El aeropuerto de Málaga, refugio de decenas de sintecho: "La mayoría viene sólo a dormir"

UGT estima que una media de 70 personas sin hogar pernoctan a diario en el aeródromo

El aeropuerto de Málaga no deja de crecer: más de 7 millones de viajeros en los primeros cuatro meses de 2025

Un hombre revisa el interior de una papelera.
Un hombre revisa el interior de una papelera. / JAVIER ALBIÑANA

"He caído en lo último que quería caer", dice Rosa María mientras acaricia a su perro, un bichón maltés de pelo blanco, ahora repleto de mechones de tonos marrones y grisáceos, que responde al nombre de Babel. "El pobre está delicado del hígado, pero es todo lo que tengo. El veterinario me dijo que no lo abandonara nunca y siempre que me he separado de él se pone muy triste y empeora. Nunca lo haré: si me tengo que morir en la calle nos morimos los dos juntos", añade sin parar de deslizar los dedos por sus lanas, a lo que el can, al que se le intuye cierta edad, responde jadeante con el hocico entreabierto. "Por aquí hay una chica que lo quiere mucho: le trae pienso y hace poco lo lavó en una de esas máquinas que funcionan a monedas, yo tengo que buscar en la basura".

Sentada en una fila de asientos encadena horas, luego días y semanas, y a la postre meses. De estos últimos ya suma seis. Espera con ansias la temporada alta, cuando los bares y restaurantes del litoral se llenan y este sector puntero de la Costa del Sol alcanza su pico anual de trabajadores. "Llevo dos meses moviendo currículums en papel por locales de Benalmádena, que es donde vivía antes, y alguno de Málaga. Me dicen que la avalancha de gente llega en junio, ahí es cuando espero encontrar algo". Una empleada del aeropuerto le ha dado una camisa blanca, y también, de cuando en cuando, el saldo suficiente para coger el Cercanías. Pero aunque ha encontrado algunos aliados la vida en este lugar de paso se le hace irremediablemente cuesta arriba. "Esto es horrible, te deteriora. Por estar en la calle ya quedas por drogadicta, por borracha o por que no quieres trabajar, no todos somos iguales", lamenta. Tampoco dice haber tenido mayor suerte con un matrimonio en su misma situación con el que comparte espacio, de los que denuncia recibir insultos y vejaciones.

Igual que ellos se estima que una media de 70 personas sin hogar pernoctan en el aeródromo malagueño, acorde a los datos de UGT. La gran mayoría, en la terminal de llegadas. "Se han registrado algunos momentos de tensión con la seguridad y algunos trabajadores, pero nada que ver con lo que ocurre en Madrid", aclara el secretario de Política Sindical y Comunicación de esta organización, Antonio González, refiriéndose a lo ocurrido en Barajas, donde las informaciones publicadas estos días indican que allí se concentran más de 400 sintecho, formando una suerte de ciudad sin ley paralela en la que también se ha denunciado la presencia de chinches y pulgas. Algo de lo que "no se tiene constancia" en estas instalaciones.

"La cosa se complica un poco entre las dos y las cinco de la mañana, cuando llegan los últimos vuelos. A los conflictivos y reincidentes se los tiene controlados por parte del personal de seguridad y a través de las cámaras". Aunque el perfil predominante no es este. "Lo habitual es que acudan a dormir y tengan una actitud pacífica. Se trata de gente afable que incluso interactúa con la plantilla", indica. Aparte computan los que sufren adicciones o problemas psiquiátricos. "Se les ha buscado una solución habitacional, pero acaban volviendo". Es por esto que desde UGT reclaman medidas enfocadas en paliar las consecuencias más nocivas del sinhogarismo en las terminales y que "desde el respeto se garantice la seguridad de los trabajadores". Aena asegura que se colabora con las administraciones que tienen las competencias y que "el contacto con los servicios sociales del Ayuntamiento de Málaga, a través de Puerta Única, es permanente".

Distintos testimonios de empleados recabados por este periódico siguen esta misma línea y añaden además diagnósticos propios. "No he tenido problemas con ninguno, pero sí siento cierta incomodidad en ocasiones. Sé que ha habido peleas y se han dado situaciones desagradables", asegura una trabajadora del servicio de limpieza, quien a su vez señala que son "frecuentes" actos como que los sintecho orinen en sitios distintos a los baños o consuman alcohol. "Muchos parecen pasajeros, ni te percatas. Y hay de todo: desde jóvenes de veintipocos años a mayores con setenta y tantos", apostilla otra profesional.

Aporta una pieza más al puzle de dibujar el perfil de los moradores del aeropuerto un miembro de seguridad, que pone el acento en el incremento del número de mujeres en la última década. "Antes había dos o tres, ahora muchas más". También, asegura, ha crecido el número de parejas que viven aquí. "Los hay que tienen su trabajo y sólo vienen a dormir porque por las circunstancias no pueden meterse en un alquiler o pagar una hipoteca. Y luego están los que están más a diario, que la gran parte no son ni españoles: los hay ingleses, irlandeses, finlandeses...". Estos últimos serían, según su testimonio, los más conflictivos, sobre todo aquellos que consumen. "Se llegan a pegar entre ellos por lo que consideran su territorio. A veces piden dinero a los pasajeros y cuando se ven faltos exigen. Eso sí es un problema", añade.

Pese a que lo habitual es que pernocten en la terminal de llegadas, algunos de ellos lo hacen en lugares más apartados, como los alrededores del aparcamiento que suelen usar los VTC y la bolsa de los taxis, zonas por las que apenas pasan personas caminando. "Allí al lado de aquellos respiraderos había varios durmiendo la otra noche, durante el día se dispersan más, pero a partir de las ocho o nueve de la noche vuelven".

Son palabras de un profesional adscrito a Infotaxi, el servicio de taxistas voluntarios que informa a los viajeros de la existencia de piratas y de los diferentes medios de transporte del aeropuerto, que junto a otro compañero se ofrece a dar una vuelta por los puntos donde suelen instalarse. "Nosotros como conductores evitamos cualquier trifulca que pueda generarse. El otro día uno de estos indigentes se adentró en la parada dando gritos, buscando problemas, pero no estamos en eso, adie lo está", afirma.

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