Antonio Romero: Azote de corruptos y amigo del juez Garzón
Este artículo sobre el político malagueño, recuperado ahora con motivo de su fallecimiento, fue publicado originalmente el 22 de octubre de 2017
Fallece el histórico político y ex líder de Izquierda Unida Antonio Romero
Antonio Romero apenas salía de su casa de Humilladero. Los problemas de movilidad debido a la enfermedad neurodegenerativa que padecía no le permitían ya escribir a mano, una de sus grandes pasiones, pero siguió recitando a diario para tener listos dos libros en los que andaba entretenido: uno sobre la Transición y otro sobre anécdotas personales. Su producción literaria iba camino de ser tan extensa como lo fue su vida política, desde sus inicios de jornalero y sindicalista del campo, a ser el azote de la corrupción, para terminar como diputado andaluz de IU el 9 de marzo del 2008. Sus consejos aún hoy resultan fundamentales para la joven hornada comunista.
En septiembre de 2017, Romero recibió un homenaje que le brindaron en su pueblo, Humilladero, con vecinos y compañeros de Izquierda Unida a ritmo de batucada, recorriendo las calles hasta la puerta de su casa. "Los servicios secretos han funcionado bien", dicen que comentó ante la sorpresa del momento. Entre los presentes se hallaba el juez Baltasar Garzón, al que le unía una buena amistad anterior a la etapa en que coincidieron en el Congreso, el uno diputado por Izquierda Unida y el otro en las filas socialistas. El día del homenaje, ante un Romero emocionado, Garzón ensalzó la contribución del diputado malagueño a la lucha contra la corrupción en la década de los 90, cuando el juez investigaba los mayores escándalos de entonces, entre ellos el terrorismo de Estado de los GAL. Lo que también les unía, y seguro que formaba parte de las charlas entre ambos, es su animadversión hacia el ex presidente Felipe González. Garzón lo dejó un año después de entrar en sus listas y Romero fue uno de los diputados más incisivos que se recuerdan contra el ex presidente socialista.
Aún en aquellas fechas, el diputado malagueño creía que fue González el que frustró sus aspiraciones de convertirse en alcalde de Málaga. "Felipe González no lo quiso, tenía la idea de que su gobierno lo tumbaron un grupo de periodistas, Garzón y el diputado Romero", aseguraba el político malagueño. Antes de esa época, Antonio ya se había se había destacado como dirigente sindicalista en el campo malagueño, como comunista en tiempos de la clandestinidad y como dirigente de Izquierda Unida, donde ocupaba la presidencia honorífica. El jornalero que dejó los estudios para contribuir a la economía familiar, llegó a Madrid en la etapa de un gobierno socialista cercado por los escándalos y pidió formar parte de la comisión de Interior del Congreso. También fue portavoz de su grupo en las comisiones de Defensa y Justicia y formó parte de la comisión de investigación del Caso Roldán. El diputado malagueño destacó por sus incisivas intervenciones parlamentarias -algunas con lapsus verbales incluidos como cuando habló de la "verga de Gibraltar"- y por ostentar el récord de iniciativas parlamentarias, con más de 5.300 en un cuarto de vida como cargo público.
Romero ha sido un político de contrastes: el diputado más duro contra los socialistas en el Gobierno, fue sin embargo firme defensor del pacto con los socialistas años más tarde. De su segunda etapa como parlamentario andaluz, en 2000, cuando optaba a la presidencia de la Junta de Andalucía, se recuerda una frase durante un debate televisado del candidato socialista Manuel Chaves, que terminaría gobernando esa legislatura con los andalucistas. Dirigiéndose a Romero, le dijo: "Se te van a romper los nudillos de tanto llamar a la puerta".
El acuerdo tampoco había sido posible cinco años antes, cuando logró ser el segundo partido más votado en las elecciones municipales para la Alcaldía de Málaga, en las que se enfrentó a dirigentes de la talla de Celia Villalobos, Eduardo Martín Toval o Miguel Ángel Arredonda, en lo que se llamó la batalla de Málaga. De aquella época fue célebre su grito cuando salió a hombros con su gente de la Casona del Parque de que era "el alcalde moral". Hasta ahora ha seguido defendiendo aquel lema porque aseguraba que "tenía que haber sido alcalde, fue una injusticia muy grande", en alusión a los pactos que entonces firmaron socialistas y comunistas como fue Julio Anguita en Córdoba. De este último dijo que "no estuvo fino" a la hora de presionar para que Málaga no tuviera un alcalde del PP.
Hablar de política siempre le ha gustado. "Seré político toda mi vida, mientras que me quede un aliento", decía. Y la crisis catalana no escapaba a su análisis, aunque aún faltaba un largo capítulo. Creía que la "modélica transición" no lo fue tal, que "el régimen del 78 se ha roto" y que España necesita una estructura federal. Una de las frases de Blas Infante con la que se identificaba decía que "los gobiernos han fracasado en España porque han gobernado todos con un modelo centralista".
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