"El dinero rápido ha perjudicado el clima humano de los pueblos"

Carola von Garnier compró hace 20 años un cortijo en La Viñuela, desde donde ha observado cómo la Axarquía sucumbía a una presión inmobiliaria que también ha socavado el alma de muchos vecinos

Carola von Garnier, en la terraza de su casa, un pequeño cortijo en la aldea de Los Romanes.

12 de abril 2009 - 01:00

Carola von Garnier se crió en Namibia. Sus padres huyeron de Alemania del Este a la llegada de rusos y checos, justo antes de que se levantara el muro. Recuerda aquella naturaleza salvaje del suroeste de África, la libertad de su infancia y los colores, sobre todo los ocres que cada verano vuelven a sus ojos en los repechos que bordean su minúsculo cortijo en Los Romanes, una aldea de La Viñuela. Antes de recalar en este ignoto punto de la Axarquía esta experta en programación neurolingüística, comunicación y formación integral trabajó durante años en los centros del Instituto Goethe de Perú, Colombia e India (Calcuta y Bombay). Después, cansada de una institución que cada vez imponía más rigideces diplomáticas, rompió con todo y se asentó en Berlín Oeste para reinventarse. Faltaba apenas una década para que el muro cayera y Berlín hervía. Era un escaparate de libertades, abierto a la experimentación social, artística y personal, en el que tenían cabida los movimientos ocupas, la contestación política y empezaba a aflorar el germen de lo que luego sería el partido Verde con el que tuvo contactos en aquella época.

-¿Cómo conoció este rincón?

-Al salir de Calcuta me fui a Berlín a vivir mi propia vida, sin marido y sin Instituto Goethe. Me gustaba mucho, pero sabía que no iba a terminar mi vida en Alemania. Me criaron alemana pero no me gusta eso que aquí se llaman cabezas cuadradas. Mi mamá murió en 1982 y me dejó 42.000 marcos. Pensé, ¿qué voy a hacer con este dinero? Nunca he tenido confianza en los políticos ni en los bancos y decidí comprar una casita en el mediterráneo porque me gusta mucho esta forma de vida. Busqué en España, en Grecia y Portugal y al final encontré esta casa durante unas vacaciones.

-Entonces la Axarquía estaba fuera de las rutas turísticas.

-Sí, pero yo conocía el entorno de Los Montes de Málaga. Recuerdo que en 1989 estaban haciendo el embalse [de La Viñuela] y me detuve porque me gustó la zona. Justo delante paró otro coche y se bajó un señor que trabajaba en las obras para acariciar un perro. Era algo muy raro, porque en Andalucía lo normal es que al perro se le dijera ¡fuera! Le pregunté si sabía de alguna casa en venta y me citó para después del trabajo. Me presentó a su suegra y me trajo a esta casa que estaba abandonada, muy sucia, sin cuarto de baño, pero que no estaba demasiado mal. Además, el precio me convenía. Era justamente lo que me había dejado mi madre y la casa tenía 5.000 metros. Eso me gustó porque yo no tengo televisión, pero tampoco quiero oír la de los vecinos.

-Y así llegó.

-Bueno, Telefónica me hizo esperar ocho años para ponerme una línea desde Los Romanes y yo sin teléfono ni correo electrónico no puedo trabajar. Así que seguí en Berlín, aunque también daba cursos fuera, en Dinamarca, en otra ocasión en Suráfrica. Fundé mi propio instituto [www.instituto-avance.com] con dos compañera y poco a poco iba traduciendo mi material al español. En 1990 me tomé seis meses y con un albañil y un peón reformé la casa. Fue durísimo, pero era el precio. En 1998, cuando instalaron por fin la línea de teléfono me instalé definitivamente.

-¿A qué se dedica exactamente?

-A la programación neurolingüística, aprendizaje integral y comunicación.

-¿Qué es?

-La programación neurolingüística (PNL) se originó en 1975 en Estados Unidos. Yo la conocí diez años más tarde en Alemania. Se trata de una variedad de técnicas aparentemente muy diferentes que vienen de la terapia sistémica, la terapia de familias y se suma a la lingüística, porque el lenguaje refleja tus pensamientos, los pensamientos influyen en las emociones y las emociones influyen en cómo actúas tanto en la comunicación contigo mismo como con los demás. Todos tenemos diálogos interiores que pueden perjudicarte o animarte.

-Y uno se crea películas que al final se cumplen.

-Claro, las autoprofecías se cumplen. La programación neurolingüística realmente es una terapia muy breve en comparación con cualquier otra y se distingue también porque se dirige al futuro, no al pasado. Hay otra gente que te pone en el sofá y te dice: cuéntame tu infancia. ¿Y tu madre? ¿Y tu abuelo? Con eso la persona se hunde cada vez más. La PNL dice si no te gusta esto que eres, dime qué quieres. Se trabaja con metas en lugar de con problemas y con procesos, en vez de contenidos, por eso en mis cursos hay una gran variedad de profesiones, desde directores de cine hasta peluqueros.

-¿Y la formación integral?

-Son técnicas de aprendizaje para profesores. Cuando llegué aquí la programación neurolingüística no era conocida. La gente decía que en abracadabra no gastaba dinero y tuve que buscarme otras formas de ingresos. Durante los primeros años trabajé muchísimo en ocho o nueve centros de formación de profesorado.

-¿Didáctica y pedagogía convencional?

-No, nada de convencional. La pedagogía todavía se basa muchísimo en el conductivismo, en Pavlov y los perros, en adiestrar a los niños y no enseñarlos. Enseñé a profesores temas muy diversos, según lo que pedían. La Junta elabora cada año un tema. Unas veces es plurilingüísmo, otras inteligencia emocional, también me gusta mucho la comunicación no violenta...

-¿Y la comunicación?

-Se basa mucho en el proceso neurolingüístico. El punto de partida es que la gente cuando comunica en primer lugar no se conoce a sí misma y mezcla observación con interpretación. Hace un gazpacho en la cabeza y luego vienen los malentendidos. Por eso hay tantos conflictos y malestar.

-¿Todavía sigue viajando a otros países a dar cursos?

-A mi edad me cansa viajar. Ahora trabajo fundamentalmente en Andalucía. Además desde hace cinco años la gente viene aquí. He alquilado una casa al lado de un cortijo que es un hotelito y vienen de otras provincias.

-¿Qué buscan en sus cursos las empresas y los ejecutivos?

-Sobre todo les interesa lo que tiene que ver con la formación de recursos humanos y negociación, porque negociar es comunicar. Aunque yo siempre empiezo con la pregunta. ¿Y usted cómo se desarrolla? Porque el pez siempre empieza a oler mal por la cabeza.

-¿Se piensa todavía que esto es un poco abracadabra?

-Ya no, gracias a internet.

-¿Y los vecinos?

-A mis vecinos no los voy a cambiar. Cuando me preguntan si me vine aquí por el clima yo siempre digo que sí, que por el clima humano.

-¿Cómo es ese clima humano?

-La gente es muy cariñosa, muy sana... Yo dejo las llaves del coche puestas... Tengo confianza. ¿En qué país puede una mujer emancipada vivir con seguridad sin ponerse nerviosa? La gente aquí es muy humana. En los países nórdicos la cultura se orienta hacia el trabajo, en los mediterráneos hacia las relaciones, aunque también se trabaja mucho, pero lo primero son las personas. Aquí si la abuela está enferma la nieta va por la noche al hospital para que no esté sola. En Alemania la nieta se dice tengo que levantarme a las 6:30 para trabajar y si luego me queda tiempo le hago a la abuela una visita de 15 minutos. De todas formas el desarrollo tan de golpe de los últimos años está perjudicando este clima humano.

-Cuando llegó la Axarquía era otra cosa.

-Era totalmente distinta. No había nada construido. Estaba Periana, Viñuela, Alcaucín y Los Romanes. Todos los pueblos eran muy pequeños, todo era una familia.

-Usted mantiene su casa con la arquitectura propia de un pequeño cortijo de la Axarquía, rodeada de una finca de algarrobos y vegetación endémica. Sin embargo, para llegar hasta aquí hay que atravesar un ejército de chalés de dudoso gusto.

-Es horrible.

-¿Qué ha sucedido?

-Que los campesinos han sido muy felices vendiendo sus casas muy caras, los alcaldes muy corruptos, y no voy a mencionar nombres. A los campesinos les gustaron los alcaldes corruptos porque así podían vender las tierras. Hay muchísimas casas sin escrituras, otras están construidas en pendientes sin seguridad. Se ha hecho dinero rápido, rápido y eso ha perjudicado también la mentalidad, el clima humano, aunque no de todos.

-¿Se ha despertado la soberbia?

-Totalmente, aunque hay excepciones. Los jóvenes, aquellos niños que antes eran cabreros, son mecánicos o se han ido a la construcción, han ganado mucho dinero, se han comprado cochazos y ahora están en el paro y no pueden pagar las hipotecas... No sé qué va a pasar... Un cambio gradual hubiera sido más ventajoso, pero ha sido tan rápido que se han perdido muchas cosas por el camino. Me da mucha pena. Cuando llegué, en el año 90, las estrellas se veían como manzanas en un árbol, ahora hay contaminación lumínica. Entonces había todo tipo de animales, ahora los camaleones mueren atropellados por los cuatro por cuatro, la lechuza ya no viene y hace cinco años que no veo águilas.

-¿El desarrollo ha sido malo?

-Entiendo que la gente ha sido muy pobre, la vida era muy difícil y no quiero decir que tengan que trabajar tan duro como antes. Ahí enfrente han empezado a abrir un carril poder subir y bajar con los todo terrenos y la erosión es grandísima. Se echan venenos para no tener que hacer el trabajo duro y el equilibrio ecológico se ha destrozado.

-¿Desde aquí cómo se ve la crisis?

-Entramos en una nueva era de la humanidad y siempre antes de un salto cuantitativo hay un caos. Ahora estamos en la época del caos, que es cuando se decide si se va por un lado o por otro, estamos en esa bifurcación. Pero la crisis también puede ser una oportunidad si se saben aprovechar los cambios y no se tiene rigidez mental. La pregunta es cómo lo vamos a manejar y cómo vamos a manejar los recursos. El comunismo ha caído, el capitalismo está cayendo... Tenemos que reinventar el sistema mundial.

-Cuando usted llegó apenas si había un puñado de extranjeros. Ahora son muchos. ¿Cómo viven?

-No tengo mucha conexión con los extranjeros. Viven un poco aislados. Es horrible porque vienen por el clima, pero no aprenden el idioma y, por tanto, no se comunican. Se relacionan entre ellos igual que en su país, como en una colonia y con una actitud colonial.

-¿Pero algo habrán aportado?

-Dinero sí. Aunque yo distingo entre los jubilados y los jóvenes que vienen a buscar trabajo. Muchos se establecen, aprenden el español y eso sí influye un poco en la cultura. Incluso ahora los españoles van a cursos de plurilingüismo porque, muchas veces, tienen un bar y tienen clientes ingleses que no saben español. Entre los jóvenes sí hay más contacto, más influencia en sus costumbres y cultura. Ahora en vez de gritarles a los perros ¡fuera! los toleran.

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