Málaga

Balones que botan al ritmo del TEA

Grupo que finaliza el entrenamiento en Rincón de la Victoria

Grupo que finaliza el entrenamiento en Rincón de la Victoria / María Ramos (Málaga)

A la voz de ¡1, 2, 3! Ángel coge su balón y da tres botes. Noa mira hacia delante y agarra el pase que le acaba de lanzar su monitora mientras Víctor y Mario se desplazan hacia la pared de enfrente dando pasos laterales. A simple vista no son más que gestos de la vida cotidiana de cualquier niño, pero en este grupo cada una de estas acciones son una montaña cargada de esfuerzo, trabajo, paciencia y superación. El Club Baloncesto Rincón de la Victoria cuenta con dos grupos de niños con diversidad funcional, específicamente con Trastorno Espectro Autista (TEA). Practicar este deporte para ser más funcionales en el día a día es el único objetivo de este equipazo en el que cada día que pasa es diferente al anterior.

No existe una causa única que determine la aparición del TEA, según la Federación de Autismo de España. Aunque no se conozca la causa, los estudios evidencian que existe un gran componente genético. Es por esto que Víctor y Mario, dos de los chicos del equipo son gemelos. Por su parte, la Federación de Autismo desmiente la creencia popular de que exista una relación entre el TEA y la vacunación. Desde el organismo indican, que tras diversos estudios e investigaciónes a nivel nacional no se puede encontrar ninguna relación. Noa, Ángel, Leo, Víctor, Mario y Oliver forman parte del alrededor de ese 10% de la población que nació con TEA, un trastorno que se da cuatro veces más en hombres que en mujeres.

"En ocasiones es difícil diferenciar entre un mal comportamiento y una conducta propia del TEA”

Son las 17:00 en esta localidad malagueña y en el gimnasio del CEIP María del Mar Romera se escucha con ritmo melodioso: “pie, pie, tobillo, tobillo, brazo, brazo” mientras en un círculo seis niños y tres monitores mueven sus articulaciones. El equipazo, como lo conocen en el club está calentando. “Siempre hacemos lo mismo al comienzo del entrenamiento, pero hemos tardado tres temporadas en que vayan al unísono”, explica la entrenadora principal y maestra de educación especial, Angi Torres. La tarde transcurre entre juegos, indicaciones repetidas y sonido de balones. Blanca Repiso, otra de las monitoras que además es psicóloga comenta que el objetivo del equipazo es mejorar la inclusión de estos jugadores a través del desarrollo de su funcionalidad, psicomotricidad y habilidades sociales.

Nora, Leo y Ángel practican el ejercicio mientras Víctor, Mario y Oliver esperan su turno y a la vez realizan un gran esfuerzo de contención. Las monitoras cuentan que lograr esto ha sido de las cosas más difíciles, ya que son personas que les cuesta desarrollar la paciencia y que no contemplan la espera en un primer momento. “Hacemos turnos para que interioricen que las cosas en la vida no se dan cuando uno quiere y es increíble ver cómo van desarrollando la capacidad de espera. Sabemos que no van a estar sentados, es normal que jueguen con otros materiales en ese tiempo, porque lo que les estamos pidiendo es como si me pides a mí que hable sin mirar a la cara, algo muy incómodo”, explica Angi. “Somos conscientes de que tienen muchos estímulos en este pabellón, pero no pasa nada, vienen aquí para aprender, pero no podemos olvidar que son niños”, añade Blanca.

Este es un grupo de los dos que hay en el club, son los más pequeños y entre estos únicamente hay dos de ellos que son verbales, es decir, que se expresan con el habla. “Sentimos mucha impotencia cuando alguno sufre una crisis nerviosa porque no pueden comunicarnos qué le está pasando en ese momento. Puede ser que no le haya gustado el ejercicio o que le esté dando un dolor fuerte de barriga, pero lo expresan como pueden, a veces lloran, a veces gritan… Es difícil porque no sabes cómo ayudarle”, explica Blanca. Los tres monitores convergen en que uno de los grandes retos es diferenciar cuando una mala conducta se está dando por un comportamiento negativo o si forma parte de la diversidad funcional.

"No podemos esperar que estos niños siempre sonrían y se esfuercen, son solo niños”

Ángel avanza hasta el cono verde y vuelve, después pone ambos pies en el aro de color rojo, agarra el balón y comienza a botar. “¡Muy bien, Ángel!”, dicen los monitores, quienes cuentan que una de las mayores complicaciones se dan cuando los niños sufren regresiones. “Hay niños que saben botar tras tres años de aprendizaje, pero llega un día en el que parece que lo han olvidado. Cuando pasa esto, se vuelve a empezar el proceso aunque es verdad que tardan menos tiempo en volver a aprender”, explica Angi, quien comienza a recoger el material porque el entrenamiento va a acabar: “¿Ves que todos los conos son naranja?”. y se ríe mientras comenta que en todos los ámbitos en los que ella trabaja “mantiene la pelea para que se compre material de colores y diferente”. “No puedo decirle a mis jugadores que vayan hasta el cono verde si todos son del mismo color. Siempre hago hincapié en que tengan en cuenta que necesitamos material colorido y variado sé que no es a malas y que no se compra por despiste y falta de conocimiento. Es normal que cuando se vaya a hacer el pedido de material se pidan todos los conos del mismo color”, comenta Angi.

Mañana Leo entrenará en otro equipo, también del club, junto con los amigos de clase. Sus padres explican que comenzó en el equipo ordinario por una confusión de horarios y el primer día de la temporada entrenó con los chicos de su edad a pesar de que Leo debía estar con el equipazo. “No hubo ninguna diferencia en su comportamiento respecto a los otros y entonces decidimos entre todos que Leo podía formar parte de los dos equipos”, explica su madre. Cuando Leo consigue ser uno más en la plantilla de este equipo, se ha dado un paso más hacia la inclusión y el objetivo se ha cumplido, pero sobre todo se ha visto recompensado el esfuerzo y trabajo de todo un grupo de personas que, de manera vocacional, se levantan cada día para intentar sacar lo mejor de estos niños, empoderarlos e intentar que tengan el espacio que se merecen. Este equipo es un reflejo de la constancia, esfuerzo y cariño por intentar lograr la inclusión máxima en una sociedad que no realiza el mismo trabajo por tratar de conocer qué hay más allá del trastorno, dejando atrás el paternalismo y entablando relaciones sin prejuicios.

No hay más que escuchar a quienes trabajan día a día con ellos, “no podemos esperar que estos niños siempre sonrían, tengan gran afán de lucha y sean cariñosos, no son más que niños, cada uno con su personalidad”. Ayer, con motivo del Día de la Discapacidad, los entrenadores del equipazo quisieron lanzar el mensaje de que hay que conocer la realidad de estas familias para darse cuenta de que lo único que se necesita es un trato humano, de tú a tú y que lo más importante es visibilizar un trastorno que es más común de lo que se cree.

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