Nada más allá de Moneo

Los grandes hoteles impulsados en la última década siguen estancados El Palacio de Miramar, el Marqués de la Sonora y Cortijo Jurado, ejemplos

1. El Palacio Miramar fue vendido al Grupo Santos por 21,5 millonespara ser convertido en hotel de cinco estrellas. 2. Diseño del proyecto de Promociones Braser, que lleva la firma del arquitecto Rafael Moneo. 3. Fachada del Palacio del Marqués de la Sonora, donde Salsa programó un hotel de cinco estrellas hace años. 4. Cortijo Jurado sigue sin previsión de uso.
Sebastián Sánchez Málaga

27 de octubre 2013 - 01:00

La burocracia administrativa que acaba por convertirse en eterna, el desplome de la industria del ladrillo, el cierre definitivo del grifo de la financiación sobre la que asentar proyectos de nuevo cuño... Una realidad incuestionable que toca de lleno todas las esferas de la economía malagueña y que deja su huella, de manera más que apreciable, sobre un sector, el de la construcción, que más allá de los bloques de pisos, tiene en los hoteles una muestra más de su particular abandono.

Ni uno solo de los grandes establecimientos hoteleros gestados una década atrás es hoy presente. De hecho, ni siquiera se puede atisbar una referencia temporal cierta para que buena parte de estas apuestas inmobiliarias transformen inmuebles asolados por el olvido, caso del Palacio de Miramar y el Marqués de la Sonora, en fachadas lustrosas y habitaciones con clientes en su interior. Una incertidumbre que se cierne en los mismos términos sobre el Cortijo Jurado y la idea de hacer de este inmueble un hotel. Algo más cierto parece el escenario del establecimiento que lleva la firma de Rafael Moneo y que se levantará junto al río Guadalmedina. Y frente a esta parsimonia generalizada, el hotel de Vendeja, inmueble marcado por la ruina, sobre la que ahora se trabaja para edificar un hotel de cuatro estrellas.

Los cinco estrellas programados en el Miramar y el Palacio del Marqués de la Sonora están amarrados a puerto, sin previsión de que sus promotoras zarpen en el corto plazo. Son, por su entidad, por su localización, las apuestas más señeras de cuantas se pusieron en el escenario de Málaga capital en la última década. Y en la misma proporción, siguen siendo los grandes fracasos. La que fue sede del antiguo Palacio de Justicia, asentada a escasos metros de la playa de La Malagueta, parece seguir esperando el momento oportuno en que las arcas del Grupo Santos, su propietaria y promotora, se llenen con el capital preciso para dar inicio a una andadura que se anunció ilusionante.

Pero frente a las buenas palabras de los inicios, la verdad presente. "Está parado totalmente, como una balsa de aceite", decía de manera más que gráfica una fuente próxima a la intervención. La sentencia contrasta con los plazos a los que está obligada la promotora de abrir sus puertas a finales de 2015. Un calendario que, todo sea dicho, es fruto de una ampliación permitida por la Junta de Andalucía, antigua poseedora del inmueble y que se desprendió del mismo tras ingresar 21,5 millones de euros. Eso sí, con la condición de que el mismo sirviese para lo que en sus orígenes fue, un hotel de cinco estrellas.

El primer hito fijado en el calendario exigía la puesta en servicio del establecimiento a mediados de 2010; tras esta fecha se habló de verano de 2012, pero ninguna de las previsiones se ha concretado, quedando la duda de si será posible ver el Miramar abierto a finales de 2015. No parece sencilla la tarea, toda vez que los trámites que le quedan por delante al proyecto son muchos y poco el tiempo que resta. La idea de Grupo Santos era que a finales de esta anualidad se pudiese presentar el proyecto básico, aunque no hay seguridad de que ello vaya a tener lugar. Tras este paso, las obras requerirá como poco de unos 18 meses... Y la cuenta atrás avanza. La única certeza, por el momento, es que la promotora no parece tener intención de desprenderse del edificio.

Más sangrante es la espera del hotel que el Salsa Inmobiliaria proyectó en el Palacio del Marqués de la Sonora, un edificio que data de finales del siglo XVIII y que, a día de hoy sigue ausente. Lo último que se sabe del hotel es que no hay novedad, que todo sigue igual. Es decir, que se alarga la espera. El pasado mes de junio, la empresa logró evitar el ocaso definitivo del proyecto, al conseguir que la Gerencia de Urbanismo reactivase la licencia de obras que meses antes había declarado caduca (se venía alargando desde 2004).

La iniciativa privada, más de nueve años después de impulsar la actuación, reaccionó ante el paso adoptado por el organismo municipal. A lo que se dio luz verde fue a la documentación reformada presentada por Salsa, que posibilitó el renacer de la licencia sobre un histórico inmueble, cuyos orígenes datan del año 1789. Los cambios introducidos por la empresa apuntan en la dirección de eliminar la piscina proyectada en la cubierta del futuro hotel, a lo que añadir la actualización de la fachada que da a la calle Tomás de Cózar, la sustitución de la carpintería de la primera planta y la necesidad de reservar y ceder al Consistorio un espacio de 246 metros cuadrados para la instalación de una sala de exposiciones temporales dedicadas a obra contemporánea de pintores malagueños.

Haya o no fantasmas en su interior, Cortijo Jurado es un inmueble maldito, marcado sin remedio por el fracaso de todo cuanto en él se ha programado en los últimos años. Su estampa envejecida no pasa desapercibida cuando se pasa por la autovía en dirección al Parque Tecnológico de Andalucía (PTA). Objeto de una subasta fallida, de una licencia caducada pero después reactivada, nadie parece saber bien en qué situación se encuentra esta emblemática construcción malagueña, que fue objeto de un convenio entre Grupo Mirador y el Ayuntamiento para permitir la ejecución de un hotel con 200 habitaciones y que, llegó a anunciarse, sería explotado por la cadena Vincci. A la primera piedra que se puso allá por junio de 2005, no le siguió una segunda ni una tercera.

Por la condición que quien lo diseña, el hotel que Promociones Braser impulsa en la fachada oriental del Guadalmedina, en la zona de Hoyo de Esparteros, es una de las pocas intervenciones de envergadura que hoy avanza. Con el freno echado, más despacio de lo que pudiera esperarse, pero con la impresión de que a finales de este año o principios del que viene la empresa dispondrá de las autorizaciones necesarias para iniciar la construcción del bautizado como hotel de Moneo (137 habitaciones, a repartir en un inmueble de planta baja, más ocho más ático).

El debate crítico generado en torno a la futura demolición del edificio de La Mundial, que será calcado pieza a pieza en otra parcela, no ha paralizado una tramitación urbanística que acumula años y años y que, ahora, parece encontrarse en su fase final. Todo ello después de que las administraciones competentes haya adecuado el planeamiento urbanístico del centro para que este establecimiento casi duplique la altura antes permitida. La pasada semana, Braser y la Gerencia de Urbanismo firmaron una addenda al convenio que en su día rubricaron para facilitar el proyecto y que va a permitir al Consistorio ingresar 4,8 millones de euros.

Más real aún es el hotel de cuatro estrellas que ya se ejecuta en la calle Vendeja. La puerta de entrada a la ciudad desde el puerto se adecenta con un establecimiento con capacidad para 60 habitaciones y con una inversión contemplada de unos 8 millones de euros. De cumplirse las previsiones, a finales del año que viene abrirá sus puertas.

Como ocurriera tiempo atrás con los museos, el tiempo de la burbuja hotelera es una constante actual. A lo ya mencionado cabe añadir otros proyectos puestos sobre la mesa en la idea de dar uso a inmuebles de dudoso fin. La que fuera sede del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, en la Plaza del Siglo, quiere ser destinada por la Diputación provincial a hotel, aunque se ignora cuándo, fundamentalmente porque para que ello sea posible antes se precisa de un cambio en el planeamiento urbanístico. Misma tramitación que requiere el edificio de Correos, recibido por la Junta en el pago de la deuda histórica por parte del Gobierno, si se quiere que acoja un hotel. Uso en el que, se dice, podrían estar pensando ciertos inversores privados dispuestos a adquirir este edificio. Una construcción que, cabe recordar, está tasada en unos 30 millones de euros y que habrá de ser sometida a una rehabilitación que en su día se valoró en unos 15 millones.

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