La ropa de calle gana al uniforme en los colegios públicos malagueños

Dice el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, que "no hay cosa más enojosa que un niño de diez años discutiendo sobre la ropa que tiene que ponerse para ir al colegio". Por ello, se ha mostrado en varias ocasiones un ferviente partidario del uso de uniformes en los colegios públicos. Pero esto no es una novedad. Desde hace ya un lustro, los centros malagueños empezaron a unirse a una especie de moda en la que se proponía como opcional el uso de uniforme. No obstante, y aunque en los alumnos más pequeños tiene un poco más de seguimiento, la medida no ha terminado de cuajar.

El proceso de implantación del uniforme ha sido el mismo para todos los colegios. Los padres han trasladado su propuesta y para que sea efectiva se ha tenido que aprobar en el consejo escolar. El uso del uniforme es voluntario y, por tanto, que los alumnos vayan vestidos iguales es más una cuestión de los progenitores y del propio estudiante. También en el consejo escolar se elige el tipo de prendas y dónde pueden adquirirse. En algunos casos los vende el AMPA y en otros son comercios de la zona los que tienen un acuerdo de distribución con el colegio. Otros se pueden adquirir en grandes superficies y luego personalizarlos, si se quiere, con el escudo del centro.

"Esta práctica comenzó hace algunos años y ya hay un importante número de centros no concertados ni privados que también tienen uniforme", comenta Marisol Luque, presidenta de federación de padres Fdapa. "Muchos colegios son los que se encargan de vender la ropa porque la compran en grandes cantidades y así sale más económica", añade Luque que sostiene que "la mayor parte de los padres cree que llevar uniforme quita problemas a la hora de vestir a los niños".

Así opinan muchos de los padres del colegio Arturo Reyes, en el distrito Cruz de Humilladero. De polo blanco, jersey azul marino y falda o pantalón gris se compone el conjunto que pueden adquirir en cualquier establecimiento. Eso sí, el chándal, que cuesta unos 40 euros, se compra en una tienda del barrio con la que el centro llegó a un acuerdo. En el Arturo Reyes sobre la mitad de los niños hacen uso del uniforme y hay clases, comentan desde la dirección del centro, en el que el seguimiento es mayoritario.

La hija de María Marín, miembro del consejo escolar del CEIP García del Olmo en Mijas, lleva uniforme a diario. Y lo consigue, sobre todo, porque sus compañeras de clase también lo usan. "En muchas aulas se comparan unos con otros y si fulanito no lo lleva ellos tampoco quieren", comenta María, encantada con ahorrarse "el berrinche de todas las mañanas con el tema de la ropa". El chándal lo vende el AMPA a 35 euros las tres piezas.

También en Mijas, en el colegio Jardín Botánico, el uso de uniforme "quita la rivalidad por las marchas de ropa, que hay padres que no se pueden permitir y así se equipara a todos", considera la presidenta del AMPA, Sonia Rodríguez.

Alonso Ruiz es jefe de estudios del colegio Fernando Hernández Cánovas. "A partir de 3º de Primaria el uso del uniforme es discontinuo y en menor medida y las niñas, sobre todo, de 6º no quieren ni oír hablar de esa ropa tan seria", asegura. Si en el primer ciclo entre un 20 y un 25% de los alumnos de su centro usan uniforme y el chándal se lo ponen hasta un 40% en el tercer ciclo el seguimiento de esta práctica no pasa del 5%. "Se puso hace tres cursos y tras el boom del principio se ha ido diluyendo, a pesar de que los padres consideran que le da más presencia al colegio".

El colegio Revello de Toro, el Eduardo Ocón, el García Lorca, el Parque Clavero y muchos otros tienen la posibilidad de mostrar su seña de identidad a través de la ropa. Pero aún gana la partida el poder elegir una prenda cada día.