La alacena de unas 800 farmacias

La cooperativa farmacéutica Cofarán cumple 50 años Su facturación de 282 millones anuales la ha situado como la cuarta y quinta empresa de la provincia de los últimos 15 años

Trabajadores cargan un robot que busca los fármacos solicitados por las farmacias.
Leonor García Málaga

24 de octubre 2015 - 01:00

La inquietud que hace 50 años tuvieron 17 farmacéuticos para acabar con el mal abastecimiento de los laboratorios dio origen a lo que hoy es una de las empresas con más músculo de la provincia: Cofarán, una cooperativa de distribución de medicamentos que emplea a casi 200 trabajadores, aglutina a unas 800 farmacias y factura 282 millones anuales. Con esta cifra, en los últimos 15 años se ha situado de manera sostenida entre el cuarto y quinto puesto del ranking de facturación de la provincia. ¿La clave del éxito? "Nuestro objetivo siempre es el socio, el socio, el socio y ponemos los medios para que el servicio alcance el grado de excelencia", explica el presidente de Cofarán, Leandro Martínez.

La cooperativa -que el 9 de septiembre cumplió 50 años- tiene medio centenar de rutas y una flota de casi 60 vehículos para surtir hasta cuatro veces al día a sus socios de los fármacos que le solicitan. Ayer se jubilaba Inmaculada Conde, después de 44 años de trabajo en la empresa. Ella recuerda la primera sede, la de la calle Beatas. "Era un edificio chiquitito. Esto ahora es una señora empresa", reflexionaba. Y tanto. Es la primera cooperativa en incremento de cuota de mercado en España y la sexta del sector farmacéutico a nivel nacional. Además, en los últimos años ha acometido una expansión que la ha llevado a abrir almacenes en Ronda, Antequera y Córdoba.

Cofarán ocupa una nave de 10.000 metros cuadrados en el polígono de Trévenez. Es ese edificio rosáceo que se ve a la derecha, camino de Campanillas; una auténtica alacena para sus 800 farmacias asociadas, su rebotica. Allí se almacenan tres millones de unidades de medicamentos correspondientes a unas 25.000 referencias y cuyo valor total es de unos 20 millones de euros.

Los pedidos llegan desde las farmacias asociadas a través de internet. Las solicitudes entran en el sistema informático. De inmediato, tres robots completamente automatizados y otros dos semiautomáticos buscan los fármacos. Esa mecanización agiliza la labor. Previamente, los trabajadores han cargado cada robot. La imagen se asemeja a la de una librería gigante, pero en vez de libros hay medicinas. La temperatura debe estar siempre a menos de 25 grados para garantizar su correcta conservación.

A cada pedido se le asigna una canasta con su correspondiente código de barras. El robot lee el listado solicitado y busca uno a uno los medicamentos encargados por cada farmacia. A modo de scaléxtric, una cinta transportadora recorre toda la nave. Las canastas circulan automáticamente mientras el robot va llenándolas con los fármacos pedidos por cada botica.

Pero como hay productos frágiles o de tamaños más grandes, muchos pedidos requieren una búsqueda manual. Allí está José Reina, con su PDA colocada a modo de gran pulsera en su muñeca. Con un lector de código de barras lee el encargo de cada botica. El sistema le indica exactamente dónde está el fármaco almacenado y, tras pasarlo por el lector como hacen las cajeras del supermercado, lo echa en el cesto correspondiente. Así se van completando los pedidos.

Un poco más allá está Salud Urbano. Trabaja en el último robot que se ha incorporado a esta despensa farmacéutica. En tres torres se almacenan los medicamentos de un uso menos habitual. A diferencia de José -que tiene que caminar hasta donde está el fármaco solicitado- Salud espera en su puesto a que el robot le traiga el medicamento. La máquina apenas tarda unos segundos en encontrar la medicina pedida. La cooperativa tiene el proyecto de ampliar este sistema robotizado para aumentar su eficacia.

A modo de control de calidad, este scaléxtric farmacéutico fotografía el contenido de los cestos a lo largo de su recorrido por la planta. De esa forma, ante una reclamación por la falta de un fármaco puede cotejarse si ha habido un error o no. "Además, hay estructuras que están duplicadas por si se estropeara alguna, a fin de que no se pare la producción", explica Fernando Barrau, responsable de Operaciones de Cofarán.

El tamaño gigantesco de la nave, los trabajadores que comparativamente quedan empequeñecidos y las cintas transportadoras en constante movimiento dan a la nave un aspecto de hormiguero en plena faena. Los medicamentos que requieren refrigeración se almacenan en una nevera en uno de los extremos del edificio y en una caseta, bajo llave, se guardan los estupefacientes de uso terapéutico.

Los robots, las cintas transportadoras y los trabajadores se coordinan de manera que poco a poco las canastas se van llenando. En la última etapa del proceso, la máquina cierra cada cesto con una tapa, un precinto y el correspondiente albarán. Entonces, los pedidos llegan a la salida. Las cintas transportadoras se abren hacia 45 rutas. Al final de cada una, hay una furgoneta que carga todas las canastas para una determinada zona de la provincia. Así, se optimizan los recorridos y se acortan los tiempos.

Más allá de la organización interna del trabajo en la nave, Cofarán ha tomado decisiones estratégicas, como su participación en Farmanova, una agrupación de nueve cooperativas que le permite compras conjuntas más competitivas a los laboratorios. Además, en caso de que la empresa no disponga de un determinado fármaco, puede solicitar a que se lo provean alguna de las otras ocho. Cofarán también ha desarrollado programas informáticos propios para responder a las necesidades específicas de su rutina de trabajo.

El camino empresarial iniciado hace 50 años para dar un mejor servicio a la población será premiado el próximo 6 de noviembre con el galardón HaCEMos Málaga que entrega la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) y la Diputación. Pero hay otro reconocimiento categórico: el del incremento de su número de asociados en su medio siglo de vida, de 17 a unos 800. Como la definió Inmaculada, "una señora empresa".

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