El emotivo adiós a Antonio en la Comisaría de Málaga tras la colisión con los atracadores: "Nos falta uno; ya nunca será igual"

Un centenar de efectivos participa en un pasillo de honor poco antes de que se le impusiera la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo

Los compañeros de Antonio, el policía muerto en un accidente en Málaga: "Él piensa que me eligió a mí, pero yo lo elegí a él"

Llegada del féretro con el cuerpo del policía fallecido en Málaga / Javier Albiñana

Eran las 10 de la mañana cuando comenzaban a sonar las primeras sirenas de los vehículos patrulla que anunciaban la llegada a la Comisaría del féretro con los restos de Antonio, el policía nacional que murió la madrugada del jueves al colisionar su coche con tres ladrones a la fuga. El accidente ocurrió poco después de terminar su turno. Volvía a su casa, en Benalmádena. Este viernes, más de un centenar de agentes participaron en un pasillo de honor en posición de firmes que recibió a la familia del agente fallecido, entre ellos sus padres, su viuda y sus hijos. El tributo, bajo los árboles que tiñen de verde los accesos al edificio, se prolongó unos cinco minutos.

Sólo el llanto de los allegados y de sus compañeros del Gotham, el grupo nocturno al que la víctima pertenecía, interrumpía el atronador y respetuoso silencio instaurado en una abarrotada plaza Manuel Azaña en la que los policías honraban a su ángel caído. “Nos falta uno. Y ya nunca será igual”, se oía entre el tumulto. El homenaje se sucedía muy cerca del monolito que recuerda al también policía Francisco Díaz, asesinado de una puñalada en el pecho que en mayo de 2014 le asestó un conflictivo indigente en Carretera de Cádiz.

Después, la comitiva acompañó el cuerpo hasta el pabellón principal, donde al fallecido se le impuso la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo –la máxima condecoración del Ministerio del Interior–. Un acto íntimo, a petición de la familia, en el que sí estuvieron presentes el alto mando de la Comisaría, de la Dirección General de la Policía y representantes políticos de la ciudad. Allí, entonaron el himno a los caídos, La muerte no es el final, con el que tradicionalmente se recuerda a los agentes que han perdido la vida en acto de servicio.

En el centro de este pasillo, más de una decena de efectivos del indicativo, embargados por la emoción, portaban el féretro, envuelto en la bandera de España. Hacia las 10 y media, el cortejo fúnebre abandonaba la plaza para regresar al Parque Cementerio de la ciudad donde se celebraría el sepelio religioso. En el exterior saludaron al cuerpo en silencio mientras el convoy de patrullas escoltaba a la víctima. Una familia rota seguía los restos mortales y subía en un vehículo policial arropados por una multitud de efectivos.

Poco antes de partir hacia el cementerio para la última despedida, tomaba la palabra ante numerosos medios de comunicación agolpados uno de los compañeros de la unidad en la que Antonio prestaba servicio.

Lo hacía entre lágrimas. Era así como recordaba el momento en el que se enteró de la trágica noticia. “Me llamó un compañero para preguntarme si sabía lo que había pasado y me dijo: ‘Antonio ha fallecido”, explicaba. Reaccionó incrédulo porque, detallaba, se había despedido de él hacía sólo tres horas. Esa noche, en la que habían trabajado juntos, conversaron sobre el juicio al que tenían que acudir al día siguiente y, entre bromas, Antonio le animaba a que se llevara “20 euros” para tomar unas cañas.

“Antonio se podía considerar un verdadero profesional, de los pies a la cabeza. Ese era Antonio”, añadía otro componente del mismo grupo policial. “Hermano y amigo”, precisaba, elevando la voz, un tercer agente. El policía estaba entregado “cien por cien”, un compañero “en las buenas y en las malas”. “El primero en salir. Lo planificaba y lo organizaba todo. Trabajaba fuera de servicio en su casa, era un policía las 24 horas”, expresaban, rotos, varios de los funcionarios que se implicaron.

El cortejo fúnebre con el cuerpo del policía fallecido en Málaga regresa a Parcemasa para su sepelio

"Hemos hecho miles de operaciones juntos"

Desde hacía casi 20 años, Fabián y Antonio trabajaban codo con codo. Comenzaron coincidiendo en la Comisaría del distrito Oeste. Antonio había pasado por los Zeta de Villaverde Usera, uno de los distritos "más cañeros" de Madrid. Después ascendería a oficial de policía. Ya como subinspector se estrenó en el Grupo de Robos. Allí, persiguió a aluniceros y otros peligrosos delincuentes. Cuando Miguel Urbaneja, el entonces responsable, abandonó la unidad, los dos compañeros dieron el salto al Gotham, una unidad nocturna especializada en la prevención y persecución de delitos patrimoniales. "Hemos hecho miles de operaciones juntos, una de ellas contra el robo de coches de alta gama en Marbella. Detuvimos en Madrid a casi toda la organización", rememora el agente.

Los atracadores a la fuga, una banda de Europa del Este en el punto de mira

Los atracadores que embistieron con su vehículo de madrugada a un todoterreno que conducía un policía nacional de camino a su casa estaban ya en el punto de mira por una decena de robos anteriores, la mayoría de ellos perpetrados en farmacias de Málaga. Todos -los ladrones y el agente- murieron en una colisión frontal sin frenada que ocurrió cuando estos huían de la Policía en dirección contraria por la A7, en Torremolinos.

Pertenecían a una banda de Europa del Este muy activa que para sus asaltos empleaba también el método del alunizaje -estrellar su coche contra su objetivo y acceder rápidamente al interior para apoderarse de lo más valioso-. Los malhechores estaban siendo investigados por el grupo de Policía Judicial de la Comisaría provincial y el distrito Norte, según explicaba ayer en Espejo Público el secretario provincial del sindicato JUPOL en Málaga, Enrique Picarzo.

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