Una asociación de Málaga denuncia las barreras ante la discapacidad
La falta de rampas, las películas sin subtítulos o los espacios ruidosos poco adaptados son algunos de los obstáculos físicos, tecnológicos y sociales
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La falta de rampas, las películas sin subtítulos o los espacios ruidosos poco adaptados son algunas barreras físicas, tecnológicas y sociales que continúan limitando el día a día de muchas personas con discapacidad, que denuncian sentirse excluidas a la hora de desplazarse, estudiar, trabajar o disfrutar del ocio. A estas dificultades, se suman fallos en el diseño urbano y en la tecnología que siguen dejando fuera al colectivo, según advierte Israel Codes, presidente de la Asociación de personas con lesión medular y otras discapacidades físicas de Málaga (Aspaym Málaga).
Codes, en conversación con EFE con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, pone como ejemplo que él aún no puede entrar por sí solo en casa de sus padres por un simple escalón sin adaptar, pese a las reclamaciones realizadas. "Nos beneficiamos de recursos pensados para la comodidad de otros, no para nosotros", señala Codes, que lamenta que la accesibilidad continúa tratándose como un añadido y no como un principio básico de igualdad.
La piloto profesional sorda Lydia Sempere coincide en que la adaptación sigue siendo insuficiente y explica que desde pequeña ha tenido dificultades para estudiar o para participar y seguir conversaciones en aulas por culpa del ruido y el eco: "Siempre he tenido que esforzarme más que los demás". Sempere, que también es profesora de Educación Física en un instituto, detalla que, a pesar de existir herramientas como el subtitulado en directo, en reuniones virtuales con el resto del profesorado no todos encienden la cámara, una opción que a ella le ayuda gracias a la lectura labial, por lo que hay conversaciones en las que se siente perdida.
Infantilización de las personas con discapacidad
La parasurfista Sarah Almagro recuerda que además de las barreras físicas persisten actitudes sociales que infantilizan y dificultan la autonomía cotidiana. "Nos tratan como si fuésemos niños de tres años", dice la malagueña al recordar gestos tan frecuentes como que le toquen la cara por considerarla "bonita". Almagro rechaza los enfoques que presentan al colectivo como ejemplo de superación constante y sostiene que no son "ni campeones, ni luchadores, ni guerreros, sino personas", de modo que hace un llamamiento a tratar a cada ciudadano con normalidad sin convertir la discapacidad en un elemento heroico que oculte la realidad del día a día.
Sempere comparte esta visión y recuerda que durante la adolescencia sufrió rechazo en Secundaria, lo que dificultó aceptar su sordera como parte de su identidad, aunque con los años ha logrado transformar esa vivencia y afirma que hoy la vive como una fortaleza que le ha ayudado a valorar el silencio y a conocer mejor sus propias capacidades. Entre las barreras menos visibles, Sempere destaca las dificultades en el ocio donde el acceso a espectáculos musicales o películas sigue siendo limitado en muchos casos por la ausencia de subtítulos o recursos visuales y comenta que en los conciertos, por ejemplo, le gustaría que las canciones estuvieran acompañadas de la letra en la pantalla para disfrutar en igualdad de estas actividades. Codes añade que la accesibilidad no puede depender de la "buena voluntad individual" y considera que la sensación de favor persiste en demasiadas situaciones lo que demuestra que aún falta una visión estructural en vivienda transporte espacios públicos y tecnología que evite tener que reclamar una y otra vez las mismas modificaciones.
Discapacidad en el deporte
El director de la ONCE en Málaga y exdeportista paralímpico, Marcelo Rosado, sostiene que la accesibilidad ha mejorado con los años, pero sigue siendo insuficiente, y sostiene que muchas normativas continúan sin aplicarse de forma sistemática en espacios públicos y privados. Rosado alerta de que algunos avances tecnológicos han generado nuevas barreras, como los terminales de pago totalmente táctiles o los coches eléctricos que no emiten sonido, y advierte de que determinados avances suponen un problema que antes no tenían.
El exdeportista explica que la accesibilidad en el deporte adaptado también necesita mejoras y pide una valoración basada en el rendimiento y no en la discapacidad: "Que valoren lo que hago como deportista y no solo que lo hago siendo ciego", insiste al reclamar un enfoque que reconozca el trabajo y no la condición física. La parasurfista malagueña, por su parte, sostiene que la participación deportiva sigue siendo un espacio donde aún se reproducen estereotipos que presentan a las personas con discapacidad como protagonistas de historias excepcionales en lugar de como deportistas que compiten, entrenan y progresan como cualquier otro profesional. Sempere coincide en que la accesibilidad deportiva necesita mejoras no solo en competiciones, sino también en algunas instalaciones, donde el eco, la falta de señalización adaptada o la ausencia de recursos tecnológicos continúa dificultando la práctica deportiva de muchas personas sordas en gimnasios o centros educativos.
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