Málaga

El comercio de Málaga no ve fin a la crisis de suministros y sube ya los precios al consumidor final

Clientes en una tienda de juguetes

Clientes en una tienda de juguetes / Javier Albiñana

"En 43 años como empresario, nunca he vivido una situación así. En el pasado, podía subir el hierro, el aluminio, el plástico, el carbón, la luz, los combustibles, cada uno a su tiempo, pero, ¿todo a la vez? Eso no lo he visto nunca". Eso dice Sergio Cuberos, presidente de la Cámara de Comercio de Málaga y de la cadena de distribución alimentaria Maskom.

Las empresas malagueñas llevan bastantes meses soportando el encarecimiento de costes provocado por una crisis de desabastecimiento de suministros a nivel mundial. Y no ven un  final. Todas las fuentes consultadas, incluida Cuberos, admiten que parte de ese incremento de precios lo van a tener que repercutir en el consumidor final. O lo están haciendo ya. Lorena García, vicepresidenta de la Federación Málaga Comercio y responsable de Oportunidades Málaga, afirma que las prendas de vestir ya se han encarecido entre un 2% y un 3% para el cliente final y productos más grandes como mantas o edredones, entre un 10% y un 20%, ya que tienen un mayor coste de transporte.

Arturo García Carrión, responsable de Juguetes Carrión, asegura que el precio de venta al público de su portfolio ha subido "un 10%, 15% o 20%, dependiendo del producto", aunque en Navidad (época de la que dependen el 80% de sus ventas) habrá descuentos, como todos los años. Pero sobre lo ya subido.

Luis Arozamena, de Imposivle -tienda de distribución de productos informáticos para empresas y particulares- señala, por su lado, que ellos ya llevan notando un incremento sustancial de precios desde el Black Friday del año pasado. Hace poco, dice, les ha llegado una remesa de tarjetas gráficas gaming RTC 3080 a 400 euros, el precio de un PC. Asegura que en este año ha vivido un carrusell de subidas y bajadas de precios: "A lo mejor ha estado un producto a 1.000 euros y después ha bajado a 800, 700, 600, para volver a subir a 1.100. "Es el comercio tradicional de toda la vida jugando a la Bolsa". Es literal: hay empresas, grandes sobre todo, que cuando pueden acumulan stock para no verse desabastecidas, otras que esperan y esperan y compran ya por necesidad si el precio no baja. 

No hay reglas. En el caso de los juguetes, García Carrión, lo explica así: "los precios (del fabricante) ya no suben pero no sé cuando me va a llegar el producto. El fabricante no nos transmite ninguna información, no sabemos cuándo va a llegar el material ni qué material llegará. Lo que tenemos es lo que hay en el punto de venta". Pasa con todo. Cuberos explica que una empresa importante de aceite de oliva tiene dificultades para distribuir su producto por que no encuentra tapones para las botellas; Salvador Pérez Muñoz, presidente de Málaga Comercio y gerente de Perymuz, mayorista que distribuye productos de alimentación para la hostelería, asegura que escasea el alcohol e incluso los vinos, "porque las bodegas tienen producto pero no lo pueden envasar"; y cosas tan sorprendentes como balas para la caza o cadenas y cámaras de aire para las bicicletas cuesta verlas. Las consolas llevan ya un año sin estar en el mercado. La Play 5 solo es posible encontrarla en tiendas 'on line' de segunda mano y a 300 o 400 euros por encima de su precio de venta de estreno.

En este contexto tan explosivo, al que no se le ve fin, Arozamena, de Imposivle, anticipa que este año no habrá Black Friday "si seguimos con esta tendencia, porque la ley de la oferta es la que manda. Puede haber ofertas puntuales, pero difícilmente tendremos un año como el de 2019, y eso en todos los sectores". "Yo también soy de esa opinión -afirma Pérez Muñoz-; si hay más demanda que producto no puede haber rebajas; si hay cinco compradores para un coche no tiene sentido hacer descuentos, y eso pasa con zapatos o juguetes si no hay suficiente mercancía. No podemos hacer grandes ofertas a costa de nuestro margen".

El caso de los alimentos es especial, por su sensibilidad. Cuberos admite que algunos productos ya están experimentando subidas significativas, como el propio aceite de oliva, el de girasol, el pollo o productos frescos como el tomate, ya que los que ahora se venden son de invernadero y se necesita más energía para producirlos. Pero, en general, los precios se están conteniendo al máximo y se intenta que las subidas se produzcan "de forma suave y progresiva". "Intentamos que nuestros proveedores aguanten lo máximo posible, que no repercutan las subidas de costes y aguanten uno o dos meses, porque sí todo va al cliente el consumo se cae. Nos preocupa que se disparen los precios". Es decir, subidas, sí, las habrá y las está habiendo, pero de forma que pueda ser asumible para el cliente.

La tormenta perfecta que supone la subida de todas las materias primas llega -esta llegando- al consumidor. La cuestión es saber cuánto durará y cómo afectará a los bolsillos, sobre todo a los de los más vulnerables.

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