Una corrida amarga y dura
PLAZA DE TOROS DE LA MALAGUETA Ganadería: Toros de Domingo Hernández y Garcigrande (2º y 3º), de menor trapío que en días anteriores pero bien hechos, descastados, complicados, con peligro sordo, el sexto completamente apagado, el segundo, que apuntó maneras, se rajó. Morante de la Puebla, bronca tras tres avisos, división de opiniones y pitos en el que mató por Roca Rey; El Juli, palmas y silencio; Andrés Roca Rey, que se presentaba en Málaga, fue cogido en el único que lidió. INCIDENCIAS: Lleno. Morante de la Puebla recogió el premio Capote de Paseo que otorga el ayuntamiento a la mejor faena del 2015. Roca Rey fue trasladado al hospital tras intentar estoquear al tercero de la tarde que le propinó una fuerte y fea voltereta, ocasionándole una herida en el labio y una contusión en el abdomen.
DESDE los tres primeros avisos que le sonaron a Morante de la Puebla en el primero, hasta la cogida que sufrió Roca Rey en el tercero, y añadiendo seis toros complicados, deslucidos y sin opciones, la quinta de abono confirmó aquello de "tarde de expectación, corrida de decepción".
Roca Rey se entregó al tercero de la tarde, un toro brusco, que le propinó una fuerte y fea voltereta cuando toreaba encajado por el pitón derecho. No le importó la condición del toro para torear asentado y el golpe fue duro. Lo prendió por el muslo y por la cabeza en unos instantes largos que acabaron con su traslado a la enfermería. De allí salió por su propio pie, pero muy mermado, dispuesto a continuar la lidia. Se volvió a colocar por el pitón derecho, y si no fuese por los destrozos del vestido, la herida en la boca que presentaba y que se quitó la chaquetilla antes de salir al ruedo, habría parecido el comienzo de una faena cualquiera. Firmó una faena de épica y tenía la oreja cortada pero a la hora de entrar a matar le fallaron las fuerzas, lógicamente, y tras varios intentos en los que incluso llegó a preguntar cuántos pinchazos llevaba, se desplomó en dos ocasiones sobre el albero. Inmediatamente lo volvieron a meter en la enfermería, desorientado y poco colaborador, donde lo atendieron de una herida contusa en el abdomen, que era donde más se quejaba. Con pronóstico grave fue trasladado al hospital.
Entonces le pitaron a Morante cuando salió a matar al toro, como corresponde en estos casos. Y es que Morante ya había visto cómo le echaban el primer toro al corral. Con arreones de manso fue difícil ponerse delante de él y tras el segundo aviso, el de La Puebla se desentendió del animal esperando que le sonara el tercer aviso. Había dejado alguna verónica suelta y una media realizada a cámara lenta.
Juli vio posibilidades en el segundo, un toro que se desplazó por el derecho y levantó el ánimo de los tendidos en los primeros tercios. Un quite soberbio por chicuelinas, con una cordobina por los tobillos, llegó con fuerza. El peruano entró al quite, quedándose con el público de La Malagueta en su presentación. En la primera serie el toro comenzó a rajarse y buscar las tablas. Aunque fue perseguido, todas las esperanzas se desvanecieron.
Salió el cuarto, ya con el desazón instalado en la plaza. Morante se propuso escalar la montaña y toreó por verónicas desde el tercio hasta los medios, rematadas con una media. Pareció hacer las paces con el público. El toro fue algo tramposo, e igual que embestía bien, se paraba en seco en el embroque, salía con la cara arriba, desentendiéndose del muletazo o reponía. Muchas complicaciones que el sevillano superó tras librarse de una banderilla que le molestaba. Enjaretó varias series a destacar y, sobre todo, un final torero por trincheras.
El quinto fue el más basto, alto y con volumen de la corrida. Poco tuvo que ver con el resto y tampoco mejoró en condición. Con mal aire y una embestida deslucida, aunque El Juli lo intentó, fue en vano.
Morante tuvo que hacerse cargo de la lidia del sexto. Un puyazo largo terminó de acabar con la poca vida que tenía el animal. Apagado y agarrado al piso, acabó en tablas, complicándose también para entrar a matar.
De los seis toros lidiados no hubo para salvar ni uno. La tarde se convirtió en una corrida amarga, porque la superación de Roca Rey, al querer salir de la enfermería, es tan loable como dura para el espectador.
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