El 'botellón' empuja al alcoholismo a cada vez más niños de 15 años
El Servicio de Atención a la Movida atiende cada noche del fin de semana a una media de dos jóvenes con intoxicación etílica, la mayoría menores de edad · Muchos de ellos consumen otras drogas
El fenómeno del botellón no es algo nuevo entre los jóvenes. Lo que sí está cambiando es la edad a la que empiezan a beber. La mayor permisividad para consumir alcohol los fines de semana en este tipo de concentraciones masivas está favoreciendo que aumenten de forma preocupante los casos de adicción en adolescentes con apenas 15 ó 16 años. El problema es aún más grave si se tiene en cuenta que, en el 70% de los casos, los que piden ayuda admiten que son adictos a otro tipo de sustancias como marihuana o cocaína.
El consumo de alcohol a edades cada vez más tempranas es una realidad que ya no se le escapa a nadie. El Servicio de Atención a la Movida (SAM) del Ayuntamiento de Málaga lleva tiempo observando esta tendencia entre los adolescentes y cada noche del fin de semana los voluntarios atienden al menos a dos jóvenes por intoxicación etílica en el Paseo de los Curas de la capital. La mayoría de las veces son menores de edad.
Muchos se consideran consumidores de fin de semana, pero lo que sorprende a la coordinadora de este servicio, María Sánchez, es que "cada vez encontramos a más jóvenes de entre 15 y 17 años".
Aunque no cree que el botellón sea el único culpable de esta situación. "Las tiendas siguen vendiendo alcohol a los menores sin ningún tipo de problema y muchos padres permiten a sus hijos que salgan los sábados a pesar de su corta edad", señaló.
Las consecuencias ya se están empezando a ver en las asociaciones de atención a alcohólicos. Si hasta no hace mucho tiempo el perfil más habitual era el de un hombre de mediana edad, actualmente casi la mitad tienen menos de 30 años y la mayoría aseguran haber empezado a beber durante la adolescencia.
Incluso hay algunos que aún no han cumplido los 18 años y ya dicen llevar al menos seis bebiendo de forma adictiva.
José Manuel Pérez, presidente de la Asociación Malagueña de Alcohólicos Rehabilitados, está convencido de que son las víctimas del botellón que empezó a generalizarse hace una década. Uno de los casos que más le ha llamado la atención es el que de una chica que con sólo 17 años acudió a la asociación en busca de ayuda porque "llevaba saliendo todos los fines de semana desde los 14 años y últimamente siempre que salía acababa en una casa extraña, desnuda y sin saber lo que le había pasado la noche anterior".
El problema es que el 70% de los jóvenes que reconocen tener un problema con el alcohol también son adictos a otro tipo de sustancias como cocaína, marihuana o éxtasis. "El perfil del alcohólico puro es muy difícil de encontrar ya", aseguró el responsable de este colectivo, que admitió que "cuando los jóvenes se acostumbran a la bebida quieren experimentar las sensaciones que les producen las drogas".
Una vez que los jóvenes aceptan su adicción al alcohol, tienen que concienciarse de que deben dejar el resto de las drogas. Aunque no es fácil llegar a admitir que tienen un problema. "Como son muy jóvenes vienen normalmente obligados por sus padres o sus parejas y tardan meses en aceptar lo que les pasa", según Pérez.
Cuando un enfermo de alcoholismo muestra sus síntomas de manera clara suele llevar bebiendo una media de entre seis y siete años. En cuanto al tratamiento para superar la adicción, no suele durar menos dos años y medio.
Pero no sólo aumenta la adicción al alcohol entre los adolescentes que salen los fines de semana. El exceso de carga en el trabajo y en el ámbito del hogar está empujando a muchas mujeres entre los 30 y los 35 años a la bebida como forma de evadirse de sus problemas. Según Pérez, hace diez años las mujeres sólo representaban un tercio de los enfermos que llegaban a la asociación pidiendo ayuda, mientras que ahora ese porcentaje se ha duplicado por culpa del actual ritmo de vida.
La mayoría acuden solas porque "sus parejas se avergüenzan del problema que tienen o porque ya se han separado", explicó. Muchas tienen hijos y dicen haber recurrido al alcohol para afrontar problemas con sus parejas o en el trabajo, o para sobrellevar la carga que les supone trabajar dentro y fuera de casa.
Pero ni la edad, clase social y sexo son una barrera para caer en esta adicción, que sólo en la provincia de Málaga afecta a miles de personas.
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