía valedores más allá de la Catedral y la Alcazaba. En los últimos 40 años el Centro histórico, hay zonas o barrios como La Caleta, El Limonar… Hay más sensibilidad hoy pero eso no ha llegado aún al paisaje.

–¿A qué se refiere?

–Es como la clave de un arco. Es la pieza angular. Si Málaga es algo es puerto, es mar, es el origen de la ciudad. La relación de la bocana del puerto, como punto de entrada y salida, es un espacio sagrado. El paisaje canónico de Málaga es su puerto, son las vistas tradicionales. Y desde el siglo XIX, con la Farola… No es raro que la Farola se convierta en un elemento identitario, no solo porque el edificio sea bonito, sino porque está puesto en el lugar clave para el paisaje de la ciudad. Allí convergen las miradas.

"Si Málaga es algo es puerto, es mar; la relación de la bocana del puerto, como punto de entrada y salida, es un espacio sagrado"

–En la última aproximación que hace Icomos al proyecto, en forma de addenda, toma como referencia la rebaja de altura planteada por los privados y pone en valor el peso de la Farola. ¿Mantienen su posición contraria al proyecto?

–No hemos cambiado la opinión porque el impacto, aunque rebaje la altura, sigue siendo suficiente para cambiar las claves de ese ámbito. Tampoco han sido tres años normales para la Farola. Un elemento clave para Málaga como elemento identitario. Se está produciendo un fenómeno de llamada de atención a la ciudad para que sea declarado Bien Interés Cultural (BIC), porque posee valores más que suficientes. Por todo, por su trayectoria histórica, por las características del inmueble, por su maquinaria. Es un elemento patrimonial emergente y el informe quería incorporarlo. Hay que analizar no solo los cambios en el proyecto sino la propia consideración patrimonial de la Farola, que es más elevada ahora que hace tres años. Yo apostaría que antes o después la Farola será BIC.

–Si la Farola fuese declarado BIC, hablamos de un escenario bien distinto…

–No es que sea declarado, es que se incoe el expediente. En ese momento es tratado como BIC hasta que se declare. Es como una prevención. Hay expedientes que duran muchos años. Puede ser que al final se diga que no tiene valor. Pero el caso es que en el momento en que se incoe ya estaría protegido como si fuese BIC. La clave es que se incoe el expediente y eso depende de Cultura. Más allá de los aspectos materiales del edificio está la proyección identitaria, que es patrimonio inmaterial y que tampoco hay que explicarla a un malagueño. Es como la torre de la Catedral. Si no son identitarios de Málaga la torre de la Catedral, la Farola o la Alcazaba es que no hay nada. Por todo eso merece ser incoado.

"Si no son identitarias de Málaga la torre de la Catedral, la Farola o la Alcazaba es que no hay nada"

–Otro elemento a tomar en consideración es el paso adelante del Ministerio de Cultura. ¿Le ha sorprendido?

–Es interesante que coincida en este etapa, en la que se está pendiente del visto bueno o no del Gobierno al cambio y a que se permita ese uso hotelero. Nos parece muy bien la sensibilidad del ministerio hacia estas cuestiones.

–¿Hasta dónde puede ser trascendental la decisión del ministerio?

–Me parece que es un hecho muy significativo desde el punto de vista histórico, porque el paisaje tampoco ha interesado mucho. No es que no haya interesado es que no tienen instrumentos, no hay una ley del paisaje y protegerlo con las leyes del patrimonio no es fácil. En Andalucía tampoco tenemos una ley como esa. A lo más que llega la Ley del Patrimonio Andaluz es a la contaminación visual. Ahora estamos todos los días con problemas de este tipo. Un ejemplo es lo que pasa en Soria con la ribera del Duero. No hay una herramienta que permita decir 'esta barbaridad no'. El hecho de que en Málaga el ministerio se preocupe por todo esto nos parece una fantástica noticia. En Icomos y en la Unesco se viene trabajando desde hace tiempo en la protección de los paisajes patrimoniales, los de interés cultural. Todo lo que sea acercarse a la concepción del patrimonio más avanzado, que es éste, es de aplaudir.

–¿Como cree que acabará esto?

–Los que defienden la torre cada vez lo tienen más difícil porque se ha producido una serie de reacciones muy distintas en ámbitos muy diferentes; hasta el punto de que ahora han reaccionado desde instituciones como el ministerio, hasta Miguel Ríos o Emilio Lledó. Hoy las circunstancias son bastante distintas a la situación de hace tres años. Ahora se visibiliza más que se le está poniendo precio al paisaje de la ciudad. Cuando se observa el concepto de hotel-rascacielos que maneja el Estudio Seguí, se observa cómo la imagen de la ciudad es vendida desde la torre, cómo se comercializa su paisaje y se ofrece de forma privilegiada a las personas que estén alojadas en ese hotel. Con esta privatización del paisaje se pone precio a algo que tiene un valor inmenso.

"Se le está poniendo precio al paisaje de la ciudad; la imagen de la ciudad es vendida desde la torre"

–¿Confía en que se pueda revertir?

–Hay que convencer de esto al conjunto de la población malagueña y el éxito de esta empresa sería que la torre no se hiciera porque lo diga un informe o una ley, sino por un convencimiento político y ciudadano. Cualquier persona que deba aprobar esto debería preguntarse '¿Voy a dejar eso para siempre en la imagen de Málaga?' Hay además ejemplos que ilustran los resultados de estas políticas, como es el caso tan cercano de Sevilla, una ciudad que tenía un paisaje patrimonial soberbio y que ahora, lo que se aprecia cuando se llega a ella por cualquier vía, es la imagen de una ciudad llana con un rascacielos como protagonista. Este tipo de intervenciones son para siempre, desmantelan la imagen de un paisaje que se ha ido haciendo a lo largo de siglos, un paisaje único, por el de la verticalización que es global, banal y repetido. Se vende el paisaje de Málaga como si fuera un saldo y ni siquiera para un inmueble cuyo principal uso sea para los habitantes de Málaga.

"Sevilla era una ciudad con un paisaje patrimonial soberbio y ahora es la imagen de una ciudad llana con un rascacielos como protagonista"

–Quienes defienden esta propuesta hablan de la importancia del turismo.

–El turismo está muy bien, tenemos que mimarlo y la ciudad tiene déficit de los hoteles de 5 estrellas, pero Málaga tiene un municipio de muchos kilómetros cuadrados donde poder satisfacer esta necesidad sin tener que hacerlo en la clave del paisaje de la ciudad: la boca de su puerto. Si tuviésemos que hacer un análisis del paisaje fundante, canónico, identitario y emblemático de Málaga empezaríamos allí, en el puerto, por cuya boca han entrado y salido lenguas, civilizaciones, mercancías, riquezas, culturas. Si se niega que haya un paisaje patrimonial de Málaga, entonces no hay nada más que decir, que es como han venido actuando la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento hasta ahora, pero si se admite que el paisaje de Málaga tiene valores patrimoniales, y esto es bastante obvio en una ciudad de tres mil años de historia, lo adecuado es conocerlo, protegerlo, disfrutarlo y actuar siempre con criterio. No parece muy descabellado pedir que el Ayuntamiento de Málaga encargue un análisis de su paisaje, con especial mención de sus dimensiones patrimoniales, al que debería adecuarse el devenir urbanístico de la ciudad, un análisis que tuviera muy en cuenta las valoraciones de la población de Málaga. Un rascacielos en el puerto es como un coche de segunda mano mal aparcado. ¿Se dará cuenta de esto alguno de los responsables de su construcción antes de que sea demasiado tarde?

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