Los compañeros de Antonio, el policía muerto en un accidente en Málaga: "Él piensa que me eligió a mí, pero yo lo elegí a él"

De la persecución a unos kosovares "por toda España" a la detención de los atracadores de una nave de móviles, así lo recuerdan los agentes del Gotham, el grupo nocturno al que pertenecía

Mueren tres atracadores y un policía en una persecución tras un robo en una farmacia de Málaga

Compañeros de Antonio portan el féretro de su compañero fallecido. / Javier Albiñana

A Fabián le cuesta contener las lagrimas. Es, probablemente, el agente que mejor conocía a Antonio, el subinspector fallecido al acabar su turno tras colisionar contra su vehículo unos atracadores que huían de la Policía después de intentar robar en una farmacia de Puerto de la Torre. Su relación iba mucho más allá de la que le unía el Gotham de la Comisaría provincial, un grupo de paisano que lucha contra los malhechores que aprovechan la oscuridad para sus fechorías. Y, en esas, Antonio tenía un propósito firme: "Intentar cazar al máximo número de malos". Trabajar con él era apuesta segura. "Sabía que con él iba a ser todo perfecto. No iba a dejar a ningún compañero atrás ni ninguna operación sin acabar", sostiene. Se afanaba siempre en "llegar el primero, para parar, identificar o entrar".

Desde hacía casi 20 años, Fabián y Antonio trabajaban codo con codo. Comenzaron coincidiendo en la Comisaría del distrito Oeste. Antonio había pasado por los Zeta de Villaverde Usera, uno de los distritos "más cañeros" de Madrid. Después ascendería a oficial de policía. Ya como subinspector se estrenó en el Grupo de Robos. Allí, persiguió a aluniceros y otros peligrosos delincuentes. Cuando Miguel Urbaneja, el entonces responsable, abandonó la unidad, los dos compañeros dieron el salto al Gotham, una unidad nocturna especializada en la prevención y persecución de delitos patrimoniales. "Hemos hecho miles de operaciones juntos, una de ellas contra el robo de coches de alta gama en Marbella. Detuvimos en Madrid a casi toda la organización", rememora el agente.

De su currículo policial Fabián resalta también la persecución "por toda España" de unos ciudadanos kosovares dedicados a secuestros, o el "mes entero" que estuvieron viviendo en Madrid para encarcelar a otros atracadores acusados del asalto a naves de móviles, con un botín que rozaba los 500.000 euros.

"Una locura de policía"

Antonio era, además, una "máquina buscando información en redes sociales". "Lo hilaba todo perfectamente, una locura de policía", sentencia el investigador. No se solapaban. "Cuando él trabaja, yo libro. Pero hablamos todos los días. Su cabeza es la mía, lo conozco perfectamente", dice Fabián, refiriéndose a su compañero de batallas aún en presente. Con Antonio "no había horarios". "Era el policía más trabajador y avispado con el que me he cruzado. Nunca dejó nada atrás estando de servicio, era imposible que mirara para otro sitio", detalla. En 20 años no hubo entre ellos ni un sólo roce. Jamás. "Era una confianza ciega la que teníamos", resalta el policía.

Fabián considera que tuvo la suerte de "ser su escudero". "Él piensa que me eligió a mí, pero yo lo elegí a él, porque nunca fallaba ni se dejaba nada atrás", reconoce. Y a fuego tiene grabada una de sus últimas conversaciones, después de rematar uno de los casos más delicados de su carrera policial. "Nos la hemos jugado, eh", coincidían. Ambos habían sido propuestos para que Interior los condecorara con una Medalla al Mérito Policial. Antonio no llegó a tiempo.

Y en ese retrato del policía infatigable coincide Javier, al frente del grupo de noche del que formaba parte junto a otros 17 funcionarios. "Era un policía de los pies a la cabeza. Estaba de servicio las 24 horas, dedicado cien por cien a la Policía", admite. Antonio había logrado desarticular múltiples organizales criminales dedicadas a robos en domicilios. "Estuvo en operaciones muy buenas", describe el responsable.

El recuerdo más reciente que tiene, el seguimiento -mientras regresaba a casa con la compra del supermercado- a una motocicleta sustraída. Antonio era de sobra conocido por el "brutal" olfato policial que le caracterizaba. "Siempre le decía que me daba 20 vueltas. Era muy bueno en la calle y una persona muy entrañable", asegura Javier.

La noticia ha caído en el Gotham como un jarro de agua fría. La huella que deja en otros de sus compañeros es indeleble. "Siempre estaba disponible para cualquier problema, cogía el teléfono a cualquiera, dispuesto siempre a ayudar", atestigua el oficial Daniel. "Llegué hace tres años y todo lo que he aprendido y todo lo qué sé sobre el funcionamiento de la noche ha sido obra y enseñanza de Antonio", subraya.

Anoche, sin saberlo, fue su último servicio, víctima de daños colaterales de unos atracadores a la fuga. Regresaba a su casa, en Benalmádena, aunque era natural de Benarrabá. Tenía 48 años -cumplía 49 en unos meses-. Estaba casado y deja huérfano de padre a dos hijos, Manuel -que hoy acababa su último examen de Selectividad- y Alba, de 14 años. "Todas las persecuciones habían acabado bien, hasta que ocurrió la desgracia de anoche", lamentan sus compañeros.

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