Los estudiantes esquivan los portales inmobiliarios: así funciona el mercado alternativo del alquiler en Málaga

Algunos de los canales más usados son las redes sociales, grupos de Whatsapp, el boca a boca e incluso Wallapop

Los barrios de Málaga con el alquiler más barato

Estudiantes de la UMA en la Biblioteca General
Estudiantes de la UMA en la Biblioteca General / Migue Fernández

Un nuevo curso universitario asoma en Málaga, y con él, vuelve la misma carrera de fondo: encontrar un techo desde el que poder estudiar. Cada septiembre, cientos de jóvenes llegados de otras provincias se lanzan a buscar una habitación en la ciudad con la esperanza de empezar su grado o máster sin que la vivienda se lleve por delante el presupuesto familiar. Pero pronto descubren que, en Málaga, las dificultades no acaban en la nota de corte.

A pesar de que el mercado inmobiliario oficial sitúe el precio medio de una habitación en 517 euros mensuales según datos de Fotocasa, un 23,6% más que hace un año, la primera opción para los estudiantes nunca es acudir a esos portales ni a una inmobiliaria. La realidad, según los entrevistados, es otra: el alquiler se mueve en un circuito paralelo, digital en su mayoría, que pasa por redes sociales, anuncios en Milanuncios o Wallapop, grupos de WhatsApp o incluso carteles físicos pegados en farolas. Lugares donde la oferta va y viene en minutos, y donde la ley de la jungla manda: quien llega antes, se lo queda.

“Mi primera opción siempre han sido las redes sociales. Llevo ya varios años estudiando en Málaga y siempre he podido encontrar precios razonables por el boca a boca o por redes”, explica Sergio González, estudiante de un máster de finanzas de 23 años. “Ahora tengo un anuncio en X (Twitter) buscando piso o compañeros. Es una locura cómo están los portales, y sobre todo para gente como yo, que ya no está en esa edad temprana de tolerar botellones y fiestas en casa. Yo busco algo más tranquilo y con compañeros que estén en otro momento”, explica.

En pleno verano y anticipando lo que será el siguiente curso que empieza en septiembre, la red social X se llena a diario de mensajes que repiten la misma mezcla de urgencia y pretensión por agradar: “Busco habitación por Teatinos. Soy estudiante de Magisterio, 21 años, ordenada, limpia y responsable. Presupuesto máximo 350 euros”. “Voy a empezar Medicina este año. Busco piso para compartir con otras chicas, por la zona del Clínico. Ayuda por favor”. “Chico de 24 años busca habitación por Huelin o cerca. No fumo, no tengo mascotas, soy muy tranquilo y trabajador”.

“La primera opción a la que solemos recurrir son perfiles de Twitter como Cotilleos UMA, que te suben el anuncio que quieras y así le da difusión”, cuenta Silvia García, estudiante de Ingeniería de Diseño de 20 años, llegada desde Granada. “Si miras directamente los canales oficiales como Idealista te desmoralizas, y al final entre todos nos ayudamos. Muchas veces incluso en portales como Wallapop la oferta es más barata. Hay bastante comunidad en eso, y logramos buscar cosas alternativas”.

Los precios, una barrera de entrada para estudiar

Lo que las cifras no muestran es que el problema no es solo el precio, sino el sistema de acceso al alquiler. José Antonio Rodelas, de 24 años, se encontró con esa barrera desde el primer momento. Aspiraba a estudiar Comunicación Audiovisual en Málaga, pero al empezar a mirar pisos en portales inmobiliarios y al no conocer estos canales alternativos, descartó rápidamente la idea.

“Vi estudios carísimos y espacios que no eran ni habitaciones. Una señora alquilaba una terraza cerrada con una cama por 450 euros. Fue entonces cuando descarté la UMA y opté por estudiar a distancia la carrera”, relata.

Hoy sigue formándose desde Almería, y no ha vuelto a plantearse mudarse a Málaga. “La educación será pública, pero no es gratuita. Si no puedes vivir en en una ciudad donde quieres hacer la carrera, tampoco puedes estudiar allí, por lo tanto, cursar estos estudios se convierte en un lujo”, concluye.

Un coste medio que pocos pagan

El informe de Fotocasa refleja una media que, según quienes buscan habitación, responde más a lo que se anuncia que a lo que realmente se alquila. “Los portales oficiales están hinchadísimos”, denuncia Sergio Ballesteros, estudiante de Terapia Ocupacional. “Todos los anuncios son a partir de 400 o 450 euros. Y si aparece uno a buen precio, desaparece en minutos o resulta ser una estafa”.

Por eso, como tantos otros, Sergio ha recurrido a contactos personales para buscar su sitio. Este año, tras varios cursos yendo y viniendo desde Benalmádena en tren, ha logrado alquilar una habitación en el barrio de La Unión por 315 euros a raíz de un amigo que se lo propuso. El piso no es “de estudiantes”, comparte con un chico que ya trabaja, pero ese tipo de arreglos, no ideales, son los que permiten hacer posible el vivir de alquiler en Málaga.

“Los pisos que son solo de estudiantes están más inflados todavía. Pagan más por estar todos en la misma situación, como si fuera una residencia encubierta”, afirma.

Canales oficiales que no sirven para estudiantes

“Los anuncios buenos no duran nada. Y muchos ni se publican en Idealista”, señala Beatriz Gil, estudiante de máster en Periodismo, que lleva cuatro años en un piso de Teatinos donde paga 335 euros. Un precio ya excepcional para la zona universitaria, pero que no encontraría hoy en ningún portal inmobiliario.

Su casero solo le ha subido el alquiler 35 euros en todo este tiempo, y por eso ha podido mantener una vida estable en Málaga. Pero es plenamente consciente de que su caso no es la norma: “He tenido mucha suerte. Muchísima. La mayoría no puede pagar eso. Y menos si buscan desde cero”.

Desde la inmobiliaria Valora Casa, Daniel admite que el perfil de estudiante no siempre encaja con los precios actuales. “Cada vez hay menos pisos y eso hace que los precios suban. Nosotros no los marcamos, los ponen los propietarios, y con la demanda que hay, nadie baja”.

En su agencia, la mayoría de los alquileres de habitaciones oscilan entre los 400 y los 500 euros, especialmente en zonas como Teatinos o Huelin. Pero a esos pisos se accede a través de una gestión formal, con comisiones, trámites y, muchas veces, sin flexibilidad. “Mucha gente viene a nosotros porque se ha cansado de buscar sin éxito por su cuenta”, explica.

En ese mercado formal no hay sitio para los que llegan con prisas, presupuestos limitados y un calendario de matrícula en la espalda. Por eso, las inmobiliarias se quedan como última opción, cuando el boca a boca, las redes y los grupos de Whatsapp han fallado.

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