Crece la incertidumbre entre los chiringuitos de Pedregalejo por las obras del paseo: "Es un impacto muy fuerte"
Los negocios de la zona se verán perjudicados por cierres de terrazas e incluso de los propios locales durante varios meses para poder sobrevivir
El paseo marítimo de Pedregalejo cambiará radicalmente: empiezan las obras para su remodelación
Las obras de remodelación del paseo marítimo de Pedregalejo, iniciadas en este mes de octubre y con un coste estimado de 5,7 millones de euros, han provocado un ambiente cargado de incertidumbre entre varios de los chiringuitos de la zona, preocupados por el transcurso e impacto de las mismas. Los trabajos supondrán el cierre temporal de terrazas e incluso de locales, decididos a bajar la persiana durante el tiempo que se vean afectados, también por la escasa afluencia de clientes en consecuencia.
"El impacto es muy fuerte porque no podemos mantenerlo cerrado durante dos o tres meses. Esto afecta muchísimo a la hostelería, al personal, a los clientes. Dicen que van a cerrar por zona, que en el verano no van a trabajar, ni en semana santa, pero veremos qué pasa. Además, no sabemos cuándo va a terminar, la incertidumbre es total", manifiesta Fabio Donofrio, dueño actual de El Caleño, chiringito establecido en 1987, que recae en sus manos desde hace tres años.
El proyecto de reconstrucción implica la renovación del paseo para ganar espacio para el peatón y abrirlo más al mar, eliminar las distintas alturas actuales, reordenar las terrazas de bares y restaurantes y ampliar los accesos a la playa, así como la instalación de pérgolas metálicas, bancos, kioscos, aseos e iluminación renovada. Todo ello, manteniendo un carácter uniforme con piezas de hormigón prefabricadas de gran formato y en un perímétro que abarca la plaza del Varadero (junto a los Astilleros Nereo), la plaza del Ancla, la calle Venezuela y la plaza de Las Palmeras, con las demoliciones, los movimientos de tierra y las mejoras en el drenaje necesarias, establecidas en dos fases.
La "incógnita" del impacto de las obras
Donofrio, ante una situación señala "la incógnita" de no saber cuánto se podrían extender en el tiempo las obras, aunque el plazo sea de diez meses, y la futura distribución de las terrazas aún desconocida por ellos, a la vez que pide que mientras estos transcurran se aplique "una solución", por ejemplo con la "excepción" de incluir sillas y mesas en una zona de la arena, solo durante el cierre de sus terrazas.
Por su parte, El Cabra, chiringuito datado en 1965 y adquirido recientemente por el Grupo Ovidio que continúa ejerciendo la profesión espetera "a buen ritmo", tal y como relatan dos de sus trabajadores, con un horario extendido "hasta las once de la noche y un no parar", comparte la visión del dueño de El Caleño, y teme que los tiempos que le ha marcado el Ayuntamiento no cumplan con lo previsto: "Una obra así es como en una casa, sabes cuando empieza pero no cuando termina", señala Alejandro Romero, uno de los camareros del local.
Así, su compañera María Teresa Pardo, añade que no le preocupa en sí "la clientera, que volverá", sino "el paso que no va a estar" para acceder al local o, si se mantiene la entrada a su salón, el ruido del levantamiento de las baldosas, pues "tampoco es de buen gusto tener un taladro picando ahí al lado mientras comes", destaca.
Con más de setenta años de antigüedad y ubicado en el mismo Paseo del Pedregal, El Merlo, recibe la remodelación bajo la esperanza de que el proceso "sea para mejor" y se desarrolle "en el menor tiempo y afectando lo menos posible". Desde este punto, su encargado, Carlos Cea aclara que, por el momento, se ven "un poco a ciegas" por "la expectativa" de no saber "exactamente en qué tramo ni en qué tiempo" se van a ver perjudicados.
"Es complicado porque nos viene el invierno que es temporada baja y la reforma integral del paseo, que si siguiera en verano nos afectaría bastante. Nosotros vamos a seguir tal y como estamos. Con esto reformado habrá mejores condiciones en teoría porque van a poner pérgolas, alumbrados. De cualquier forma, creo que Málaga debe apostar por lo tradicional porque al final Málaga es turismo, intentaría mantener lo autóctono, reformándolo, poniéndolo nuevo, pero manteniendo la esencia", indaga.
Afecciones y otras consecuencias
La actuación provoca afecciones inevitables: ocupación de aceras, reubicación temporal de contenedores, desvío de carga y descarga y cierre del aparcamiento de la plaza de Las Palmeras, donde solo podrán acceder residentes, además de las señaladas anteriormente. Con ello, según han apuntado estos locales todos se verán afectados, sobre todo, si la obra acaba infiriéndoles durante el verano o parte de él. Sucederá en mayor o menor medida en función de las circunstancias de cada local, ya que algunos cuentan con salones adicionales a las terrazas y otros distribuyen la mayor parte de su clientela en ellas, lo que dificulta que puedan mantener el negocio abierto durante las obras.
En su caso, el mítico chiringuito Miguelito El Cariñoso confirma a este periódico su clausura temporal "al menos durante las obras", tal y como destacan Pilar y Mariví Romero, hijas de la dueña recién jubilada, que puso en marcha el negocio junto a su marido, quien le da nombre, hacia el 1975 hasta lograr posicionarse como referente malagueño en la profesión del espeto.
"Vamos a cerrar solo durante la obra porque nos van a quitar toda la terraza, ¿Cómo mantenemos seguros sociales, impuestos, etc. si no podemos trabajar? Es imposible, inviable", apunta una de ellas.
Durante este fin de semana seguirán abiertos para luego despedirse a la espera de una próxima reapertura tras la remodelación del paseo, con estimada finalización en agosto de 2026: "Nos quieren muchísima gente, Miguelito El Cariñoso, es el Miguelito El Cariñoso. Mi padre ha luchado mucho por esto, el alcalde dijo que le iba a poner a la plaza. Por ello, pretendemos seguir trabajando, pero no podemos mantener un negocio cerrado, esto nos duele muchísimo, con lo que nos dejen intentaremos volver", insiste.
Por otro lado, y en contraposión, desde el chiringuito Las Palmeras, ubicado en uno de los extremos del paseo junto a una plaza y en pie desde 1980, ve estas obras como "algo que va a beneficiar a todos o por lo menos en mi caso", según describe su dueño Enrique Murillo, que califica como "normal estar un par de meses cerrados a causa de esta obra".
"Yo creo que si más o menos la estás haciendo bien durante años, puedes aguantar uno o dos meses cerrados. El Ayuntamiento está dando facilidades, nos han dicho que cuando metan las instalaciones eléctricas y fontanería y echen la capa de hormigón encima nos dejarán abrir de forma precaria poniendo mesas y sombrillas. Si entre todos ayudamos para que la obra vaya avanzando rápido no vamos a tener que estar mucho tiempo cerrados. Lo único que no sabemos es cómo van a quedar distribuidas las nuevas terrazas, pero sí que será el mismo espacio", aclara.
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