Muchos acentos, un solo apellido
Cerca de 300 personas apellidadas Huelin, descendientes de un inglés que llegó a Málaga en 1770 y cuyo nieto dio nombre al populoso barrio, se reúnen por primera vez
Decir Huelin en Málaga es hablar de un barrio popular situado a escasos metros del mar y cuya vida gira en torno a un mercado bullicioso en el que se encuentra casi de todo. Pero ese nombre tiene su historia. Así se llama el barrio en memoria de Eduardo Huelin Reissig, un empresario que a mediados del siglo XIX construyó unas 500 viviendas en la zona con las que paliar las malas condiciones en las que vivían por entonces los trabajadores de las fábricas de los Larios, los Heredia y de su propia factoría de caña de azúcar. Era nieto de un inglés, Guillermo Huelin Siver, que fue el primer Huelin que se asentó en Málaga allá por 1770.
Desde entonces han pasado muchos años y muchas generaciones. De aquel inglés surgieron varias ramas de familias malagueñas que hoy están repartidas por medio mundo. Ayer 264 personas descendientes de la estirpe y apellidados Huelin se reunieron por primera vez. No estaban todos, pero el encuentro congregó a la mayoría de la familia.
Dice Ignacio Huelin –impulsor junto con Jorge Huelin de la reunión de ayer– que el árbol genealógico extendido ocupa 8,5 metros. Cuando lo desplegaron a la hora del almuerzo en el Club Mediterráneo, los Huelin prorrumpieron en aplausos. Era una versión abreviada y ocupaba 2x2 metros. Allí todos se buscaban. Algunos primos lejanos se reencontraban, otros se conocían.
Para facilitar las cosas, cada uno llevaba una tarjeta identificativa. Cada rama de la familia tenía un color. Así, todos podían saber de qué rama de los Huelin era el otro, cómo se llamaba y de donde venía. Y llegaron de Los Ángeles, Filipinas, Hong Kong, Argentina, Madrid, La Rioja, Cataluña, Melilla y Málaga; obviamente Málaga.
Paloma Vidaurrázaga Huelin contó que su madre, malagueña, se casó con un vasco que tenía propiedades en Filipinas. Se fueron de luna de miel y allí se quedaron. Paloma y sus cinco hermanos nacieron en ese archipiélago. Ahora ella vive en Hong Kong. “Este encuentro es fenomenal. Somos seis hermanos y hemos venido los seis. Es una excusa magnífica para encontrarse y conocer a más Huelin”, relataba.
Su hermano Carlos llegó de Filipinas. Su otro hermano, Juan José, de Los Ángeles. “Yo nací en Filipinas, pero me fui a estudiar a la universidad en Estados Unidos, me casé con una americana y me quedé allí”. Los participantes en el encuentro tenían muchos acentos, pero un mismo apellido. Allí estaba también María del Carmen Huelin Lorenzale, que con 84 años es la mayor de la saga. Y Victoria Prieto Huelin, de dos meses, la menor.
Pilar Huelin, su madre, vino desde Madrid. “Es muy pequeña, pero se lo contaremos y le enseñaremos las fotos cuando crezca. Mi hijo de tres años está encantado, para él es un evento muy importante”. Borja Meléndez Huelin, también llegó de Madrid. “Ignacio se ha portado genial, por su idea, por su constancia, este tipo de encuentros hay que mantenerlos”, defendía.
La jornada fue intensa para la saga familiar. El viernes hubo un aperitivo:una conferencia de Manuel Muñoz sobre la Málaga industrial de los siglos XVII y XIX y los Huelin. Pero ayer fue el día fuerte. Misa para empezar. Oficiada, como no, por un Huelin. Carlos, un jesuita que ahora realiza su labor pastoral en una parroquia de Almería, pero cuyo compromiso ha permitido transformar un dispensario en un hospital en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).
Después del oficio, hubo un tiempo para el turismo. Algunos recorrieron la ciudad y otros se fueron al barrio de Huelin. Sobre la 13:00 el mercado era pura efervescencia. Cuando llegaron, una mujer gitana vendía ajos en la puerta, otra calcetines, más allá un hombre ofrecía caracoles. A los que no eran de Málaga les llamaba la atención ver tantos carteles con su apellido.
Mientras recorrían los puestos, intercambiaban preguntas para saber quiénes eran sus padres, de qué rama venían o qué parentesco tenían. Había algunos Huelin Huelin Huelin y otros con los apellidos cruzados. María Dolores García-Valdecasas Huelin explicaba la razón de tanta endogamia:“Es que antiguamente, por las herencias, se casaban mucho entre primos”. Así, las propiedades se quedaban en la familia.
Manuel Muñoz, el biólogo que dio la conferencia por la mañana y que los acompañó a ver el barrio, explicó que aquel inglés que llegó hace más de dos siglos se dedicó a lo que hacían todos los extranjeros que llegaban a Málaga: “El comercio, la exportación. De la pasa, la uva, la almendra. Fue la tercera generación, la de Eduardo Huelin Reissig, la que montó la fábrica de caña de azúcar y la que dio nombre a este barrio”.
Recorriendo los puestos del mercado estaba también Conchita Huelin Bejarano, hija de Ignacio Huelin, que fue diputado por Málaga. Y Sari Huelin Benítez, nacida en esta ciudad, pero que ahora vive en Barcelona. “Todo esto no hubiera sido posible sin internet. Ha sido un trabajo en red. Yo de los casi 300 que hay hoy aquí sólo conocía a unos 30”. Sari encuentra los parecidos familiares de los presentes. “Mira, mira, pómulos subidos, cara redonda, pelo rubio”, advierte. Y ojos azules, muchos ojos azules.
Casi todos proponen que el encuentro se repita. Ignacio, uno de los impulsores y organizadores de esta huelinada, escucha. Esta liado porque todo se ha preparado en el exterior y el cielo amenaza lluvia. Mientras ultima los detalles para el almuerzo y se afana porque el árbol genealógico quede bien desplegado, responde:“Sí, nos volvemos a reunir, pero yo facilito los contactos y que otro tome el relevo de la organización”. Ha sido un gran esfuerzo, pero todos coinciden en que ha valido la pena.
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