Málaga

Las subidas de la luz y las materias primas no dejan a las empresas salir de la pandemia

José Rojas, responsable de el bar El Cateto

José Rojas, responsable de el bar El Cateto / Javier Albiñana

Se suele repetir como un mantra que el 80% del consumo eléctrico no está afectado por la subida de la luz, que sólo perjudica a los clientes acogidos a la tarifa regulada, con potencias inferiores a 10 kilovatios. Ahí se encuadran hogares y pequeños negocios y teóricamente quedan fuera empresas a partir de una cierta dimensión y otros organismos como administraciones.

Enrique Huertas, de la panificadora Nuestra Señora de Gracia Enrique Huertas, de la panificadora Nuestra Señora de Gracia

Enrique Huertas, de la panificadora Nuestra Señora de Gracia

Esto, sin embargo, no es necesariamente así. El mercado libre -al que se acogen las potencias superiores a 10 kilovatios y las inferiores que quieran- obedece a una casuística muy diversa y, lo mismo que hay un precio fijo resistente a las oscilaciones en el mercado mayorista (aunque siempre revisable), también hay ofertas de comercializadoras que vinculan la tarifa al precio de la luz. Es, como señalaba un regidor municipal a este diario, algo similar a lo que ocurre con las hipotecas: las hay fijas -inicialmente más caras pero que dan seguridad en el pago- y variables, es decir, dependientes de un índice que en el caso de la luz es el precio en el mercdo mayorista. Se están dando muchos casos, además, de comercializadoras que están rompiendo los contratos de precio fijo con sus clientes porque no pueden sostenerlos y haciendo a continuación ofertas al alza, más caras. Hay que tener en cuenta también que el precio fijo se revisa trimestral o anualmente en función de la evolución del mercado, por lo que debe ser más caro este año.

Hay comercializadoras de energía que están rescindiendo contratos a precio fijo al no poder sostenerlos

En este explosivo contexto un gran número de pymes están sufriendo mucho, sobre todo las que tienen un consumo alto como bares y panaderías, que usan hornos y refrigeradores, o gimnasios, con un alto consumo en climatización. Es verdad que la situación es muy diversa -depende del tipo de contrato- pero la asfixia de muchas empresas es un hecho. José Rojas, de el Bar El Cateto -en la calle Pedro de Lobo de la capital- afirma que, aun teniendo el bar cerrado 21 días en agosto, la factura se ha elevado un 40% respecto al mismo mes del año pasado, hasta casi 1.000 euros. “Para mí ahorrar es imposible, somos un negocio de cara al público -afirma-; ¿cómo ahorras? En casa puedes apagar la luz, el aire acondicionado... Aquí no puedo hacer eso, no puedo fastidiar a la gente”, afirma el regente de El Cateto.

Jorge Prieto, del mesón La Alegría, también en la capital, abunda en estas tesis aunque estos días ha respirado con cierto alivio. Este año ha pagado 873 euros en julio y 673 en agosto (1.550 en total), entre 250 y 300 euros más al mes que en 2019 (en 2020 las horas de apertura eran muy pocas).Es una subida considerable, sí, pero menos de la que se hubiera producido si hubiera seguido con el contrato ligado al precio de la luz del año pasado. Desde mayo tiene una nueva comercializadora con precio fijo “que se porta bien, de momento”. Pese a ello, paga más electricidad que en 2019 con menos horas abierto, un día cerrado y fuertes inversiones en ahorro energético. “Hasta las ocho o las nueve no encendemos la luz del bar, con eso te lo digo todo”, afirma el responsable del bar.

En los últimos meses, además, ha tenido un problema: las facturas no le llegaban, porque tras el cambio normativo del Gobierno de peajes por tramos horarios había que actualizar los contadores y las eléctricas lo han hecho uno a uno. Este es un problema muy común: llegan varios recibos de golpe y si las comercializadoras no acceden a fraccionar los pagos las empresas tienen que hacer un desembolso grande.

Un refrigerador y un microondas en el bar La Alegría Un refrigerador y un microondas en el bar La Alegría

Un refrigerador y un microondas en el bar La Alegría / Javier Albiñana

Enrique Huertas preside la Asociación de Panaderos de Málaga y regenta la panificadora Muestra Señora de Gracia, en el polígono Villarrosa de Málaga. Su negocio es, por su propia definición, de alto consumo energético. De algo más de 3.000 euros de luz en agosto del año pasado ha pasado a tener una factura de 5.500. “Cuando alguien entra en una habitación y sale sabe que tiene que apagar la luz. Si hay 14 estancias en el recinto, solo seis tienen que estar encendidos”, afirma Huertas, que ve cómo estas subidas de precios son casi la puntilla para un sector, el del pan tradicional, en decadencia por la competencia de otros actores y el 'boom' del pan congelado.

No es solo la luz; también suben el gas, el gasoil, el acero, el aluminio, el cartón, etc.

¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar? Pues es complicado, porque no se pueden reducir costes ya que la demanda no disminuye, sino más bien al contrario ahora que se sale de la pandemia. ¿Reducir personal? “No es la solución -dice José Rojas-; no es algo que sea culpa del negocio. Si no hubiera gente sería otra cosa”. Aun así, Jorge Prieto, de La Alegría, dice que ha dejado de contratar a una o dos personas más y se ha puesto él mismo en la barra junto a su hijo. Y Huertas, de la panificadora Nuestra Señora de Gracia, no ha podido más: él sí ha tenido que prescindir de cinco trabajadores hasta quedarse en 11, aunque no únicamente por la subida de la luz.

En el caso de Nuestra Señora de Gracia los hornos son de gasoil y los carburantes también están subiendo mucho (un 25% más que en 2020). “Me cambié hace dos años de hornos eléctricos a gasoil porque no podía soportar el coste y ahora me sube todas las semanas el gasoil; hace cinco o seis meses 1.000 litros me costaban 540 euros por semana; ahora son 900 euros”, afirma Huertas

Y es que no solo es la luz. Es la luz, el gasoil, el acero, el cartón, el aluminio, el gas... Las materias primas. Como señala Natalia Sánchez, vicepresidenta de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) la reactivación de la economía ha generado más demanda para las empresas, pero eso ha ido acompañada por una enorme subida de costes. “Es una situación muy complicada -afirma- porque hay muchas ganas de vender y de recuperar la clientela perdida durante la pandemia; por eso para las empresas subir precios es difícil, porque ahora toca recuperar tono y clientes”.

La subida de la luz y de otros costes la asumen las empresas por ahora en sus márgenes y beneficios. Sergio Cuberos, presidente de la Cámara de Comercio y presidente de Maskom Supermercados, asegura que ahora mismo las empresas están atadas de pies y manos porque “los proveedores dicen que o se aceptan las subidas o no suministran”. “Y no repercutimos esa subida en los clientes por miedo a que se vayan; si la competencia lo hace estupendo pero no puedes ser el primero que lo haga, para eso tienes que tener una fuerza importante”, afirma.

Cuberos asegura que esta situación no se puede prolongar mucho en el tiempo. “Si en seis meses todo sigue igual, las empresas no van a tener más remedio que subir los precios”. Y entonces el tsunami de subidas de precios no se quedaría en las empresas, llegaría a todos, como ha sucedido la factura de la luz.

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