Familiares de donantes de Málaga: "Donar órganos compensa, te da la tranquilidad de que salvas vidas"

Día del Donante

Familiares de donantes se sienten aliviados en la pérdida porque ayudan a “gente que lo pasa mal”

Los trasplantados agradecen cada día los años regalados

Trasplantes en Málaga: El 87% de las familias dice sí a la donación de órganos

Familiares de donantes, trasplantados y sanitarios ante el Monumento al Donante.
Familiares de donantes, trasplantados y sanitarios ante el Monumento al Donante. / Javier Albiñana

Málaga/Cuando el marido de Isabel Silva murió, con 65 años, ella y sus hijos no se lo pensaron. Donaron sus órganos. Una sobrina estaba trasplantada de hígado, así que sabían muy bien el sufrimiento de quien espera una donación para poder seguir viviendo. “Aunque tienes la pena por la pérdida, donar órganos compensa; te deja la tranquilidad de que ayudas a otra personas y salvas vidas”, reflexionaba Isabel este miércoles, en el acto en homenaje a los donantes que se hizo junto al monumento que los recuerda. El hígado, un riñón y las córneas de su esposo fueron válidos para trasplantes. “Mi hijo me dice a veces, ‘mamá, vamos a dar una vuelta por el centro, a ver si vemos a papa”.

El coordinador de Trasplantes del sector Málaga, Domingo Daga, recordó que el acto era para homenajear a los donantes. “Porque ellos son los únicos y verdaderos héroes de los trasplantes. A ellos y a sus familias les queremos agradecer y homenajear”, decía. Destacaba que los trasplantes son posibles por un sistema sanitario “robusto y competente” y unos profesionales comprometidos y cualificados. Pero, sin lugar a duda por quienes donan. “Somos líderes mundiales en trasplantes, porque somos líderes mundiales en donantes”, destacaba. Daga concluyó su intervención animando a los presentes a ser “apóstoles” de la donación para que todos los ciudadanos “la incorporen a su legado vital”. Insistía que para reducir las listas de espera y que haya más trasplantes, es imprescindible que haya cada vez más donaciones.

El acto contó con el testimonio de Rosa Gómez, la mujer de Vicente Granados, quien vivió 34 años extras gracias a un riñón donado. Este hombre –que impulsó la donación y el deporte entre las personas trasplantadas– murió con 69 años, de otras patologías. “La mitad de esa vida era regalada y lo agradecía haciendo deporte”, dijo su viuda emocionada. Y también promocionando la donación de órganos, porque a él un donante le había dado mucha vida.

Rosa recordó que Vicente conoció a Maurice Slapak, un cirujano encargado de los trasplantes en Portsmouth (Inglaterra), que promocionaba la actividad deportiva para trasplantados y que creó los Juegos Mundiales para estas personas. En la primera edición de aquella competición, allá por 1978, “había más ambulancias que participantes y sólo dos países, Francia y Reino Unido”. En la actualidad, estos juegos congregan cada dos años a más de 3.000 trasplantados de más de 60 países.

Precisamente fue su marido quien consiguió que Málaga fuera sede de los Juegos Mundiales de Trasplantados en 2017. “Vicente se fue con las ganas de vivir intactas”, confesó emocionada. Rosa ha recogido su legado y ha impulsado la creación de la Asociación Donación, Trasplante, Deporte y Vida Vicente Granados. Una organización que precisamente este domingo organiza la primera carrera por la donación, el trasplante y la vida que lleva su nombre.

A la sombrita que hay junto al Monumento al Donante estaba también Manuel Miranda, trasplantado dos veces de hígado. La primera no fue bien, pero la segunda sí. “Me siento perfectamente bien, pletórico. No encuentro palabras para agradecer lo que significa para mí que un donante me haya dado la vida”, afirma. A su lado su mujer, Francisca Soria, ratifica: “Ha renacido”. Manuel explicaba que una enfermedad genética le destrozó su hígado. Pero que tras el trasplante no sólo se siente bien, sino incluso “mejor que antes”. A pesar de que la donación se realiza en un momento difícil en el que se ha perdido a un ser querido, en el acto se palpaba la felicidad y el agradecimiento de los trasplantados y la satisfacción de haber ayudado a los demás de los familiares de los donantes. Y la emoción en todos.

Allí estaba también Manuela La Haba, que tiene 49 años. Debido a un cáncer en su infancia, tuvo que recibir quimioterapia. Aquel tratamiento le dañó el corazón. Le aguantó hasta los 45. Pero entonces tuvieron que hacerle un trasplante. Entonces su hijo ya tenía 23. “Pero veía como me iba apagando y yo pensaba que se quedaba sin madre”, relata. Afortunadamente llegó una donación y Manuela sobrevivió. Ya lleva cuatro años regalados. “¿Qué le diría a mi donante? Que esté tranquilo, que su corazón late en mí con mucha fuerza y que le agradezco cada segundo de vida”. Respira hondo para que no se le escape una lágrima en mitad de la entrevista y siente que el corazón, ese que le han regalado, se le acelera...

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