A la 'caza' (nocturna) del caracol
Las diferencias entre vivir en las grandes ciudades o en los núcleos rurales son evidentes en todos los sentidos. Sobre todo en la forma de aprovechar el tiempo libre. Uno de estos ejemplos está en las noches. Mientras que la mayoría piensa en salir a tomar algo con los amigos, en los pequeños municipios se agudiza la imaginación y se recurre a las costumbres heredadas de generación en generación. Uno de estos ejemplos es la práctica de salir por las noches a coger caracoles. Una actividad lúdica arraigada en muchos de los municipios de la comarca. Eso sí, la zona tiene que se apta para la presencia de la apreciada babosa, que tras un adecuado tratamiento para su limpieza y una buena preparación en la cocina, se convierte en uno de los manjares más deseados por muchos aficionados a su degustación.
Con la llegada de las primeras lluvias o aprovechando la bajada de temperatura de la noche, algunos de los vecinos no dudan en sacar sus linternas y salir a las zonas próximas a los pueblos para buscar los ansiados caracoles. Esta práctica es bastante frecuente en localidades como Benaoján, Montejaque o la pedanía rondeña de Montecorto, donde su presencia en el campo es muy frecuente. Precisamente, en las cercanías de Benaoján encontramos a Antonia y su hijo, linterna en mano ella y farolillo de pilas él. "Es una forma de entretenerse y pasar el tiempo", relata, mientras explica con suma facilidad la preparación de una receta de caracoles en salsa que asegura que es una de mas mejores formas de comerlos.
Además, cuenta como es habitual encontrarse a bastantes vecinos buscando caracoles, lo que se aprovecha también para conversar mientras se realiza una actividad muy relajante en plena naturaleza. "Aquí no hay que tener una gran preparación, únicamente hace falta conocer los sitios y tener paciencia", dice esta vecina. No obstante, también existe un pequeño pique por lograr un mayor número de ejemplares o los de mayor tamaño, aunque en este último aspecto no hay unanimidad de opiniones. Mientras unos los prefieren lo más grandes posibles, otros creen que los pequeños tienen un mejor resultado a la hora de ser cocinados.
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